a vueltas con el justo sufriente

agosto 4, 2021 § Deja un comentario

Suele decirse que nuestra época es la época en la que Dios ya no se encuentre presente como el a priori, por decirlo así, de nuestro estar en el mundo. Dios es, en este sentido, el gran ausente. Hasta aquí nada nuevo. Y, a efectos prácticos, parece indiferente hablar de la muerte de Dios como de su eclipse. Pues da la impresión de que la luna de la Modernidad no está por la labor de retirarse. Ahora bien, desde el lado de los sufrientes, ninguna novedad en el frente: Dios siempre ha sido el Dios que está por ver. En relación con la fe, este es el punto de partida. O si se prefiere, la perplejidad de quien, por un lado, es capaz de experimentar la bendición y, por otro, la maldición (aun cuando en medio de los gulags de la historia, sea muy difícil permanecer en el filo de la navaja). Y es que cuanto tiene que ver con la verdad de Dios apunta a esos actos de bondad de quienes ya no tienen vida por delante a causa, precisamente, del abandono de Dios. Al menos, porque dichos actos no son entendibles como la posibilidad moral de quienes aún pertenecen al mundo. Aunque tampoco como la de un deus ex machina que operase desde las alturas.

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