el pueblo elegido
diciembre 17, 2025 § Deja un comentario
De la monolatría —un dios de nuestra parte— al monoteísmo —un Dios presente como el ausente o por venir— a través de un duro exilio. La elección de Israel ya no significará un favoritismo, sino la responsabilidad del testimonio.
La seriedad —el sentir de lo verdadero— comienza donde los mapas mentales —las perspectivas— saltan a pedazos.
Marta y María y el mazapán de El Corte Inglés
diciembre 15, 2025 § Deja un comentario
El padre, moribundo, pide un mazapán. La hija menor le ofrece uno del club del gourmet, el mejor. Carísimo. La mayor se lo recrimina: si no se dará ni cuenta y lo agradecerá igual; y sabes que no vamos muy bien de dinero. Pues eso. Marta y María.
una más
diciembre 7, 2025 § Deja un comentario
No puedo evitar la impresión de que la fe de muchos creyentes reposa, principalmente, en el gusto. Esto es, en el me siento bien creyendo en que hay un Dios que se preocupa por mí y en Jesús como hombre de Dios. Bueno, es lo normal. Nadie se pregunta por la verdad de su suposición. Ahora bien, el problema de escamotear la pregunta por la verdad es que entonces la creencia se encuentra exclusivamente al servicio de uno mismo, de su necesidad de sentido.
Con todo, la cruz, antes que cualquier argumento, constituye la prueba del nueve, la que hace posible el tránsito de la creencia a la fe. De hecho, este es el camino que recorrió el enviado —y que debe recorrer de nuevo el creyente.
Israel y el nihilismo
diciembre 6, 2025 § Deja un comentario
Decíamos: nihilismo significa que, desde la óptica de un tiempo sin final, da igual una operación de exterminio que la sonrisa inocente de un niño. Otro asunto, obviamente, es que no nos lo parezca. Pero que no nos lo parezca no significa, y con igual obviedad, que no sea así. El movimiento de las galaxias seguiría imperturbable etsi homo non daretur.
Ahora bien, probablemente Jerusalén fue más lúcida que Atenas con respecto a este asunto. Pues Israel intuyó lo siguiente: que la vida nos ha sido dada desde el horizonte de la nada, del retroceso de Dios; y que, por esos mismo, debemos preservar la vida en nombre de Dios, esto es, en su lugar. Israel no se atreve a proponer un sentido que dote de sentido al cumplimiento del deber. Israel no dice: hay que cumplir la Ley porque solo de este modo alcanzaremos la dicha moral, sino hay que obedecer por obedecer…. y luego ya entenderemos. Pues vida y obediencia son las dos caras de una misma moneda. Kant fue, en el fondo„ un converso.
Por tanto, que el nihilista sostenga que la existencia carece de sentido —que no hay meta— apenas importa. Simplemente, porque el tema no es que la vida tenga o no sentido, sino qué hacer una vez caemos en la cuenta del acontecimiento. El resto no se decide desde nuestro lado. Si es que se decide..
elegidos
noviembre 29, 2025 § Deja un comentario
La noción de elección divina ha jugado un papel, me atrevería a decir que constituyente, en la formación del sujeto occidental, el cual tiene dos vectores: el que apunta al sacerdote y el que apunta al übermensch nietzscheano. El punto de partida, como es sabido, fue la autocomprensión de Israel como pueblo elegido. Aquí Israel dio una vuelta de tuerca con respecto a la monolatría inicial: no es solo que Israel tuviera un dios de su parte, sino que, como pueblo, había también sido elegido para dar testimonio a la humanidad del Dios verdadero, lo que no coincide exactamente con un dar cuenta de la verdad de Dios —de hecho, este será el paso que dará Atenas. Esta vuelta de tuerca afecta, es evidente, a la experiencia misma de la divinidad. Al menos porque Dios deja de percibirse como simplemente lo gigantesco. Abraham, el primer creyente, responde a una llamada —y, a partir de ese momento, creer será responder a la invocación de Dios. Y todo responder carga con una responsabilidad.
El profetismo supuso igualmente un paso al frente en esta dirección. Y es que el profeta no es alguien capaz de conectar con la otra dimensión, sino el llamado. El chaman no tiene vocación de chaman. Pero fue en los tiempos de Ezequiel en donde la elección recayó oficialmente en el individuo. La salvación comienza a comprenderse como un asunto judicial: los fieles serán absueltos, mientrras que los impíos, condenados. Paralelamente, desde el horizonte apocalíptico en el que se inscribe el cristianismo, la llamada va adherida a la proclamación: id y anunciad fue el mandato sin el cual la resurrección, de haberla habido, no habría sido más que un fenómeno paranormal.
¿Por qué entonces esto de los dos vectores? ¿Quizá porque la raíz es la misma? Tan solo hizo falta que la palabra Dios perdiera su relevancia social como para que el hombre ocupase el lugar de Dios. El sujeto moderno ya no se comprende a sí mismo como jugando un papel en la historia de la salvación, un relato de trazo cósmico, sino como el que debe transformar el mundo por su cuenta y riesgo, un deber que no responde a ninguna llamada de lo alto, sino únicamente al impulso. Conatus essendi. Como si la llamada procediera de lo más profundo de la psique. Como si la invocación solo pudiera entenderse únicamente como inquietud.
Sin embargo, aquí la sospecha podría ejercerse contra sus maestros. Pues quién se cree el héroe de la transformación ¿acaso no es el títere de una anónima voluntad de poder cuyo principio es el de si es posible, debe realizarse, sean cuales sean las consecuencias? ¿Acaso no es este el principio mismo de la voracidad capitalista?
cristo-lógicas (3)
noviembre 22, 2025 § Deja un comentario
Quien busca la fuente de la vida, precisamente, en una fuente ¿no es, por eso mismo, un idiotés? Literalmente, alguien que ve —y piensa— con el ombligo. Como el que va hurgando entre los desperdicios con la intención de encontrar algo con lo que saciar su hambre. Muy distinto es el del ánimo del que anhela un con quien. Comenzando por el de Dios. Pues ¿acaso no se nos dijo que Dios, en verdad, renunció a su forma divina con la voluntad de encontrarse con el otro de sí mismo, en definitiva, con alguien? ¿Es no fue este su acto más creador? El asunto trasciende la inclinación a la compañía. ¿La razón? El con quién significa con quien quiero ser. Y esto equivale a preguntarse qué quiere de mí aquél con quiero ser. Pues aún no serás nadie mientras no respondas a su demanda.
cristo-lógicas (2)
noviembre 21, 2025 § Deja un comentario
Si Dios es algo, entonces es irrelevante como Dios. ¿La salvación? Acertar con la fuente de la vida. Como quien acierta con el enchufe. Sabiduría, en cualquier caso. Pero seguiremos estando solos. En el fondo, el espíritu religioso es el del niño abandonado que busca a su madre —que busca la relación, el vínculo, la religación. El algo no se interesa por nadie. La matriz —el océano— aún está lejos de ser mamá. Más: el debe —el error— no puede imputársenos por entero. Pues el conflicto es demasiado característico como para reposar sin mala conciencia. ¿Quién podría admitir una paz eterna sin tener la sensación de hallarse en un mundo virtual? Además, Dios, como alguien, ¿no permanecería extrañado de sí mismo o, como decíamos, más allá de su divinidad? Ciertamente. Y en ese caso, ¿no querría ser, precisamente, otro? Pero el otro de Dios ¿no es, acaso, el sin Dios?
cristo-lógicas (1)
noviembre 20, 2025 § Deja un comentario
Si Dios fuese alguien —si fuese una especie de ente espectral tamaño big size—, entonces en sí mismo estaría más allá de sí mismo, esto es, de su divinidad. Es lo que tiene la estructura de la subjetividad: un continuo diferir de los rasgos con los que uno se identifica. Ahora bien, lo que esto significa es que en sí mismo no es nadie. O, también, que ese más allá de su divinidad es, precisamente, el cuerpo de un abandonado de Dios —de un sin Dios.
