la fe sentida
noviembre 23, 2021 § 2 comentarios
Mi madre creía en los muertos. Mejor dicho, en sus muertos. En lo más hondo, sentía que volvería a ver a sus padres, una vez hubiera cruzado el umbral. También creía en la Virgen y algunos santos. No sé si en Dios. Quizá, si por Dios entendemos un ángel de la guarda pero en tamaño XXL. Creía en lo que creía porque así lo sentía. Con ello fue tirando por la cuesta de la vida. Ninguna pregunta, sin embargo, que pusiera contra las cuerdas su sentimiento. Cristianamente, ¿se trata de esto? No me atrevería a decirlo. Para este viaje, cualquier alforja religiosa sirve. Con todo, puede que la inquietud por la verdad, al menos en lo que respecta a la fe, no arraigue en nuestra sospecha, ni tampoco en el propio sufrimiento, siempre y cuando este no sea, como en el caso de Job, desmesurado, sino en el de tantos que no tienen con qué alimentar a sus hijos. Aquí comienza, en realidad, otro sentimiento. De hecho, otra historia.
Quizás nosotros pequemos de lo contrario de tu madre: nos fiamos demasiado de nuestras elucubraciones y no otorgamos credibilidad a lo que sentimos.
Aquest és el risc, certament. Amb tot, fixa’t que al final diem que del que es tracta és d’un altre sentiment… En qualsevol cas, anem amb crosses.