pegados a la creencia
octubre 13, 2023 § Deja un comentario
Crees en que hay una conspiración para acabar con la mitad de la población por medio de pandemias periódicas. O que las aspirina lo cura todo. O que tenemos que evitar el espíritu de los bosques. Y no sales de ahí. Porque así lo sientes. Se trata de un resto del viejo sentimiento religioso —o no tan viejo—, aquel por el que creemos estar en manos de poderes que nos sobrepasan o formando parte de un dibujo cuyos últimos contornos se nos escapan.
Sin embargo, Platón diría que, en estos casos, aún vivimos entre sombras, confundiendo lo que nos parece que es con lo que es. Pues mientras permanezcamos pegados a la creencia que se nos impone como se imponen nuestros deseos —aun cuando estemos convencidos de que son nuestros— estamos lejos de la verdad. Y no porque quepa alcanzar la verdad como quien alcanza un objetivo, sino, precisamente, porque quien vive frente a la verdad —a lo que en verdad tiene lugar y no simplemente sucede— tarde o temprano caerá en la cuenta de que únicamente podemos buscarla. Esto es, perseguirla o amarla. El problema de permanecer pegados a la creencia es que fácilmente damos por sentado que el puzle se ha completado. Y con ello, cesa la inquietud que, en definitiva, somos.
No obstante, si la verdad no es objeto de una descripción —ni puede serlo— ¿acaso el sentimiento de estar expuestos al misterio y, por extensión, en manos de no podría comprenderse como el correlato corporal de una realidad que nos trasciende por entero? De algún modo esto es cierto. Ahora bien, la realidad que nos trasciende por completo es la de nada —en bíblico, la de un Dios que, desde el principio, no quiso ser Dios sin el cuerpo del hombre. Toda presencia es el resultado de una doble negación —del hecho de que la nada no es. Y por eso mismo, al recrear el carácter retrasado de lo real a través de las figuras del imaginario religioso, al tiempo que lo expresamos, lo traicionamos. Así, quien permanece pegado a la creencia deja a un lado lo que, según mi parecer, constituye el núcleo duro de la experiencia bíblica de Dios, a saber: que con respecto a Dios tan solo cabe la esperanza. Y esto está bastante lejos de haber cuadrado un puzle.
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