Más aún: Dios es más que divino —Dios se realiza como hombre de Dios— porque el abandonado de Dios se abandonó a Dios. Y por eso, Dios es.
ahí arriba (y 2)
noviembre 10, 2025 § Deja un comentario
Si es verdad —y lo es— que los capaces de Dios son los que claman a Dios por Dios donde no parece que haya Dios, ¿cómo podemos creernos capaces de Dios donde damos por descontado al dios que nos atiende desde su más allá? ¿Acaso no sufriremos del mal de las primeras filas (Lc 18, 9-14)? ¿Es que Dios no respondió al clamor de los sin Dios con un crucificado en su nombre?
ahí arriba
noviembre 5, 2025 § Deja un comentario
Hablas con Dios y crees que Dios te escucha. ¿Dios?
Es verdad que el de Nazaret fue diciendo aquello de que pedid y se os dará. Pero a él se le dio el cáliz que no pidió, aun cuando aceptó.
Más aún: cómo te quedas creyendo que Dios te escucha, sabiendo que hay tantos que muerden el polvo clamando a Dios por Dios.
not religio
octubre 27, 2025 § Deja un comentario
Para comprender mejor por qué el cristianismo no es, estrictamente, una religión entre otras, basta con tener en cuenta que, tanto el docetismo como el arrianismo, acaso los dos corrientes cristianas que, durante los primeros siglos, a punto estuvieron de sobrepasar la interpretación que terminaría siendo la canónica —la que se cristalizó en la dogmática cristológica—, fueron, de hecho, una lectura religiosa del acontecimiento de la cruz. Y es que, tanto si Jesús es visto como Dios disfrazado de hombre, como si solo es admitido como hombre de Dios pero no como Dios —un hombre de Dios que, tras su muerte y por sus méritos, fue elevado a la altura de Dios… a la manera de los héroes de la antigua Grecia—, Dios permanece en la alturas como un Dios ya realizado, esto es, al margen de su encarnación. Ahora bien, no es esto lo que confiesa el cristianismo. El Dios verdadero y hombre verdadero del credo no hace buenas migas con la revelación. Y es que el Padre no es sin el Hijo, ni el Hijo sin el Padre. Y esto, evidentemente, no dejan las cosas de Dios como estaban.
Otro asunto es que el docetismo o el arrianismo hayan sobrevivido históricamente en la mente de muchos cristianos, bajo la forma de un cristianismo conservador o de izquierdas, respectivamente. De hecho, si hubo cristiandad es porque la Iglesia toleró de facto lo que de iure condenó.
sentir a Dios
octubre 26, 2025 § 1 comentario
La fe hay que vivirla. Dicen. Y en cierto modo es así. Sin embargo, en la promoción de la fe se insiste en el sentimiento. Así, solemos aplaudir a quienes manifiestan sentir a Dios. Y quien dice aplaudir dice poner como ejemplo. También tiene que ser así. Pues es una mala idea comenzar la casa por el tejado. No se les puede exigir a quienes comienzan a salir, pongamos por caso, que se amen de verdad. Pues el amor, de darse, siempre se dará a mitad de trayecto o, lo que es más común, en la tercera fase, cuando los amantes tienen algo que hacerse perdonar y no, meramente, disculpar. En los inicios, prevalece la ilusión del unboxing, la excitación corporal, el enamoramiento que pasa por amor —y es bueno utilizar esta palabra antes de tiempo… para que, precisamente, pueda haber amor, con el paso de los años.
¿El problema? Detenerse en el sentimiento. O creer que la experiencia consiste en el sentir que existimos bajo el amparo de Dios. Pero el sentimiento es frágil… salvo que sea terminal. De ahí que el sentir de los satisfechos poco tenga que ver con el de quien ha experimentado realmente a Dios. Al menos, porque la experiencia de Dios divide la existencia en un antes y un después. Nada volverá a ser como antes.
De hecho, la experiencia de Dios, la que nos obliga a dar el salto de la fe, tiene lugar, precisamente, cuando no hay sentimiento que la apoye. O mejor dicho, cuando el sentimiento es el de una profunda desolación o desamparo. Oscar Romero, antes de morir asesinado dando el pan de cada día a quienes no tienen pan, hacía meses que se sentía incapaz de sentir a Dios. Y es que Dios no pronunciará su Palabra, si antes el creyente no ha cargado sobre sus espaldas el peso de su silencio. Ninguna fe mientras no nos sangren las rodillas.
Al igual que los amantes que no superan la decepción que sucede al unboxing nunca sabrán qué significa amar, el creyente difícilmente podrá dar el paso de la fe donde siga creyendo que el sentimiento de hallarse bajo la presencia de Dios es el no va más de la experiencia de Dios.
Simple. Pero, a la vez, tan difícil. Pues tampoco es algo que podamos humanamente preferir: que pase de mí este cáliz.
ateísmo, agnosticismo y religión
octubre 24, 2025 § Deja un comentario
Suelo decir que el cristianismo está más cerca del ateísmo que de la religión. La razón es que la religión, en general, suele responder a las preguntas últimas antes de tiempo. Y, desde la óptica cristiana, incluso la verdad de Dios se halla en manos de Dios, por así decirlo.
Sin embargo, ¿por qué ateísmo y no agnosticismo? Acaso porque el agnosticismo deja la puerta a que haya algo más allá. Es decir, admite la posibilidad de que la religión dé en el clavo. Ahora bien, es posible que la religión dé en el clavo. Pero aún no será el clavo de Dios.
Y es que cuestión, diría, no es que haya algo más, sino si, al final, podremos vivir en paz, como hijos de un mismo padre. Que Caín no vuelva nunca más a alzar su mazo contra Abel. De haber algo más ahí arriba , no sería Dios, sino a lo sumo dios. Y esta es la cuestión porque, para la tradición bíblica, la realidad de Dios, su extrema trascendencia, no tiene nada que ver con más de lo mismo, pero a lo grande y ahí arriba, sino con la promesa —el por-venir— de Dios. El asunto se las trae. Al menos, porque la realización de Dios —su presentarse— va con el final del mundo. El haber de Dios nunca fue el de los entes. Ni siquiera donde añadimos superiores.
