contemporáneos

marzo 29, 2024 § Deja un comentario

Si lo vemos desde la óptica de un tiempo cósmico, aquellos con quienes nos cruzamos, los compañeros de trabajo, nuestros vecinos, cualquier transeúnte…, en definitiva, nuestros contemporáneos se revelan —esto es, son— como aquellos con quienes compartimos un destino o, si se prefiere, un estado de excepción. Hermanos. Incluso si inspiran nuestro desprecio.

Hay que distanciarse, por tanto, de lo que vemos a un palmo de nuestras narices —hay que coger perspectiva— para caer en la cuenta de lo que acontece. Antiguamente, quizá lo tuvieran más fácil. Pues nada era que, de algún modo, no representase o encarnara lo que se encuentra más allá Donde no hay altura, todo pasa y nada tiene lugar. De ahí que, sin cielos que valgan, para caer en la cuenta no tengamos más remedio que adquirir una perspectiva temporal. Y puede que este sea el último legado de la tradición bíblica. Al fin y al cabo, la profundidad es una cuestión de tomar distancia. Y tomarla para volver. Sin distancia, terminamos siendo reos de lo impersonal. Aunque nos guste.

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