no hay vuelta atrás

enero 24, 2021 § Deja un comentario

Quien dice la verdad no suele recibir elogios. Más bien sucede al revés: si los recibes lo más probable es que hayas satisfecho los prejuicios de quienes te los dan. O lo que acaso sea peor, que no hayas dicho nada (y entonces ese aplauso será perverso, pues instala a tus oyentes o lectores en la superioridad moral; aquí el aplauso no deja de ser una palmadita en la espalda).

Ahora bien, aunque sea innegable que la verdad, por ir contracorriente, no suela recibir elogios, lo cierto es que, de no recibirlos, en modo alguno implica que estés en la verdad. El predicado nunca terminó de alcanzar al sujeto. Si bien cabe ir del algo a lo que afirmamos sobre ese algo —es lo que hacemos a diario—, en verdad no hay camino de vuelta que vaya de la afirmación al algo. O de otro modo, el sujeto no es deducible de cuanto quepa decir de él. El lenguaje, en tanto que significativo, es incapaz de encerrar la existencia. Y es que donde el ser coincide con el logos fácilmente caemos en lo tautológico —en lo que nada dice por decirlo todo—.

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