De ahí que, desde los comienzos, el horizonte de la esperanza creyente fuese una nueva humanidad, la recreación, un reset de dimensiones cósmicas, en definitiva, la resurrección de los muertos. Hablamos, sin duda, de lo increíble por imposible. Es en este sentido que me refiero a la la proximidad con el ateísmo. Y es que sostener que no podemos esperar nada más allá, salvo lo imposible, es casi como decir que no hay nada que esperar. Y sin el casi, de entender el cristianismo como la gran ironía de Occidente.
Quizá no sea causal que la revolución sea un asunto de raíz cristiana. Pues revolución significa hacer tábula rasa del pasado para comenzar de nuevo. Pero nada nuevo puede surgir de unas manos que aún conservan los restos de la sangre de Abel. Sencillamente, sin Dios, Nietzsche tiene razón. No esperes más que la reiteración, los mismos perros, con distintos collares.
¿El problema? Que no vamos a refutar a Nietzsche donde nos limitamos a decir aquello de siento que hay un Dios que me ama locamente. Quiero decir que el cristianismo tiene sus días contados donde se limita a cultivar el narcisismo espiritual. A menos que se conforme con la secta, renunciando a su catolicismo. Sin duda, es posible que sobreviva su ethos. Pero sobrevivirá, sin la excusa de Dios. Es decir, con culpable ingenuidad.
los malos
octubre 23, 2025 § Deja un comentario
Hay quienes parece que disfruten haciendo daño. Son los malos. Espontáneamente, podríamos decir que hay buena hierba y mala hierba, quienes nacen predispuestos a la bondad, y quienes se sienten inclinados hacia el mal. Sin embargo, muchos creen que la maldad es algo así como una crosta de la que podríamos desprendernos; que, en el fondo de cada uno, habita el amor al bien. La pregunta es si esto es así o, más bien, estamos ante una creencia en la que necesitamos creer, un trankimazin.
En cualquier caso, lo cierto es que, cristianamente, cabe una condena eterna —cabe el irredimible. Pues aún podemos rechazar la redención que se nos dio de antemano. Así, podría suceder que el soldado que sigue con vida gracias a sangre de su víctima —la sangre que ahora corre por sus venas—, coja de nuevo el fusil para terminar el trabajo. Es posible volver a crucificar a Dios, la posesión demoníaca. Freud nos habló de la pulsión de muerte. Probablemente, no regase fuera de tiesto. En este sentido, recuerdo aquel fragmento de Ernst Jünger en el que sintetiza su paso por las trincheras de la guerra del 14: la primera muerte no puedes soportarla; con la segunda, te acostumbres; la tercera la deseas.
Ahora bien, para que pudieran haber ángeles de Dios, uno tuvo que caer, el más lúcido, el que siempre niega. Y caer junto a Dios, tal y como podemos leer en el Libro de Job.
Todo lo profundo siempre fue muy extraño.
lecciones del Gólgota
octubre 22, 2025 § Deja un comentario
Frente a la hipótesis, la suposición, ¿qué es la fe? Simple: seguir confiando donde ya no somos capaces de seguir confiando. Fe es fidelidad al amo… donde el amo parece habernos abandonado. Y una fidelidad confiada en que finalmente no sea así. Ciertamente, hablamos de algo que anda rozando lo insensato.
Así el creyente confía en que, al final, el verdugo no se saldrá con la suya… a pesar de que las evidencias le dan a entender lo contrario. Y a pesar también de que ignore el cómo. El horizonte de la fe, por tanto, es la liberación, un mundo en el que la impiedad quede sepultada por la bondad. En definitiva, una nueva humanidad —el Reino. Y aquí sigue habiendo mucha insensatez.
Sin embargo, aún podemos hacernos un par de preguntas. Si la fe presupone un amo —un Señor—, en definitiva, una situación de dependencia, quien, por carácter o modernidad, no admite hallarse en manos de ¿podrá dar el paso de la fe? Esta ¿acaso no exige un sujeto infantil? Por otro lado, de realizarse la esperanza creyente, ¿hasta cuándo podríamos soportar un mundo sin sombra?
Con todo, estas preguntas no se las hace el desesperado, el que se encuentra en la situación de creer. Pues la fe, a diferencia del mapa mental, es un clamor que da un paso al frente. Ahora bien, por eso mismo, el sentido de la fe no pertenezca a quien da el paso. Salvo que regrese con vida de la muerte. Pero este ya es otro cantar.
simul
octubre 20, 2025 § Deja un comentario
Que en la vida hay quienes salen ganando y quienes pierden —quienes someten y quienes viven sometidos, quienes cuentan y quienes no— es algo que se ve a lo lejos cuando todo a nuestro alrededor está en orden. Un trabajo digno —o más que digno—, unos hijos que crecen saludables y sin preocupación… al fin y al cabo, una amable rutina, un hogar. Para quienes vivimos en la posición de confort, el cristianismo es un mapa mental que, con la excusa de Jesús de Nazaret, promueve los buenos sentimientos. Hay otros mapas. En los setenta, se hablaba de cristianismo burgués.
Sin embargo, la revelación —la que te deja en un estado de suspensión— solo alcanza a quienes viven a flor de piel el haber sido expulsados del mundo, el derrumbe de los cielos. Y por nuestra violencia, la cual también está hecha con los materiales de una desahogada indiferencia.
¿Estiércol? Sin duda. Pero aquí hay que tener presente que no hay flor que crezca donde la tierra no ha sido abonada. Como también es cierto que demasiado estiércol quema la planta. Simul.
de la misma naturaleza
octubre 19, 2025 § Deja un comentario
El Credo, como sabemos, declara que el Hijo es de la misma naturaleza que el Padre. El asunto se las trae. Pues si partimos del Padre, es decir, si asumimos el presupuesto de la sensibilidad religiosa —Dios, arriba, siendo un ente aparte, y la humanidad, abajo—, entonces fácilmente caeremos en la lectura doceta de la Encarnación: Jesús de Nazaret es, sencillamente, Dios… solo que con un disfraz humano. Como sabemos, esta lectura fue rechazada por la Iglesia, casi desde el principio. Pues, de ser así, lo que quedaría comprometido es, precisamente, aquello de y hombre verdadero.
Por tanto, si la Encarnación es el hacerse hombre de Dios, entonces la naturaleza de Dios, su modo de ser, no es anterior a este hacerse hombre. En cualquier caso, lo anterior sería la voluntad de Dios —la voluntad que es Dios en sí mismo— de reconocerse en su imagen, en definitiva, su kenosis. El crucificado no fue el avatar de Dios, sino su quién.
Ahora bien, entender esto último supone entender que el que Dios sea un Dios con cuerpo —y un cuerpo humano— no significa, simplemente, que Dios sea simplemente humano, ni mucho menos que el hombre sea Dios: significa que Dios es ese hombre que cuelga de una cruz, el abandonado de Dios que, con todo, permaneció fiel a Dios. No hay otro Dios.
