referencia, mundo y Dios
septiembre 25, 2024 § 1 comentario
Un martillo es algo más que un martillo. Es también, un clavo. Y una pared (o una tabla…) También es quien lo utiliza. Ahora bien, ¿por qué emplear aquí el verbo ser en vez del verbo remitir? Pues porque nada es que no aparezca —y ningún martillo aparece sin que, al mismo tiempo y de algún modo, aparezca el clavo. Ver un martillo implica ver un clavo (o una pared, un carpintero, etcétera).
Por consiguiente, decir martillo es decir mundo. El mundo es lo primero. Mejor dicho, un mundo. Así, en lo relativo al hombre, lo primero sería hallarse en medio del mundo. Incluso la reflexión que nos distancia del mundo —y que hace posible que nos comprendamos como los desgajados— ha sido previamente posibilitada por un determinado mundo.
La consecuencias teológicas son inmediatas. Y es que cristiandad significa “un martillo es, en última instancia, Dios”. Que Dios haya muerto —que nuestro mundo no sea ya el de la cristiandad— supone que al ver un martillo ya no podemos ver a Dios. Hoy en día, la remisión a Dios corre a cargo del individuo. De ahí que la creencia en Dios sea, modernamente, equiparable a la de quien da por hecho que los extraterrestres nos vigilan. A menos que las visiones de la fe nunca hubieran dibujado un mapa mental. Aunque nos dé esta impresión, debido precisamente al triunfo histórico de la cristiandad. Y es que la posibilidad a la que apunta la esperanza creyente es, estrictamente hablando, imposible, esto es, una posibilidad que ningún mundo puede admitir como suya. Sin embargo, solo por eso Dios es Dios —y no un titiritero espectral.
Es como si la fe se hubiera convertido en algo más abstracto y personal, similar a una teoría de la conspiración.
¿Quién sabe? Tal vez los extraterrestres también estén buscando su conexión con lo divino