todo Heidegger (o casi), en unas pocas frases
junio 30, 2020 § Deja un comentario
A pesar de la jerga, el pensamiento de Heidegger es muy simple, lo cual no equivale a simplón, obviamente. Todo gira en torno a la cuestión de la verdad, que es lo mismo que decir en torno al sentido del Ser. ¿De qué hablamos cuando hablamos de lo que en verdad tiene lugar? No, de cuanto sucede, sino de lo que acontece, en definitiva, de lo que aparece como dado. Pues lo dado solo es posible desde el retroceso —la desaparición— del donante, por decirlo así. En cambio, la simple sucesión de los hechos siempre es relativa a la conciencia que decide qué puede ser admitido, precisamente, como hecho. La verdad del observador omnisciente e imparcial no es la de quien, en medio de la escena, se enfrenta a la muerte. Aquí, la pérdida se revela como el estigma de lo real. Como si no hubiera otra alteridad que la que dejamos atrás donde el mundo se convierte en el campo de un posible dominio.
Hoy en día, el prestigio de la verdad científica es indudable. Ahora bien, el científico no deja de ser un entomólogo. Todo es insecto. Como si el científico ocupara la grada de Dios. Sin embargo, la verdad que se le revela a quien fue arrojado al mundo —y se experimenta como tal— no es una mera impresión. Más bien, se trata de la verdad más originaria, aquella por la que el sujeto, a pesar de su extrañamiento de sí, sigue formando parte de un exceso. De ahí que ciencia y deshumanización vayan a la par. Al menos, en tanto que el científico trata con el mundo sin preguntarse por la falta —el olvido— que ha hecho posible la autonomía del mundo. Al fin y al cabo, el hombre de la civilización técnica es un instrumento de la voluntad de poder, la que se rige por el principio de si es posible, debe hacerse. No en vano Nietzsche sostuvo que donde muere Dios, muere también el hombre. Como tampoco es casual que Heidegger fuera quizá el lector más perspicaz de Nietzsche.
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