Ciertamente, es más fácil, religiosamente hablando, seguir con la interpretación doceta —o, en su defecto, arriana. Y, por eso mismo, la Iglesia ha perdurado a lo largo de dos mil años porque pastoralmente toleró las herejías cristológicas que oficialmente tuvo que condenar para preservar la revelación. Al fin y al cabo, la verdad solo sobrevive históricamente a costa de su simulación.
las dos trascendencias
octubre 16, 2025 § Deja un comentario
Para la religión, la trascendencia es ubicable, un asunto espacial: hay una dimensión superior y de la cual solo obtenemos señales. En cambio, para la fe bíblica, la trascendencia es temporal, un porvenir: Dios no se encuentra en los cielos, sino tras el final de los tiempos. Aquí la trascendencia de Dios es la de su retroceso, el que dio pie al mundo, hacia el futuro del hombre como el futuro mismo de Dios. Y aquí, en vez de señales, contamos con historias, tan humanas que rozan lo sobrehumano.
No parece que se trate de lo mismo. Aunque siempre hay parroquianos que intentan cuadrar el círculo diciendo que la trascendencia es espacio-temporal. Claro.
la resurrección y el poder de Dios
octubre 15, 2025 § Deja un comentario
El creyente permanece a la espera de Dios. Pero ¿a quién —o qué— espera? ¿Al ente superior? ¿Su intervención milagrosa? Y quien espera de este modo, ¿acaso no espera como el niño que da sus primeros pasos espera a que papá le levante de nuevo?
El cristianismo fue, desde el principio, tremendamente provocador. ¿Esperáis a Dios? Ahí lo tenéis, colgando de un madero. Ciertamente, no parece que esto fuese lo que esperaban quienes le siguieron. Pero, con el crucificado, Dios cumple su promesa. ¿Un abandonado de Dios es el que satisface la esperanza creyente? ¿En serio? ¿No estamos cerca del desmentido? ¿Se ríe Dios de sus fieles?
Por supuesto… Sin embargo, hubo resurrección, se nos dirá. La historia no termina en el Gólgota. De acuerdo. Ahora bien, también hubieron dioses en la Antigüedad. Pero ya no pueden haberlos para nosotros. Para nosotros meras fuerzas que los antiguos vieron como expresión del poder de un dios. Modernamente, la interpretación religiosa que iba incrustada en la visión ha quedado separada de la visión. Y este es el tema, hoy en día: que no sabemos ya qué hacer con la resurrección. Ni siquiera, de viajar en el tiempo como periodistas del pasado, podríamos ver lo que ellos vieron. Como no podríamos sentir la presencia de Vulcano en el estallido de un volcán. Ahora bien, sin resurrección la fe cristiana se tambalea. Pablo dixit.
Es cierto que para los primeros cristianos las apariciones y la tumba vacía fueron señales. Entre el no está donde lo dejaron y el he visto al Señor se coció el porvernir, una nueva esperanza. Unos creyeron que dichas señales apuntaban a la simple exaltación del crucificado. Otros, a su haber sido levantado de entre los muertos por el poder de Dios. Estos últimos, terminaron, como sabemos, imponiendo su lectura. Y de esas lluvias los lodos de la cristiandad. En cualquier caso, hoy en día, María de Magdala sería una alucinada. Como lo es el chamán que nos cuenta sus visiones tras cruzar la puerta, con la ayuda de unas dosis de peyote. Pues en nuestro mundo no puede darse lo que, en el de la Palestina de entonces, fue, cuando menos y para algunos, una posibilidad: la posibilidad de lo imposible. Si vieron lo que vieron es porque su marco mental era el de la apocalíptica judía, un marco que, evidentemente, en modo alguno puede ser el nuestro.
Quizá no fuese casual que, en el evangelio más tardío —y por eso mismo, más madurado teológicamente—, cruz y resurrección fueran presentados como dos caras de lo mismo. Pero ¿qué es ese lo mismo? Pues, ni más ni menos, que la identificación de Dios con un crucificado en su nombre: Dios es Jesús.
Y de ahí a la dogmática trinitaria media un paso, un paso que el cristianismo dio a lo largo de cuatro siglos. Y es que la confesión creyente no deja las cosas de Dios como estaban.
Con todo, esta identificación solo posee fuerza motivadora —esto es, anima una nueva esperanza— donde aún cabe confiar en el poder de Dios. ¿De qué poder hablamos, sin embargo? Si nos tomamos en serio lo que significa que Dios sea un Dios encarnado, entonces este poder no puede ejercerse ex machina, es decir, al margen de los cuerpos de quienes vuelven con vida de la muerte, comenzando con el del crucificado. Y aquí, como siempre, hemos de recurrir a las historias que hay detrás de las fórmulas cristianas para, cuando menos, comprender de qué va este asunto. Así, basta con tener presente, por ejemplo, a la madre que amó al hijo que engendró tras una violación como el hijo que Dios le dio. Una locura. O mejor, un imposible. Aquí hay que tener en cuenta que esa madre, tras el trauma, está muerta: ningún porvenir que no sea miserable. ¿Un caso de resiliencia? Sí… si únicamente se tratase de una superación psicológica que la víctima logra por su cuenta y riesgo. Pero aquí hay un niño de por medio, un inocente fruto de la violencia, un responder al cruel desafío de Dios. Y por este gesto —un gesto que interrumpe la continuidad de lo histórico— cabe esperar un nuevo mundo, una nueva humanidad. Aun cuando no sepamos cómo sucederá. Ni si sucederá. En cualquier caso, Ha-Satán no debe alzarse con la victoria.
En el principio está el final, ciertamente. Quizá no sea anecdótico que Lucas comience su evangelio con el anuncio de María.
catástrofe
octubre 12, 2025 § Deja un comentario
Catástrofe significa, literalmente, la caída de los cielos estrellados sobre nuestras cabezas. La catástrofe hace saltar por los aires nuestros mapas mentales, en definitiva, nuestro mundo. ¿Qué queda, por tanto? No un mundo, sino su ruina, una pura exterioridad. Todo deviene oscuridad y silencio. Aunque sea mediodía. Y tú frente a ese ahí, sin mundo.
Hay que reconocer la audacia cristiana cuando nos hace ver que lo de Dios comienza justo en ese momento.
teodicea básica
octubre 9, 2025 § Deja un comentario
Todavía hay creyentes que se preguntan por qué, habiendo Dios, hay tanta maldad y sufrimiento injusto. Aquí, las respuestas suelen ser desconcertantes, por no decir ridículas. Que si Dios, con todo, nos acompaña siempre, como la enfermera que le da su mano al que agoniza en el hospital; que si Dios prefiere dejarnos libres, antes que intervenir; que si Dios sufre con los que sufren,,, Y digo desconcertantes, porque no diríamos de una madre, pongamos por caso, que es una buena madre… si dejara que su criatura se arrojara desde un balcón porque decidió arrojarse o si sufriera junto al hijo que sufre… sin hacer nada para que dejase de sufrir.
Siendo más sofisticados, algunos teólogos recurren al libro de Job para simplemente decir que ignoramos el porqué —y no puede ser de otro modo, tratándose de Dios. Sin embargo, al sostenerlo, acaso demuestren tener poca perspicacia. Pues una lectura más penetrante del libro de Job nos haría caer en la cuenta de que, ciertamente, hay bien —o gracia— porque hay Dios… pero también de que hay desgracia porque hay Dios. La luz y la oscuridad son debidas al mismo Dios (Is 45,7). Pero no porque Dios lo quiera, sino porque tanto el don como el horror se desprenden de la extrema trascendencia de Dios, un trascendencia que, siendo extrema, anda rozando la inexistencia.
