la sorpresa de los justos
diciembre 24, 2021 § 1 comentario
Cristianamente, ya sabemos qué debemos hacer: dar de comer al que no tiene el pan de cada día (y no lo tiene porque a otros nos sobra). Sin embargo, de hacerlo, nunca terminaremos de saber hasta qué punto nuestra intención es sin tara. Además, con el tiempo, tampoco podremos evitar la impresión de que actuamos de oficio. Y donde prevalece el oficio no hay aparición. Por suerte, cuanto más cerca de Dios, más alejados. No sea que pongamos a Dios al servicio de nuestra autojustificación. Así, puede que no sea accidental que la fidelidad encuentre su habitat en la sequedad del corazón —en la mera forma. De ahí, la sorpresa de los justos durante el día del Juicio. Pues solo al final sabremos de qué se trata… si es que hay un final. En realidad, la fe apunta a un imposible que, con todo, debe acontecer en nombre de una bondad hecha cuerpo. Una fe sin paradoja no es fe, sino opinión. Ahora bien, no será hasta entonces porque nadie puede dar la medida de sí mismo desde sí mismo. En el mientras tanto, todo es oscilación. O también, el trigo con la cizaña.
tal como se dice en el post la forma del gesto nunca puede sostener el propósito de la intención , pero si nos dejamos de institucionalizar nuestra actitud delante de quien nos ve puede que todavía exista la posibilidad de morir en la cruz y que Jesús nos pregunte ¿què has hecho por el prójimo? como los dos ladrones en el Gòlgota. Si la opinión es apariencia de bondad no resulta bondad alguna y si la contradicción es el ejercicio de la duda frente a uno mismo entonces puede que dios este cercano en el último momento.