la friolera

abril 3, 2024 § Deja un comentario

Cuentan que Sócrates murió serenamente. Como quien se toma unas copas. ¿Admirable? Quizá. Y digo quizá porque incluso en los últimos instantes, sigue habiendo ambigüedad. Pues ¿qué significó esa serenidad? Sin duda, pudo significar valentía. Pero también, una cierta inconsciencia. Es posible, aunque cueste de creer que quien bajo el peso de estas situaciones no siente ningún temblor no haya caído en la cuenta.

¿Cómo saberlo? ¿Juntando pistas? Por ejemplo, difícilmente alguien se atrevería a decir que Sócrates fuese un inconsciente. Pero, en cualquier caso, permanece la ambigüedad. ¿Murió el crucificado con fe? ¿O más bien maldiciendo su destino? Ese abandonarse a un Dios que dio la callada por respuesta ¿fue una interpretación a la luz de Is 53? No lo sabremos nunca por nuestra cuenta y riesgo. De ahí que sin testimonios no vayamos muy lejos. Pues la fe es, cristianamente, la fe en quienes dieron fe. Quizá reguemos fuera de tiesto donde pretendemos basar la esperanza en sentimientos que no salen de los recovecos de una psicología adolescente —de adolecer. Al fin y al cabo, el juicio —el esto es tal y como lo decimos—, al pretender decantar la ambigüedad, es un acto de fe. En definitiva, un debe ser así. Como viera Israel, nada se decide verdaderamente en el presente. Ni siquiera la verdad de Dios.

Deja un comentario

¿Qué es esto?

Actualmente estás leyendo la friolera en la modificación.

Meta