El problema de la pregunta de la teodicea tal y como habitualmente se entiende —¿por qué Dios lo permite?— es que apunta al Dios que espontáneamente concebimos como Dios, algo así como un ángel de la guarda big size, … y que nada tiene que ver con la realidad de Dios. Así, la cuestión teológicamente relevante es si la historia tendrá o no un final. Es decir, si al final se separará el trigo de la cizaña o si, más bien, no cabe esperar más que la eterna reiteración de lo mismo. En definitiva, hablamos de quién podrá más, si el Dios de la Justicia, el que decidió tomarse un descanso tras el sexto día, o el príncipe de este mundo. Y, evidentemente, no es algo que sepamos. Creer antes de tiempo, dando por descontado que la película terminará bien, más que una ingenuidad es un tomar el nombre de Dios en vano. Pues creer no es suponer.
De ahí que la pregunta no sea si hay o no hay Dios, sino si lo habrá. O mejor dicho, si regresará. No es casual que el dirigirse a Dios propio de un crisitiano sea un clamar no ya por la presencia de Dios, sino por la vuelta de aquel sin el cual Dios no es aún nadie. Maran atha.
carpintero
octubre 6, 2025 § Deja un comentario
Podemos discutir sobre qué rasgos comparten el Dios cristiano y la divinidad a la que apuntan las diferentes religiones. E incluso creer que ese denominador común, de haberlo, es propiamente Dios —y que el resto son perspectivas. Pero, en cualquier caso, eso lo haremos siempre desde la distancia. Así, difícilmente entenderemos que la fe, aunque se exprese oficialmente a través de una serie de declaraciones, es un clamor, algo así como agarrarse a un clavo ardiendo. A pesar de que, cristianamente, sea un clamor esperanzado. Y cuando digo esperanzando no me refiero a ingénuamente esperanzado. Pues el clamor creyente —el maranathá con el que concluye el Nuevo Testamento— conserva el temblor de piernas. Como el resucitado conservó las marcas de la crucifixión.
otra de Job
octubre 5, 2025 § Deja un comentario
¿De verdad? ¿Un Dios que se interesa por nosotros? Cambia de óptica. Como tuvo que hacer el bueno de Job. Entonces quizá te preguntes ¿cómo pudimos tomarnos en serio que hay un Dios que nos quiere y además sentir a flor de piel que no somos más que polvo? ¿Puede haber un Dios que tenga en cuente a los que no cuentan y, por eso mismo, seguir siendo Dios? Quizá hayamos olvidado qué significó inicialmente la palabra Dios.
Los autores de los libros sapienciales supieron ver que Dios se encuentra por encima del dios conveniente, el dios de nuestra parte. Y que, consecuentemente, la actitud es la de quien cae de rodillas ante el exceso que supone que tanto la luz como la oscuridad —la bondad y el exterminio—sean debidas a la radical trascendencia de Dios (Is 45,7). De ahí que la realidad de Dios no pueda entenderse en los términos de un Dios-ente, ni siquiera superior o, si se prefiere, supremo. El verdadero más allá no es el de otro mundo. De haberlo, su trascedencia sería, obviamente, relativa.
Moisés añadió un capítulo extra. Pues vio que, de la trascendencia de Dios, se desprende la Ley que nos obliga a la fraternidad. Ante Dios estamos sin Dios, como dijo Bonhoeffer. De ahí que, en nombre de Dios permanezcamos enfrentados a Dios, a su aparente indiferencia. Y esperando, quizá inocentemente, que el poder de Dios al final se decante por la bondad.
Posteriormente, vino la cristiandad y su Dios íntimo, el Dios que habitando en lo más profundo del alma, nos escucha y con el que es posible charlar. Al creerlo, la cristiandad conservó los restos del viejo gnosticismo. Y como acaso intuyera Nietzsche, de esas lluvias, los lodos del ateísmo moderno. Y es que si podemos decirnos a nosotros mismo que el alma es una chispa divina —una lectura ciertamente atrevida del a imagen y semejanza— es porque nos hemos alejado de la experiencia originaria de Dios.
El error del gnosticismo fue creer que la chispa divina es algo así como una fuente de poder que tenemos que aprender a desbloquear. Hay chispa divina. Pero esta permanece apagada como nada. En realidad, esa chispa es la huella interior del retroceso de Dios, de su eterno más allá. El Espíritu siempre fue un Ave Fénix.
los dioses y las piedras
octubre 2, 2025 § Deja un comentario
La estátua —la roca— es la representación perfecta del dios. Y la piedra, cuanto más gigantesca, mejor. La piedra es inmortal. Como el dios.
Hoy en día, la crítica profética a la idolatría nos parece evidente —¿hay aún quién, en su sano juicio, se arrodille ante un tótem?—, digna de una mentalidad ilustrada, aunque todavía sensible a la trascendencia. Sin embargo, solemos pasar de puntillas sobre el hecho de que dicha crítica apunta directamente a la línea de flotación de lo que espontáneamente se experimenta como divino. Y lo hace situándose en la perspectiva de la eternidad. Nada sobrevive, ni siquiera los dioses, al paso del tiempo. Tan solo e Eterno. Sin embargo, la crítica profética no apunta únicamente a la fugacidad de cuanto existe, sino también, y quizá sobre todo, al carácter ilusorio de la experiencia natural de la trascendencia, la que el homo religiosus padece hallándose sometido a los poderes que atraviesan el mundo.
Ciertamente, desde la óptica de la eternidad, no somos más que polvo. Pero ante el dios, la sensación no es exactamente la misma. Ante el dios, somos simplemente menos. Hablamos, por tanto, de una sensación relativa a nuestra posición. De ahí que un dios sea tan solo aparentemente divino. Si cabe lidiar con un dios —si es posible tratarlo, negociar—, entonces aún no es Dios. Y donde la diferencia es relativa —donde esta es, en definitiva, de grado— siempre será posible lidiar.
Dios en verdad —el exceso verdadero o absoluto— se manifiesta como el silencio que abraza por igual los campos de la muerte como la belleza de un amanecer. De ahí que aún está por decidir de qué lado se decantará Dios. Aunque, cristianamente, Dios ya tomó su decisión.
nihilismo y bondad
octubre 1, 2025 § 1 comentario
En el mundo, prevalece el ruido y la furia. Y si no nos lo parece es porque vivimos dentro de un espejismo.
Sin embargo, hay quienes sufren en carne viva la condena del mundo: tú no cuentas. A estos, no les queda ninguna ilusión. Su esperanza, de tenerla, no nace de la necesidad psicológica de creer que la película terminará con el triunfo de los buenos —pues ya no pueden creer en ello—, sino de haber topado con la aparición, es decir, con ese gesto de bondad donde no cabía ninguna bondad. En nombre de ese gesto, el verdugo no debe pronunciar la última palabra, aun cuando no podamos ni siquiera hacernos una idea mínimamente sensata sobre el cómo.
