ruptura epistemológica

noviembre 28, 2024 § Deja un comentario

¿Cómo sucede el cambio de marco epistemológico —de paradigma, del saber de fondo que determina cuanto hay en tanto que todo ver es siempre un ver como? ¿Cómo fue posible dejar de ver a Dios en todas las cosas? El cambio nunca es interno al paradigma. Un paradigma se resiste a la anomalía —a lo inexplicable—, casi por definición.

La cosa, diría, es como sigue. En un principio, el fuego fue evidentemente un regalo de los dioses. Y fue evidente porque el fuego caía del cielo. Posteriormente, aprendimos a hacer fuego, aunque este saber de entrada también fue debido al dios. El dios nos enseñó a pescar. Con los siglos, la razón descubrió el orden matemático. Los números que, en primer lugar, estuvieron al servicio de la contabilidad, pasaron a regir el cosmos. Pero esto, por sí solo, no nos obliga a prescindir de Dios. Dios escribe en el libro del cosmos con el lenguaje de la matemática, decía Galileo. Con todo, de ahí al Dios relojero media un paso. Y del Dios relojero a prescindir de Dios, otro medio, el que dimos una vez el capitalismo se encargó de disolver todo lo sólido en el aire. Aquello inicialmente inexplicable, el indicio de otro mundo —el milagro— deviene lo aún por explicar. Ciertamente, el modo de producción determina la cosmovisión —el ver como. Y no hay nada definitivo en el como… a pesar de que, al igual que los prisioneros de la caverna platónica, no sea fácil desprenderse de las sombras, de tomar lo nos parece que es como lo que es.

Sin embargo, el hallazgo griego consistió en confiar en la razón —en su exigencia— a la hora de trascender las apariencias en la dirección de lo verdadero —de lo que en verdad tiene lugar y no simplemente pasa. La teología fue la respuesta cristiana al reto de una razón que, frente al imaginario mítico, solo admite un arjé impersonal. El haber de Dios tenía que ser, también, accesible a la razón… si es que el cristianismo tenía que eludir el relativismo histórico. Y ello porque la verdad del Dios cristiano —la que se nos revela en la cruz— no admite perspectiva. Con todo, el precio a pagar por el uso teológico de la razón será la ruptura entre religión —la cristiandad— y fe. O de otro modo, entre la creencia como suposición y la mística, la cual, como insistía JB Metz, frente al misticismo oriental, mantiene los ojos abiertos. Por no decir, desorbitados.

Otro asunto es que esta ruptura conserve en su seno una cierta continuidad con lo que deja atrás. Pues, por volver a la caverna… o a los evangelios, el ascenso atraviesa diferentes fases. Jesús de Nazaret no comenzó pisando Getsemaní. Al fin y al cabo, el cuerpo también tiene derecho a participar del saber. Aunque, a menudo, olvide quién lleva las riendas.

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