contra el relativismo

septiembre 15, 2020 § 3 comentarios

Kafka escribe: el mesías vendrá cuando no sea necesario, vendrá un día después de su venida, no vendrá el último día, sino después del último. Caín, por su parte, responde a la provocación de Yavhé con una pregunta igualmente provocadora: ¿acaso soy el guardían de mi hermano? Las últimas palabras que escucharon quienes iban a ser inmediatamente gaseados fueron las de un sonderkommando: qué más da morir ahora que de aquí a cien años; desde el punto de la eternidad todos morimos al mismo tiempo. Siguiendo el dictado de nuestros días, podríamos decir que no hay verdad. Que con respecto a lo que es, no cabe trascender el punto de vista. Incluso la ciencia presupone una reducción de lo dado a lo que admite una medida. De acuerdo. Sin embargo, ¿acaso podemos dejar de preguntarnos si es cierto lo que dice Kafka? ¿Hay esperanza o no la hay? ¿Eres o no el guardián de tu hermano? ¿Tiene razón el verdugo? El amor ¿no es más que una reacción bioquímica? Son interrogantes que, antes que incitar nuestra curiosidad, deberían estremecernos. El que no podamos responder a estas preguntas de una vez por todas —el que cualquier respuesta exija una posición de valor, en el doble sentido de la palabra valor— no implica que podamos prescindir de ellas como quien no quiere la cosa. La cuestión de la verdad —de lo que en verdad acontece y no simplemente pasa— en modo alguno es irrelevante. De hecho, es la cuestión. El problema de la existencia no es que, con respecto al saber, andemos sobre arenas movedizas, sino que no parece que seamos capaces de pronunciar una última palabra sobre lo que, en definitiva, importa. No ser conscientes de ello supone seguir entre los estantes de un supermercado.

§ 3 respuestas a contra el relativismo

  • Iñaki dice:

    Sólo puedo decírtelo por aquí Josep,
    estoy leyendo ahora tu libro Incapaces de Dios. Verdaderamente has sido un descubrimiento como pensador. Alucino con el libro y con la manera en que está escrito.😮 Tratándose de un asunto tan complejo, lo haces asequible al lector medio como yo. ¡Enhorabuena! y por favor no abandones el proyecto de la trilogía!😃💪
    Es una lectura que me está ayudando mucho a profundizar en mi camino de fe; ahora debo hacérmelo mirar (si creo o creo que creo)👍
    Siempre es bueno que alguien te ayude con claridad en este tinglado en el que nos va la vida.
    Muchas gracias
    Iñaki

  • josep cobo dice:

    Gracias, Iñaki. No sufras por lo de la trilogía. De hecho, ya está escrita… ;) En principio, el segundo volumen sale a finales de octubre (suena a amenaza… ;). Es cierto que el texto hace tambalear una aproximación en exceso ingenua a la fe. Es el precio que hay que pagar por “defenderla” ante el tsunami de estos tiempos. Pero nunca está de más tener presente que “solo Dios” sabe hasta qué punto creemos en Él. En el fondo, la pregunta no es si creo o no en “el credo”, sino cómo respondemos a aquel que nos sigue preguntando, aunque quizá con otros rostros, y tú quien dices que soy yo. Se trata de algo muy corporal, antes que mental. La fe al fin y al cabo es una adhesión a un quien, a aquel que siendo de carne y hueso ocupa el lugar de Dios, por decirlo así. Y esta adhesión no se decide en cualquier situación. Según Pablo, nos salva la fe (y esto equivale a decir que fuimos salvados en la esperanza). Pero esta fe que salva es la que tuvieron antes otros y “por nosotros” (con el crucificado en primer lugar). De ahí que lo primero sea creer en aquel que murió como un apestado de Dios siendo fiel a Dios. Solo a través de su fe podemos, cristianamente, confiar en Dios, en que el mal no tendrá la última palabra. Aunque ignoremos el cómo de esta esperanza.

  • Iñaki dice:

    Este texto que acabas de escribir es para enmarcar. Parece un compendio esencial del cristiano. Tengo 43 años y hace un par de ellos me confirmé: en toda la catequesis que recibí y en todo el tiempo que he permanecido en un grupo de adultos de la parroquia (a la que estoy muy agradecido), nunca he oído nada parecido, siendo, en apariencia tan fácil de explicar y tan sencillo, asumiendo el esfuerzo de reflexión paciente que hay detrás de estas palabras tuyas tan acertadas y liberadoras. Tanto es así, me refiero a este contraste, que mi hijo, después de la primera comunión no ha querido saber nada más de catequesis 😅. Y, en parte, le comprendo.
    Me alegra saber lo de tu trilogía, ya sé lo que haré a finales de Octubre «si Dios quiere».

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