el buen salvaje y Platón
octubre 11, 2025 § Deja un comentario
La nostalgia de la vida primitiva o elemental que sentimos aquí en Occidente sugiere, cuando menos, que, como individuos, hemos pasado a ser otra cosa. De hecho, esta otra cosa comenzó su andadura en la Atenas del siglo V aC. O mejor dicho, cuando Platón escribió aquello de que una vida examinada —es decir, una vida que se cuestiona a sí misma por mor de la verdad— posee más valor que una vida sin examinar. Y es que el examen de sí nos distancia de lo que nos liga a la tierra, a saber, la perspectiva, la visión espontánea de cuanto hay, la inocencia, no siempre inocente, de nuestro trato con las cosas… y los demás. Cuando sabes, como mujer, que tu mala suerte con los hombres —siempre has acabado con aquellos que terminan machacándote— obedece a que, inconscientemente, quieres redimir a tu padre, un machacador, las relaciones que puedas tener con los hombres difícilmente serán naturales.
Suele decirse que cada pueblo, incluso los primitivos, tienen su filosofía. No es cierto. En cualquier caso, su sabiduría, una particular cosmovisión. Pues la filosofía supone un poner en suspenso, precisamente, la visión más espontánea del mundo, las creencias que damos por ciertas, en definitiva, lo que nos parece que es. Hay asombro, sin duda, en el filósofo. Pero también en el buen salvaje —aunque quizá no fuese tan bueno como se lo imaginaron los primeros modernos Ahora bien, lo que hay en el filósofo, sobre todo, es escepticismo. Y no porque no crea que haya algo así como lo verdadero —lo que en verdad tiene lugar en lo que sucede—, sino porque, de hecho, lo hay, aunque no para nosotros. Para nosotros, la paradoja, la perplejidad, la extrañeza de sí… una extrañeza que no parece encontrarse en quienes viven perfectamente integrados en la madre naturaleza.
El ecologismo nunca podrá reconciliarnos con esta. Los filósofos ya se encargaron de cortar el cordón umbilical. En cualquier caso, la corriente ecologista nos empujará a ponerle un parche a los rotos, a ir reparando las vías de agua de un barco que en modo alguno puede volver al puerto. Tampoco es un asunto sin importancia.
Deja un comentario