conocimiento sensible
julio 15, 2025 § Deja un comentario
Nos dicen que nuestros deseos son un implante. Esto es, que no son nuestros. Y lo admitimos. Pues el argumento resulta inobjetable. Pero seguimos identificándonos con ellos —seguimos creyendo en su promesa. Como si no lo supiéramos.
Ahora bien, caeríamos en la cuenta, es decir, veríamos de qué se trata— si, tras finalizar el experimento del que formamos parte, nos dijeran que nuestros últimos deseos nos fueron directamente inyectados en nuestra mente. Tendríamos un conocimiento sensible de la situación.
Esta incoporación del saber —este hacer cuerpo— no equivale al momento eureka de Arquímedes. Al igual que el asombro no equivale a la curiosidad. No es lo mismo entender que comprender. De ahí la importancia de las imágenes a la hora de incorporar un caer en la cuenta.
El problema de las imágenes, sin embargo, es que fácilmente creemos en ella —fácilmente nos las tomamos demasiado en serio—… cuando lo cierto es que no cuentan toda la historia, por no decir que, sencillamente, no dan en el clavo de la verdad. Ciertamente, el memento mori que nos libera de lo que nos sucede y no importa lo tendríamos más presente si pudiéramos creer que nacemos incubando un alien que, tarde o temprano, terminará destripándonos. Pero, en ese caso, tampoco viviríamos. De ahí que nuestra relación con la verdad sea, cuando menos, tensa.
Y quizá sea por este motivo —porque las imágenes conducen fácilmente a la idolatría, a tomar el símbolo por lo que simboliza— que Israel se decantó por la shemà: antes que caer bajo la seducción de las imágenes, recuerda —ten presente— las historias que nos condujeron a la fe.
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