un Buber a la cristiana

diciembre 23, 2019 § Deja un comentario

¿Cómo podemos tomarnos en serio la idea de que Dios es un ello —un arjé? ¿Acaso nuestra inquietud más fundamental puede resolverse con un algo, se trate de una fuerza o un océano? Ciertamente, la alternativa al ello no es un tú que podamos concebir como si se tratase de un superman espectral. Pero, un dios-ello no es más que una cosa, aun cuando sea última o subyacente. El horizonte de quien busca ese ello es el del saber —en definitiva, el de un saber a qué atenerse para lograr la armonía o la superación del egoísmo—, en modo alguno el de la redención. Quizá el cristianismo aún esté por descubrir. Al menos, porque su Dios es ese Tú que, contra lo supuesto por un cristianismo entendido religiosamente, aún no es nadie sin su rostro. Es decir, sin el hombre que se entrega a Dios donde no parece que haya Dios. De ahí que Dios como alguien sea esa voz que clama por el hombre desde un pasado inmemorial, aquel al que fue desplazado por el desprecio de Adán. Y así fue hasta el Gólgota. Al fin y al cabo, la única cuestión que debe resolver el hombre es quién es su Padre. Pero solo la resolverá una vez caiga en la cuenta de que el Padre solo llegó a ser el que es en aquel que colgó de una cruz en nombre, precisamente, de Dios. Esto es, en su lugar.

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