cuerpo y alma, de nuevo

mayo 17, 2021 § 2 comentarios

La distinción clásica entre cuerpo y alma corre paralela a la que media entre ver y ser visto. Así, los hombres lo que primero ven en una mujer es lo aprovechable de ella —sus curvas, sus orificios, su textura. Se trata de un cuerpo trozeado, un cuerpo que provoca el hambre de los hombres. Aquí todo se decide entre cuerpos. Y entre cuerpos no hay más que reacción. La cosa cambia, sin embargo, cuando él topa con la mirada de ella. Entonces, comienza otra historia —de hecho, su historia. Pues aquí lo primero será un ser visto —un ser puesto en cuestión— por unos ojos que nos miran desde el más allá del sí mismo —desde su indigencia. A partir de ese instante no cabe la reacción, sino en cualquier caso una respuesta. No es posible unir el ver y el ser visto. En el primer caso, permaneces fuera del otro como si fueras su espectador. En el segundo, en medio de la escena. Así, o ves o eres visto. Con todo, siempre cabe recuperar el cuerpo desde esa mirada —desde ese extravío. Pero no será el mismo cuerpo que cuando lo único que nos interesaba era comer. En este sentido, podríamos hablar de un cuerpo transfigurado. El problema hoy en día es que no disponemos de un lenguaje, salvo el extravagante, que nos permita hablar en estos términos. La inquisición no nos lo permite. Eppur si muove.

§ 2 respuestas a cuerpo y alma, de nuevo

  • #primobici dice:

    Esto lo tenían que enseñar en las escuelas hoy mísmo. Que buena definición ¿del amor o del temor a ser vistos o amados o…?
    Magnífica reflexión de los clásicos

  • Quentin dice:

    Cada generación de la humanidad a lo largo de los tiempos ha dado un paso adelante en el crecimiento de la dignidad del hombre. Unos lucharon contra la esclavitud. Otros denunciaron la desigualdad racial, o dieron su vida en la defensa del pobre, de la mujer o del homosexual. En cada época se ha abordado un reto diferente que permitiera ascender en la escalera que progresivamente va logrando una humanidad más justa, más libre.

    El sector más adelantado de la generación actual está luchando con denodado esfuerzo por los derechos de los animales. Al hombre actual todavía le parece que un animal es un ser sin dignidad defendible, sin derechos. Tal como al hombre del pasado le ocurría con respecto al esclavo o a la mujer.

    El teólogo ha puesto tradicionalmente una barrera infranqueable entre el hombre y el animal. Y ha justificado la existencia de la misma en base a la diferenciación conceptual entre cuerpo y alma. El hombre sería poseedor de ambas. El animal solo del primero.

    Conforme se avanza en la comprensión de la realidad de las mentes humana y del animal esta barrera se está tornando difusa. El cristiano razonable debería toma nota de esta importante novedad en su perspectiva vital. Con ilusión y sin miedo. Como un gran reto a abordar.

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