desprecio de los clásicos

febrero 4, 2022 § Deja un comentario

Los modernos suelen menospreciar a los clásicos: ya no tienen nada qué decirnos. Bye, bye, Platón. ¿Un alma prisionera de un cuerpo? No hay almas, solo biología. Este es, al menos, el discurso dominante. Sin embargo, sigue siendo cierto que estamos divididos por dentro. Platón no fue un imbécil. Una mujer, pongamos por caso, puede sentirse fuertemente atraída por el carácter de un enano. Pero su gen insistirá: tendrás hijos deformes. E insistirá hasta el punto de que, con el tiempo, la simple presencia del enano provocará su asco. Y vencer el asco no es fácil. Decimos: el amor todo lo puede. Pero no, si el cuerpo gana. Y cuando gana preferimos creer que el amor se apagó —que nuestra alma necesita cambiar de aires. Pero lo cierto es que simplemente el cuerpo se salió con la suya. De hecho, nunca terminamos de estar por encima. El cuerpo no cesa de tensar la cuerda. No hay nada que hacer: la razón es rea de las pasiones (y este nada que hacer sería la puntilla que le da la Modernidad al asunto). Sin embargo, acaso no haya nada más íntimo que el anhelo de hallar algo —o alguien— extra-ordinario. Y permanecer ahí —o junto a él o ella. De ahí la tesis de Platón: como si no fuéramos de este mundo. Que el amor todo lo pueda es algo que está por ver. En realidad, se trata de la promesa, por decirlo en bíblico. Mientras tanto, algún que otro trailer. Y ningún trailer te cuenta cómo acaba la película.

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