Kafka y Ovidio
julio 19, 2022 § Deja un comentario
En Kafka y Ovidio, se trata de la transformación. Sin embargo, mientras en Ovidio, la transformación afecta a cuanto es, en Kafka, solo al individuo Kafka. Ovidio es paganismo crítico, por así decirlo. Y es que si todo se transforma, entonces no hay propiamente dioses (ni árboles, ni pájaros…). O, si se prefiere, todo está impregnado de divinidad —incluso los dioses pueden transformarse en montañas—, que para el caso es lo mismo: si todo es divino, nada es divino. A lo sumo, circunstancialmente divino (y por eso mismo, no lo es). En cambio, la metamorfosis kafkiana transforma al sujeto en lo que realmente es: un insecto que hay que eliminar. Aquí no queda resto de paganismo. El desiderátum clásico —llega a ser el que eres— adquiere en Kafka un giro imprevisto (de hecho, con el judaísmo: Kafka, como sabemos, fue judío). Pues en el fondo eres algo peor que un don nadie: una cucaracha. Ante la figura del padre no es que seamos poca cosa —esto aún sería pagano—, sino que somos dignos de ser pisoteados. En su inconsciente, Israel siempre creyó que el tirano tenía razón. De ahí que su supervivencia dependiera de reconocer a Dios en los nadie (y esto equivale, como es obvio, a negar la divinidad del dios natural). Feuerbach diría que nos hallamos ante una típica proyección —si soy un mierda, fantaseo con un dios que come mierda—. Pero también podríamos decir que, a pesar de la proyección, Israel dio en el clavo. Quizá Einstein diera con sus ecuaciones en un estado de ebriedad. Pero lo cierto es que, de haber sido así, seguirían funcionando como válidas.
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