tres espiritualidades (o cuatro)
julio 23, 2022 § Deja un comentario
Hay una espiritualidad del padre como también la hay de la madre. Con respecto a la primera, nunca terminas de estar a la altura. O lo que viene a ser lo mismo: siempre en deuda. Aquí lo decisivo es responder a una demanda infinita, pues su límite es asintótico: cuanto más cerca, más lejos. La segunda, en cambio, tiende a acentuar la fusión. Pero la fusión, por defecto, no tiene que ver con nosotros. Es otro asunto. La droga también disuelve. Con todo, también podríamos hablar de una espiritualidad de la amistad. Un amigo no te juzga, está ahí. Aunque ello no quita que no pueda decirte las cosas por su nombre. De hecho, te las dirá. Pero sin que, al decírtelas, quede comprometida la amistad. Hasta aquí hemos llegado: pidamos otra cerveza. Quizá la paz tenga más que ver con la amistad que con un volver a la matriz. En la matriz no hay, de hecho, nadie. No obstante, como decía Levinas es el tercero en discordia —el excluido— el que nos desplaza hacia el padre, más allá del cículo de la amistad, fuera del jardín. Entre una y otra, anda la espiritualidad de la compañía.
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