química elemental
noviembre 16, 2021 § Deja un comentario
Decimos que hay amor. Pero lo que siempre constatamos es una mezcla: junto a la entrega, de darse, la necesidad de tener un novio, la pulsión, el miedo a la soledad, la curiosidad de probar, la excitación de que alguien se interese por mí, la novedad, un jugar a ser mayores. También, por supuesto, el deseo o, incluso, la simple apetencia. El amor, como suele decirse, es cuestión de química. Y como ocurre con la química, el que termine precipitándose como un compuesto u otro dependerá de la proporción. Pero, en cualquier caso, no hay sentimiento puro. Tanto el moderno no es más que como el antiguo es más que operan del mismo modo: reduciendo la complejidad. O bien, hacia abajo, o bien hacia arriba. En ambos casos, estamos ante ejercicios racionales. Sin embargo, dado que no hay compuesto o mezcla que no sea inestable —y en este sentido decimos que nada acaba de ser lo que parece— la cuestión es qué prevalece o, mejor, qué terminará siendo. Al final, qué tendrá más peso ¿el gen o el amor? ¿Un no es más que o el es más que? O nuestra aspiración a la verdad —a lo que en verdad tiene (el) lugar y no simplemente pasa— es una ilusión; o, de lo contrario, apunta a un porvenir que, en modo alguno, podemos controlar.
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