amar la verdad
octubre 13, 2022 § 1 comentario
Puedes amar la verdad —lo que en verdad tiene lugar y no simplemente pasa. Puedes buscarla, perseguirla. Pero, tarde o temprano, tendrás que admitir que la verdad no interesa a casi nadie. Te espera un viaje solitario: no escucharás ningún aplauso, ninguna confirmación que te convenza. Y si escuchas alguna vez un repicar de palmas, creerás que no va contigo. Pues sabes que aún te queda bastante trecho. Cualquier obra es un montón de migajas. Interesa la opinión, esa simulación —y cuanto más firme mejor. En el mundo domina la palabrería, el tweet, la dispersión. En definitiva, el dar gato por liebre. No obstante, quien simula se disimula a sí mismo. Al menos, porque en lo más íntimo no somos cuanto poseemos —el brillo, la máscara, el vuelo raso—, sino un estar expuestos a la desmesura de una verdad que se revela, precisamente, como lo que tuvimos que dejar atrás para habitar un mundo, para juzgar lo que nos traemos entre manos y, de este modo, poder decirnos que el asunto es blanco o negro. De ahí que cuanto más cerca nos hallamos de la verdad, mayor es nuestra tendencia a suspender el juicio, el discurso, el habla. Solo Dios juzga —y esto no es un decir.
Si la Veritat és, i, suposem, és allò que roman i no tan sols ‘passa’, podríem dir que no és d’aquest món? I, si no és d’aquest món, vol dir que ‘aquí baix’ tot, aleshores, és, nietzscheanament parlant, interpretacions? I com ‘saber’ quina és la que ens hi acosta, a la Veritat, si no tenim la sort que se’ns encengui un esbartzer, sobtadament i indesperada i imprevisible, al davant? Creure, és només qüestió d’obrir-se en canal i esperar? Molts dubtes, però crec(?) que el dubte salva.