la dispersión
mayo 10, 2023 § 2 comentarios
Bailar sin parar. Así vivimos, por lo común. Esto es, del trabajo al ocio (y entre una cosa y otra, todo es distracción, aunque no siempre agradable). Para muchos, la mejor vida es una vida atareada. En definitiva, se trata de no detenerse. Pues de hacerlo fácilmente caeríamos en la cuenta de que bailamos sobre cráteres. Sin embargo, el espíritu de la búsqueda nace a lomos de una ausencia fundamental (y por eso mismo, irreparable). Y ya sabemos que nos dividimos entre quienes están a favor de la búsqueda y quienes prefieren seguir bailando —entre quienes no pueden evitar mirar de frente (o aquí, bajo sus pies) y quienes esconden la mirada, dirigiéndola hacia cuanto cabe tener. Quizá hubiera estado bien que Nietzsche se hubiese preguntado si acaso Dioniso nunca se cansó de bailar.
a Nietzsche le molesta el imperativo del “tu debes”
danzar es descubrir en sí otro yo
la estética y el nuevo lenguaje en la danza como expresión vital y libre que supera la moral y la razón
Nietzsche y Sócrates su amor(?) por la sabiduría y la danza
danza = vida afirmativa : la que se expresa a través de la voluntad de poder, la creatividad y el superhombre
Estrictamente, no hay «yo» en el «übermensch», en el que es capaz de «bailar» tanto sobre un campo de amapolas como sobre una pira de gaseados. Un yo siempre difiere de sí mismo, es decir, nunca termina de reconocerse en aquello con lo que se identifica (comenzando con su cuerpo). La inquietud «socrática» pertenece al «culpable». Cf. párrafo introductorio de la «Genealogia». A Nietzsche probablemente se le pasó por alto aquello que decían los griegos de los dioses: que envidiaban la mortalidad de los mortales.