En este sentido, la fe en la bondad es un acto de resistencia a la racionalidad del mundo. Y es que lo racional —lo que debe ser conforme a lo que es— sería el combate eterno entre la luz y la oscuridad. Al menos, porque en realidad no hay luz sin oscuridad. De ahí que el triunfo de la bondad no se entienda, cristianamente, como si el mal hubiera sido eliminado de la faz de la tierra —creer en ello es fantasear—, sino como Satán bajo las botas del Arcángel. No es lo mismo. Lo racional es la realización de lo real —y lo real implica la relación dialéctica entre la luz y la oscuridad. La fe, en cambio, apunta a lo imposible. Esto es, a la recreación del mundo, en definitiva, a la interrupción de lo histórico. De locos.
la resurrección y sus presupuestos
septiembre 29, 2025 § Deja un comentario
Alguno teólogos sostienen —o sostuvieron— que las apariciones del crucificado tras el tercer día presuponen la fe. Que sin fe, no había nada que ver. Sin embargo, la fe —en definitiva, la confesión creyente que proclama a Jesús como el Hijo de Dios— fue el resultado de las apariciones. O mejor dicho, de su explicandum. Pues la convicción de que Jesús había resucitado fue, de hecho, una… entre otras. Como explicación parecía más aceptable aquella que apuntaba a la exaltación. No es exactamente lo mismo, a pesar del aire de familia. Así, el presupuesto de la resurrección no fue, estrictamente, la fe en Jesús, sino la creencia —la más íntima suposición del judaísmo apocalíptico— que daba casi por descontado que, en los tiempos finales, Dios levantaría a los muertos para que pudieran soportar su última palabra, esto es, el juicio. Tan solo dentro de esta perspectiva —únicamente en el interior de este mapa mental—, el aparecido pudo aparecer, precisamente, como resucitado… y no simplemente como aquel que había sido exaltado a los cielos para estar junto a Dios. Las apariciones, por si solas, no demuestran nada.
invocar y clamar
septiembre 28, 2025 § Deja un comentario
Quien invoca a Dios o, incluso, habla con Él suele dar a Dios por descontado. En este sentido, Dios sería la pieza que permite encajar las piezas del mapa mental creyente. Sin embargo, llama la atención que la Biblia insista en que los capaces de Dios son aquellos que claman por Dios. No me parece que sea exactamente lo mismo. Pues el clamor surge cuando no parece que haya Dios. O, al menos, un DIos de nuestra parte. El clamor es el resto más puro de nuestro estar ante Dios. Como dijera Bonhoeffer, estamos ante Dios, sin Dios. Y todo cuanto cabe decir, cristianamente, acerca de Dios es lo que cabe decir de las mujeres y los hombres que actúan en consecuencia tras clamar por Dios o, en su defecto, por hacerse eco del clamor de los sin Dios, comenzando por el crucificado.
Una comunidad que invoque a Dios sin tener presente la raíz de nuestro estar ante Dios quizá esté más cerca del fariseo de la parábola de Lucas, el cual, a diferencia del publicano, está demasiado satisfecho de sí mismo como para creer, que del que murió como abandonado de Dios. Aun cuando se abandonase a Dios.
la lógica y el dirigirse a Dios
septiembre 27, 2025 § Deja un comentario
Cuando el creyente invoca a Dios ¿tan solo hay una necesidad psicológica de contar con un papá que lo puede todo? Quizá. Pero también podría ser que hubiere un Dios al que le importase nuestra suerte. Y ello a pesar de necesitar, también, a ese Dios. El truco de la sospecha moderna es creer que tan solo se trata de nuestra necesidad. Y digo truco porque los argumentos de la sospecha únicamente convencen donde asumimos su presupuesto, a saber, que no hay Dios. Por tanto, estrictamente, no demuestran. Pues concluyen lo que inicialmente dan por sentado. Y a esto, en lógica, se le denomina falacia —en concreto, la falacia del argumento circular.
cuanto se afirma de Dios
septiembre 25, 2025 § Deja un comentario
El Dios de Israel —el verdadero— es indescriptible. Y no porque no seamos capaces de hacerlo —no debido a nuestra limitación—, sino porque Dios en verdad no admite descripción alguna. Yavhé es simplemente el que es —o, siendo más justos, el que es siendo el que será. No hay concepto que valga para Yavhé —y lo que esto significa es que no hay ninguna esencia que nos permita apuntar hacia algo que posea una mínima entidad.
Sin embargo, la BIblia está repleta de caracterizaciones de Dios. ¿Cómo deberiamos entenderlas… si Dios, en verdad, no las admite? Aquí la cópula —el es— produce el malentendido… al que nos hemos acostumbrado. Pues, a diferencia del griego, el hebreo no permite pensar el presente al margen del imperativo. Dicho de otro modo, el equivalente a la cópula no remite a lo sustancial —y por eso mismo, permanente—, sino a lo que aún está por decidir. Así, cuando el creyente de Israel afirma que Dios es misericordioso lo que, de hecho, está diciendo es que tiene que serlo… teniendo en cuenta que seguimos con vida a pesar de nuestra iniquidad. Ahora bien, y como decíamos, eso aún está por ver. Pues todo en el presente, incluso Dios —o mejor dicho, su presente, en definitiva, el Reino—, está por decidir. La pregunta de Israel no será, por tanto, qué es, pongamos por caso, el amor o la bondad —pues en el presente, como decía, todo es solo en cierta medida—, sino si el amor o la bondad terminarán triunfando sobre el odio.
De ahí que en clave judía el hacerse presente de Dios en el Gólgota, y como cuerpo crucificado —y aquí hay que tener en cuenta que los primeros cristianos no fueron cristianos, sino judíos que se entendieron a sí mismos, precisamente, como judíos seguidores de Jesús— sea comprendido como un acontecimiento final.
afirmar es fijar
septiembre 24, 2025 § Deja un comentario
Cuando el creyente afirma —y convencidamente— que, pongamos por caso, la bondad de Dios al final triunfará sobre el mal se fija en esta posición. Esto significa que esta convicción es inamovible, la pieza clave en torno a la cual se organiza su mapa mental. Y no hay quien se oriente en la existencia sin un mapa. Más aún: donde se trata de orientarse, cualquier mapa sirve, aunque no todos los mapas conduzcan al mismo puerto.
