soberbia
noviembre 1, 2020 § Deja un comentario
La fe no es posible donde no aceptamos, de entrada, que nos encontramos en manos de Dios. O es verdad que nadie sabe quién es mientras no sepa qué quiere de él su padre, o no es verdad (y aquí hay que tener en cuenta que un padre es aquel que decide el sí o el no de nuestra entera existencia). Y sí lo es, no estaría de más preguntarse de quién se trata. Quizá la crisis moderna de la cristiandad obedezca principalmente a que ya no admitimos la autoridad de un padre. Como si no estuviéramos sub iudice. Hay un dicho judío que dice que todo está en manos de Dios, salvo el temor de Dios. Pues donde el hombre cree que se basta a sí mismo —donde su horizonte es el de la autosuficiencia— no hay Dios que valga. Es lo que tiene la mayoría de edad de la que se enorgulleció la Ilustración. En modo alguno es casual que Sócrates fuese condenado por impiedad. Quizá podamos entender los tiempos modernos como aquellos en los que Sócrates le ganó la timba al de Nazaret. Sin embargo, es posible que aún nos quede una última mano por jugar.
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