asombro y melancolía
noviembre 12, 2020 § Deja un comentario
Una cosa es el trato diario con tus hijos —darles de comer, preguntárles por los deberes, jugar con ellos… — y otra, ese mismo trato desde la óptica del milagro (aunque entonces el trato de algún modo se interrumpa o no fluya igual). Y lo milagroso —lo que provoca nuestro asombro— es que estén ahí: vivos, independientes, más allá de los motivos del intercambio. Ahora bien, quien logra vislumbrar el milagro donde los demás tan solo vemos negocio o costumbre difícilmente podrá evitar caer en la melancolía, esa tristeza amable, incluso sonriente. Pues, a diferencia de la nostalgia, la melancolía surge de un anticipar el final. Se trata del sentimiento de quien abraza el presente habiendo regresado de lo que aún está por venir. Todo nos es dado dentro de un plazo. De ahí que la pérdida sea el horizonte de la aparición —y por eso mismo, la fuente del valor. La melancolía —que no la depresión— siempre fue el oscuro dorso de la sabiduría.
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