iguales
septiembre 9, 2022 § 1 comentario
Las situaciones extremas, por lo común, poseen una carácter revelador. La cuestión, sin embargo, es qué revelan. Hay quienes se conducen como bestias. En cambio, hay quienes llegaron a perdonar lo imperdonable. ¿Podemos concluir algo sobre quiénes somos? Los primeros, ¿muestran que nuestra humanidad es una máscara? ¿O más bien que esta, en medio del horror, fácilmente se degrada? No hay respuesta definitiva. De hecho, si nos decantamos por esta última opción quizá deberíamos admitir que no todos nos encontramos en un mismo plano. Esto es, que cabe separar el trigo de la cizaña. Y, modernamente, esto es mucho admitir. Con todo, nadie dijo que la modernidad fuese, de por sí, un criterio.
Pero quizás en semejantes situaciones lo que esté en cuestión no sea tanto qué se es/dónde se está, sino la decisión que se toma en ese preciso momento, abierta a la posibilidad de contradecir las tomadas con anterioridad –en ambos sentidos–, aun cuando claramente no sean indiferentes. En este blog conocí la historia de Mick Fleming, que creo que constituye un claro ejemplo. Con los ojos abiertos a la luz, cizaña y trigo, que imagino que son genéticamente próximos, serían siempre revertibles en el tiempo de la vida humana.