esse est percipi

enero 27, 2025 § Deja un comentario

La sentencia de Berkeley —esse est percipi— suele dar pie a malentendidos. Pues por lo común se entiende como si nos dijera que no hay nada que no se manifieste, de un modo u otro, a los sentidos. Pero el significado de la sentencia va más allá. Y es que, como sabemos, para el empirismo no hay idea —incluyendo la idea de sustancia o cosa— que no sea el resultado de una construcción mental sobre la base de sensaciones. Por tanto, no es que nuestra manera de percibir cuanto es deforme en cierta medida “la realidad” —no es que nuestra mente sea como una espejo cóncavo—, sino que no hay realidad más allá de la imágenes que se forman en nuestra mente. Esto es, no hay una realidad en sí que subsista por debajo de nuestras supuestas representaciones mentales de la misma. De ahí que si nuestro modo de integrar las impresiones que recibimos del exterior fuese muy distinto —por ejemplo, si fuésemos incapaces de asociar formas y sonidos—, no es que el mundo nos pareciese muy diferente, sino que sería muy diferente.

En cualquier caso, este es el resultado de partir de la sospecha y no del asombro. Y es que donde la pregunta inicial es aquella que se interroga sobre las condiciones de la certeza, si la hubiese, el final del trayecto será inevitablemente un yo incapaz de asegurar la verdad de sus afirmaciones acerca del mundo. Otro gallo cantaría si la pregunta fundamental fuese por qué hay algo en vez de nada. Al fin y al cabo, los presupuestos de la interrogación inevitablemente forman parte de la respuesta. Y la sospecha solo puede ejercerse como método donde la conciencia de sí se sitúa en el centro del mundo, ocupando el lugar de la alteridad propia de lo real.

Probablemente, se trate de un malentendido.

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