ir al gimnasio

noviembre 15, 2023 § Deja un comentario

Es normal. Donde el cristianismo pierde fuelle, su lugar lo ocupa, una vez más, el paganismo. Pues el paganismo es una religiosidad campesina, elemental, espontánea. Ciertamente, hoy en día una sensibilidad pagana difícilmente se concretará como antaño. Hace tiempo que las hadas y los gnomos dejaron de habitar los bosques. Pero tampoco anda tan lejos: en su lugar, la fuerza de los árboles, la energía de las piedras, el destino astral… El paganismo se ha vuelto abstracto. Como nuestra entera existencia. Sin figuras que le ayuden a incorporar la creencia, tiene suficiente con la idea de poder. El problema es que al prescindir de las figuras de lo sobrenatural —ante la imposibilidad de que su creencia se haga cuerpo—, el trato con el mundo irá por un lado —como si no hubiera otro poder que el socioeconómico— y la creencia por otro. Algo parecido sucede con el cristianismo, sin embargo.

En cualquier caso, y como decíamos, esto es normal. Pues una vida ajetreada en un mundo secularizado no puede tener continuamente presente lo que se encuentra por encima o en las profundidades. Para que fuera así, deberíamos ocuparnos por nuestra cuenta y riesgo. Pero carecemos de tiempo. De ahí que nos baste con decirnos a nosotros mismos que hay algo más allá. Y si pretendemos compensar la enorme dispersión del día a día, siempre podremos comprar un curso de yoga o de piedras mágicas durante el fin de semana. Es como ir al gimnasio para quitarse de encima el sobrepeso… mientras seguimos alimentándonos en el McDonald’s. En el fondo, se trata de satisfacer una necesidad. Así, el individuo moderno anda en busca del sentido como quien busca el agua con la que saciar su sed. O un nuevo iphone. Nada que ver con un estar expuestos al exceso de Dios, un exceso que en verdad no apunta a lo gigantesco —algo así como un más de lo mismo—, sino a la elevación de un crucificado. Pero ¿quién podrá siquiera vislumbrarlo hoy en día?

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