ropa interior
diciembre 13, 2022 § Deja un comentario
Ya sabemos lo que nos diferencia del simio: la máscara, el tener que ocultar lo que nos avergüenza de nosotros mismos, el motivo del asco. Sin embargo, quizá ahí resida la raíz de la ambivalencia. Pues lo que quisimos perder de vista y que, sin embargo, sigue ahí será lo que terminará por inspirar nuestro deseo más intenso. Como si tras el deseo se escondiera el imperativo que da pie al futuro: no debe ser lo que sé que es. Podríamos decir que algo parecido sucede con Dios: que tuvimos que desplazarlo a un más allá inaccessible —algo así como un hacernos los sordos— para que dejáramos de temerlo. Y de ahí a la fantasía de un dios-osito media un paso.
Deja una respuesta