sobre el sábado
junio 29, 2022 § Deja un comentario
Es un tópico, dentro del cristianismo: no está hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre. La polémica, sin embargo, fue antes judía que cristiana. Dejando a un lado que Jesús no fue cristiano, no era la primera vez que se discutía sobre el asunto. En cualquier caso, no comprendemos el alcance de la provocación de Jesús si antes no le damos la razón a sus críticos. Y es que la Ley, para Israel, es sagrada. Para hacernos una idea, supongamos que, como supervivientes de Auchwitz, decidiéramos dedicar un día a la semana a la memoria de lo que sucedió. Aún llevamos el número tatuado en la piel. Pero somos conscientes de que el tiempo todo lo disuelve. De ahí que fácilmente sintiéramos la necesidad de presevar el recuerdo de lo que tuvo lugar y no simplemente pasó —de que siga, por así decirlo, incoporado en el día a día. Lo dicho: la Ley, en este sentido, es sagrada (y sagrado significa intocable). Pues Ley y fidelidad van de la mano. Y quien dice fidelidad, dice libertad. Al menos porque, de no respetar la Ley, caemos bajo el dominio de lo impersonal —bajo el yugo de la simple reacción a los estímulos de la circunstancia, de lo que me lleva ahora—.
Nos equivocamos, por tanto, donde hacemos una lectura excesivamente sentimental de la sentencia cristiana. Como si tan solo importara la Ley del corazón. Los críticos de Jesús probablemente debieron escuchar —o quisieron escuchar, de no ser honestos— algo así como que les zurzan a los de Auschwitz. Ciertamente, donde olvidamos el origen de la Ley —y esto es lo que ocurre, tarde o temprano—, la Ley acaba viviéndose como una prisión. Pero ello no quita que tenga su razón de ser. Ahora bien, por eso mismo, la pregunta —una pregunta que, recordemos, fue antes judía que cristiana— es qué excepciones admite la Ley —en nombre de qué o de quién—. Y la respuesta es, judíamente, inequívoca: aquellas que se desprenden, precisamente, de la fidelidad a la Ley. Pues, volviendo a nuestro ejemplo, si debemos mantener el recuerdo de las víctimas de Auschwitz es porque no hay derecho a que tantos mueran antes de tiempo a causa de nuestra impiedad. Porque, en definitiva, es en su nombre que la Ley es justa. Consecuentemente, si un superviviente llamase a nuestra puerta, tendríamos que abrírsela… aunque sea en sábado. O mejor dicho, porque es sábado.
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