creencia y escathon
abril 11, 2022 § Deja un comentario
La creencia en Dios, tal y como se entiende por lo común —a saber, hay un Dios que es amor, mientras nosotros tenemos la opción de vivir conforme a su voluntad—, es algo así como el modelo que nos permite cuadrar el puzle de la existencia. De este modo, permanecemos bien situados. Ya sabemos a qué atenernos. La cosa no cambia donde en lugar de un Dios personal colocamos el lado luminoso de la fuerza (o cualquiera de sus variantes). Sin embargo, la creencia aún no es fe. Pues esta última implica una confianza que no es exactamente la que exige una hipótesis de trabajo. Y esta confianza apunta inevitablemente a un final de los tiempos en los que se pronunciará una última palabra. Así, todo está por decidir. Y más si Dios no es un deus ex machina, sino el Dios que depende del hombre que depende de Dios. La fe se erige, por consiguiente, sobre un interrogante: en definitiva, qué será —cómo se resolverá— lo que ahora oscila entre la luz y la oscuridad. No parece que pueda haber fe donde la existencia no se comprende, de algún modo, como un combate entre el Bien y el Mal. En la creencia hay demasiado saber como para que podamos hablar de verdad. Como si la cuestión se hubiera resuelto antes de tiempo. Y es que bíblicamente, la verdad no tiene que ver con el presente indicativo, sino con un futuro absoluto, un futuro que, en tanto que absoluto, no termina de coincidir con lo que fácilmente podemos suponer desde nuestro lado.
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