factum
noviembre 28, 2020 § Deja un comentario
Vivimos separados de lo que en verdad tiene lugar —del milagro, del carácter excepcional de cuanto es. Preferimos —y esta preferencia es original— tener las cosas bajo dominio, dejar a un lado nuestra exposición al carácter superior del puro y simple haber. Y este preferir significa que ya estamos muy a gusto con nuestra ignorancia —que no cal ir más allá de cuanto nos traemos entre manos. Aunque el precio a pagar sea el de una vida de zombis más o menos satisfechos. O quizá por eso mismo.
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