Sin embargo, la fe aún aguarda su momento. Pues ese momento es aquel en el que los mapas mentales dejan de servirnos. Así, en vez de la suposición en la que permanecemos fijados, la fe, el salto —y en el caso creyente, un salto que apunta, con ciega confianza, a aquello que, desde únicamente nuestro lado, no es posible creer.
cesuras
septiembre 23, 2025 § Deja un comentario
La irrupción histórica del cristianismo supuso una cesura en el ámbito de la sensibilidad religiosa. Pues la pregunta que tuvo qué soportar Israel durante siglos —¿dónde está tu Dios?—, y por extensión, el crucificado, ya no pudo resolverse apuntando a los cielos. De Dios —de su presente—, el cuerpo que lo encarna, aquel sin el cual Dios aún no es nadie.
el gran fracaso
septiembre 18, 2025 § Deja un comentario
La cruz supuso el fracaso del hombre de Dios que fue Jesús de Nazaret. Y un fracaso descomunal. Esto es, noche oscura. Ninguna luz al final del túnel. No habrá un nuevo amanecer. Y aunque lo hubiese, no sería para ti. El mapa mental de Jesús de Nazaret saltó hecho pedazos colgando de un madero como si fuera un perro. Sencillamente, no parecía que fuese verdad que hubiera un Dios de su parte. Y aquí no vale decir que, al fin y al cabo, hubo resurrección. Pues, en tanto que acontecimiento escatológico, la resurrección del crucificado no puede comprenderse como un hecho que revelase la crisis, en definitiva, el abandono de Dios, como un malentendido.
Ciertamente, lo hubiera sido si el poder por el que Dios levantó al enviado de entre los muertos hubiera sido el de un deus ex machina. También es verdad que así se entendió, e inevitablemente, en un primer momento. Pero si la cruz reveló que el Padre no es nadie sin el Hijo —y viceversa—, aunque los cristianos tardasen cuatro siglos en comprenderlo, entonces la apelación a un deus ex machina que actúa por su cuenta y riesgo está lejos de ser cristiana.
Otro asunto es cómo comprender el poder de Dios sin imaginar un Dios capaz de mover los hilos.
significado y denotación en cristiano
septiembre 17, 2025 § Deja un comentario
No podemos señalar el haber como sí podemos indicar cada una de las cosas que hay. De apuntar al haber, deberíamos apuntar al todo. Por tanto, el haber significa, pero, en cuanto tal —esto es, como puro haber— carece de denotación.
Lo mismo con respecto a Dios… en sí. Cristianamente, el haber de Dios —su hacerse presente— es un cuerpo crucificado en su nombre —en el nombre de Dios. De ahí que un cristiano, cuando se dirige a Dios, yerre el tiro donde apunta a los cielos como quien imagina que hay vecinos en el piso de arriba por los pasos que escucha. En cristiano, no hay otro apuntar a Dios que no sea un apuntar al Gólgota. O mejor dicho, al tercer día, ese imposible.
fenomenología básica
septiembre 15, 2025 § 3 comentarios
Un sacerdote le dice a quien le quedan pocos meses de vida: cada día es un milagro. Dios te espera. Y lo dice con profunda convicción. Ambos, viven dentro de este mapa mental. Además, lo sienten de corazón. Y en este mapa mental permanecen.
El filósofo, en cambio, es quien sospecha de lo que le parece verdadero o, incluso, incuestionable. Y así, al interrogarse sobre la verdad de lo que siente, se sitúa a una cierta distancia de sí mismo, en una especie de tierra de nadie. Evidentemente, la reflexión —ese volver críticamente sobre uno mismo— bloquea de algún modo la vida más espontánea. Ahora bien, la búsqueda de la verdad del filósofo terminará con las manos vacías. Aunque tampoco se irá, anímicamente, de vacío. En el fondo, hablamos de una docta ignorantia.
El creyente recorrerá un camino paralelo. Pues el salto de la fe, a diferencia de la suposición interiorizada de quien asume un mapa mental, tiene su momento, un momento, literalmente, crucial. En los Gólgota, los mapas mentales caen hechos pedazos. Las manos, también vacías… aunque con los callos de quien se ha pasado media vida cavando pozos de agua para los sedientos. Ahora bien, en vez de un sano escepticismo, una ciega esperanza. Y digo ciega porque, estrictamente, no se trata de un ideal o una expectativa difícilmente realizable, en definitiva, de algo que quepa visualizar, sino, más bien, de un debe suceder en nombre de. Pues lo decisivo de la vida creyente siempre fue a qué nos obliga mientras tanto la imposibilidad de Dios —su extrema trascendencia.
distingos
septiembre 14, 2025 § Deja un comentario
Una cosa es la verdad que revela el Gólgota —y la verdad es algo así como un non plus ultra que afecta a la totalidad— y otra, lo que hacemos con esa verdad. Y aquí caben dos opciones. La primera es la habitual: permanecer en el mapa mental que dibujamos con la revelación como motivo o excusa. El mapa mental nos ubica en el mundo, cielos incluidos, en tanto que facilita que las piezas encajen. O, al menos, la mayoría. Y quizá, por eso mismo, lo que lo sostiene un mapa mental es el sentimiento de estar en el lado correcto.
La segunda, en cambio, no es capaz de dibujar ningún mapa mental. En su lugar, y con la ayuda, eso sí, de cuatro fórmulas, el tener que responder a la voz ahogada de los sedientos y un esperar lo que no puede integrarse como una simple expectativa. Pues en el mundo, la mayor parte de las piezas quedan sueltas.
Ahora bien, la primera opción es el humus que hace posible que florezca la segunda. Y, sobre todo, que pueda reproducirse. Aunque sea de aquella manera. El blanco y el negro, para los film noir.
el Dios imposible
septiembre 8, 2025 § Deja un comentario
Dios es imposible. Ciertamente. Ahora bien, esta fue un afirmación cristiana antes que atea, aun cuando la cristiandad nos obligase a mirar en otra dirección. Y tuvo que ser así. Pues, de no haber permanecido agazapada bajo los oropeles de la religión, la revelación del Gólgota difícilmente hubiese sobrevivido al paso de los siglos.
Al decir que Dios es imposible, me refiero a que la realidad de Dios en sí no puede comprenderse como una posibilidad del mundo, ni siquiera de uno superior. En modo alguno, cabe ubicar espacialmente la extrema alteridad de Dios. O por decirlo en trinitario, al margen del Hijo, el Padre carece de entidad. Y esto significa que, siendo real, aún tiene pendiente la existencia.
Me atrevería a decir que el en sí de Dios es la voluntad de anida en el seno del puro haber y por la que hay mundo. O dicho de otro modo, el hágase original —y por eso mismo, originario— se encuentra inscrito en la negación de sí de la nada, esto es, de la oscuridad y el silencio sin resquicio propios de un haber sin mundo. Y es que la nada no es nada, es decir, doble negación. El haber de un puro haber es no siendo aún un haber en concreto. Ahora bien, esto es así no porque el puro haber sea anterior en el tiempo —pues el tiempo es el efecto de la kenosis de Dios, aquella por la que Dios es imposible—, sino porque no hay haber de las cosas que no remita retroactivamente al fondo abisal —y, en consecuencia, mítico— de un puro haber. Y si este puro haber es el de Dios no es solo porque se trate de un non plus ultra, sino porque existimos como los arrojados que se encuentran expuestos a la posibilidad de la aniquilación —y, por eso, arrojados significa también donación. En el puro haber, reside la posibilidad del fin del mundo, una posibilidad continuamente diferida, sin embargo, por la kénosis de Dios. De ahí que, bíblicamente, el haber de Dios carezca de atributos. En este sentido, la imposibilidad de Dios sostiene lo posible. Es decir, Dios en sí es no siendo nada —y consecuentemente, fantasma, un clamar por la carne.
