fe y sentido

diciembre 29, 2021 § Deja un comentario

El credo tiene que ser dejado atrás para que sea posible la fe. Pues al final solo quedará una absurda confianza —y absurda porque se dirige contra la evidencia del mundo. Esto es lo que significa cargar con la cruz, la existencia cristiana como seguimiento: el corazón seco y la fidelidad intacta en nombre de la verdad del niño. El credo no pertenece a quien nos da la fe. En cualquier caso, a quien da fe. Pues el sacrificado, en tanto que apenas es algo más que su confianza, no posee el sentido de su sacrificio. Fe y credo quizá fueran de la mano durante los comienzos. Al menos, porque aún cabía creer en la resurrección como hecho. En los comienzos, lo decisivo no fue lo que la resurrección reveló acerca de Dios, a saber, que crucificado era el quién de Dios, sino el hecho de que Dios levantó al ajusticiado en nombre de Dios entre los muertos y que, por eso mismo, el fin de los tiempos era inminente. Hoy en día acaso no nos quede más remedio que creer en ella a la manera de Israel: en nombre de quienes soportan el peso de la bondad de Dios, lo imposible debe acontecer. Aun cuando no podamos concebirlo.

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