falsa identidad
junio 16, 2021 § Deja un comentario
La cuestión no es si cabe identificarse con Dios —o lo divino—, sino si un Dios puede reconocerse en un hombre. El anhelo de participar de la fuente del poder responde, en el fondo, a la primera tentación: y seréis como dioses. Esto sigue siendo así, aunque ser trate del vigor de los océanos. En cambio, lo audaz —por no decir, lo inadmisible— es lo segundo. De ahí que no acabemos de comprender el alcance de la confesión cristiana mientras no nos sintamos, cuando menos, desconcertados ante un Dios no quiso ser Dios —y por consiguiente, no pudo serlo— sin la adhesión incondicional del hombre. No en vano fue Atanasio el que, siguiendo las huellas de Pablo, dejó escrito que Dios se hizo hombre para que los hombres pudiéramos hacernos Dios (y aquí deberíamos tener en cuenta que el hacerse hombre no consiste simplemente en adoptar un aspecto humano). Lo que ignorábamos es que esto del hacernos Dios tuviera que ver con la renuncia a ejercer el poder de un dios. Por no hablar de la persecución.
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