hiatus: de Platón y la sofística (1)
octubre 21, 2023 § Deja un comentario
Hay un hiato entre el sentido y su realización. No hay justicia, belleza, amor o bien… que se realicen a la perfección. Siempre, hasta cierto punto o medida. Esto es, no sin ciertas dosis de su contrario. De ahí que siempre quepa discutir el carácter justo de una decisión justa. Esto es sencillamente así. Y no tiene que ver con nuestra falta de pericia o habilidad. Tiene que ver con la estructura misma del hacerse presente de lo real.
Un sofista —y nosotros mismos, espontáneamente— diría que, porque no podemos superar la perspectiva, no hay justicia, belleza, amor o bien…, sino diferentes opiniones sobre lo justo, la belleza, el amor, el bien… Ciertamente, los diferentes pareceres con respecto a lo justo, lo bello, el amor, el bien… se apoyan sobre sus definiciones formales. Estas definiciones son lógicamente incontestables. Pues negar, por ejemplo, que la justicia consista en darle a cada uno lo que se merece sería, de hecho, irracional. Pero precisamente porque estas definiciones son incontestables desde la óptica de la razón, no significan nada en concreto. Es como cuando decimos que está lloviendo… o no. Nadie podrá negarlo, sin caer en contradicción. Pero al igual que nadie podrá hacerse una idea de qué tiempo está haciendo. Así, de la definición de lo justo no se desprende qué se merece cada uno. La concreción de lo justo dependerá, en cualquier caso, de la sensibilidad —de lo que por lo común nos parezca justo. Ahora bien, con respecto a lo que nos parece… siempre cabe cambiar de punto de vista. En lo relativo a los asuntos de la polis no podemos ir, por consiguiente, más allá de lo que nos parece que es.
Con todo, que discutamos sobre lo justo o bueno —que, en estos casos, la discusión tenga sentido— presupone lógicamente que tiene que haber una solución, es decir, que cabe demostrar que un punto de vista es el correcto. En definitiva, que es posible determinar que el aborto, pongamos por caso, es un crimen —o lo contrario. El sofista sabe que esto no es posible. Pero también sabe que aquellos a los que seduce su retórica no lo saben (o cuando menos, discuten como si lo ignorasen). Y es que si puede seducir a quienes lo escuchan es porque estos dan por descontado que tiene que haber un opinión verdadera. El sofista, en el fondo, no deja de ser un prestidigitador.
Platón hilará más fino. La tesis de fondo será que si hay justicia —o belleza, o bien…— es, precisamente, porque no la hay. Ahora bien, esto nos obliga a preguntarnos de qué hablamos cuando hablamos del haber. Y quien dice haber, dice ser. El punto de partida es que hay cosas. Sin embargo el que haya cosas —el haber al margen de su hacerse presente como el haber de las cosas— no se hace presente como tal. Pues de hacerlo —de percibir un puro haber— nada se nos haría presente. Esto es, lo que se nos haría presente es la nada, la oscuridad y el silencio más absolutos ahí.
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