rupturas epistemológicas
diciembre 18, 2022 § Deja un comentario
La experiencia del chamán y la del sujeto moderno tras ingerir peyote son inconmensurables. Al menos, porque el primero da por descontado que hay un más allá, mientras que el segundo, tan solo territorios por decubrir —y territorios que en modo alguno serán normativamente superiores. Así, el chamán entenderá que el peyote le permite cruzar la puerta que lo separa del mundo de los demonios, mientras que el segundo no dudará de que eso que ve solo se encuentra en su mente, aun cuando lo viva como real. Sin embargo, este último no se encuentra más cerca de la verdad. Y esto es lo que significa inconmensurabilidad. Con todo, lo cierto es que para el sujeto moderno un mundo de demonios, de haberlo, no será más que un mundo de demonios. Y aquí sí que podríamos decir que está más cerca de la verdad. Pues que al chamán le parezca que ese mundo es superior solo tiene que ver con que, precisamente, se lo parece. La superioridad de un mundo superior es meramente circuntancial. De hecho, este fue, antes que moderno, un hallazgo bíblico. Pues la genuina superioridad —lo que nos supera por entero— no es, según la Biblia, el ente superior —el dios, con minúscula—, sino que Dios en verdad se revele como un Dios aún por-venir y, por eso mismo, en falta.
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