Por eso mismo, cristianamente, el primer atributo de Dios es el cuerpo de un abandonado de Dios que se abandona a Dios. Es por el fiat incondicional del crucificado que Dios adquiere entidad —una entidad humana— y se hace presente en el centro de lo histórico. Cuanto quepa decir acerca de Dios es cuanto cabe proclamar de aquel que pasó por enviado de Dios. Y no desde los prejuicios religiosos que podamos mantener sobre Dios, lo que, precisamente, dan a Dios por descontado… al margen de su hacerse cuerpo. Y es que la cruz no deja las cosas de Dios tal y como estaban.
No obstante, ¿dónde queda, entonces, el poder de Dios? La pregunta no es secundaria. Al menos, porque no tiene sentido referirse a Dios al margen de su poder o definitiva realización. En cristiano, suele hablarse del poder de la impotencia. De acuerdo. Pero este o es el verdadero poder, o la fe es, sencillamente, una ilusión. Así, el cristianismo responde al interrogante sobre el poder de Dios convirtiendo la imposibilidad de Dios en motivo de la esperanza creyente. Pues la esperanza creyente es un esperar, en último término, lo imposible en nombre de Dios. Y nada más imposible que la resurrección de los muertos. Así, y en nombre de Dios, los muertos deben resucitar… aun cuando no podamos hacernos una idea, salvo la delirante, de cómo podrá suceder. De hecho, que las imágenes del final de los tiempos sean delirantes sugiere, como mínimo, que no podemos creer desde nuestro lado, es decir, desde una posición de dominio, incluso si esta se viste con las excusas del sentimiento religioso de quienes están satisfechos con su fe. Donde transformamos la resurrección de los muertos en una expectativa humanamente asumible dejamos de creer. Pues creer implica creer en lo que no es posible creer. En su lugar, pasamos a suponer, lo que indica que aún no estamos los suficientemente desesperados como para esperar lo imposible en nombre de.
pistas
septiembre 7, 2025 § 2 comentarios
Quién busca señales, verá señales. Quien no, tan solo verá coincidencias. Pero ¿ hay señales? Cristianamente, la respuesta es un crucificado en nombre de Dios. Y esto fue y sigue siendo desconcertante para los buscadores de pistas. Pues, para el cristianismo, un más allá meramente topológico es irrelevante. Lo relevante: la encarnación de Dios. Al fin y al cabo, lo que la cruz nos revela es que Dios es un Dios que, desde el principio, no quiso serlo al margen del cuerpo de quien se abandonó a Dios en medio del abandono de Dios. Así, no fueron los ilustrados los primeros en constatar que Dios, en sí mismo, es un fantasma. Fueron, en realidad, los cristianos. Aunque tardasen siglos en comprender las últimas implicaciones de lo que inicialmente proclamaron.
relatos de carne y hueso
septiembre 6, 2025 § Deja un comentario
Es imposible, cuando menos, entender, y menos hoy en día, las fórmulas cristianas donde no tenemos presente las historias que les dan pie. Las fórmulas o las polémicas de los inicios. Por ejemplo, la que mantuvo Pablo con Santiago acerca de la necesidad de circuncidar a los gentiles que pretendían hacerse cristianos. Actualmente, esto nos parece un requisito meramente formal y, por tanto, propio de mentalidadesintolerantes. Pero basta con imaginar que los supervivientes de los campos de exterminio hubieran decidido tatuar a sus hijos con la estrella de David que los nazis impusieron a sus víctimas para hacernos una idea de lo que significaba la circuncisión. De ahí la resistencia de la comunidad de Jerusalén a quien sostuvo, dándose de apóstol, que ya no era necesario el viejo ritual.
Sin embargo, ¿por qué Pablo creyó que este dejó de ser obligatorio? ¿Quizá porque la liberación que supuso la resurrección inauguraba una nueva época? Así, en vez del no olvidemos de dónde venimos, el ten presente que se nos ha dado una nueva humanidad. Evidentemente, quien no no experimenta la liberación o, cuando menos, no se pone en la piel de los liberados, difícilmente podrá hacerse cargo de lo que aquí estuvo en juego.
dos ciudades
septiembre 5, 2025 § Deja un comentario
La revelación, en Israel, siempre fue la de una voz. Pero una voz se escucha —y no simplemente se oye— en la oscuridad. Y es que, bíblicamente, la verdad acerca de Dios se revela donde se derrumban los muros de la ciudad —donde la violencia, el hambre, el abuso de poder, en definitiva, la desgracia se imponen como la definitiva sentencia del mundo. Ahora bien, la verdad acerca de Dios nunca se le presentó a Israel, salvo en las fases más tempranas, como la de un deus ex machina, algo así como el séptimo de caballería. Israel no llegó a creer hasta que no sufrió la dura experiencia del exilio. Solo entonces comprendió que Dios es más que un único dios. La experiencia de Dios comienza, ciertamente, con el asombro ante lo dado. Pero no se completa, como quien dice, sin esa voz cuyo eco escuchamos en el clamor de los sin Dios. Y bajo un cielo de plomo.
Atenas, sin embargo, nunca fue por ahí. Para el griego, el lugar de la revelación es la atalaya de quien mantiene una debida distancia —la atalaya del dios. Al fin y al cabo, se trata de un caer en la cuenta, el cual, sin embargo, nada tiene que decir, ni mucho menos proclamar, una vez irrumpe el tsunami de la catástrofe. Pues nada humano sobrevive a esta.
Voz o visión. No es exactamente lo mismo. Aunque en ambos casos, aquello a lo que apuntan sea la realidad de una raíz que carece de entidad. Con la voz, queda comprometido el cuerpo. Aquí no habrá error, como si se tratase, simplemente, de enfocar sin que nos tiemblen las manos, sino acusación, el motivo de la cual fue, desde el principio, una congénita indiferencia o impiedad. En cambio, donde prevalece la visión, el cuerpo —su modo de percibir— es el lastre.
Occidente —mejor dicho, la cristiandad— es el resultado del cruce entre el profeta y el sabio. Y esto significa que Occidente, en lo que respecta a la verdad de Dios, siempre jugó con las cartas marcadas. Tampoco debería, sin embargo, sorprendernos. Pues el doble juego quizá sea lo que hace posible un éxito histórico.
Jesús, un mito
septiembre 4, 2025 § Deja un comentario
La divinización de Jesús ¿supuso una mitificación del hombre? Es posible que hubiese algo de esto en bastantes de las variantes del primer cristianismo. Sin embargo, la mitificación presupone que todavía nos mantenemos dentro de las coordenadas de la religión, las cuales dan por descontado que Dios posee entidad al margen de su hacerse hombre. Ahora bien, el cristianismo, cuando proclama que Jesús es Dios, no nos está diciendo que Jesús se hiciera divino, sino que Dios, más bien, se hizo hombre —y que, por eso mismo, Jesús es Dios. Cristianamente, todo cuanto que decir sobre Jesús se dice sobre Dios. Y esto, ciertamente, no deja las cosas de Dios como estaban. Pues la exaltación de Jesús tiene como condición un Dios en caída libre, como quien dice.