de los jardines y las simas
febrero 5, 2023 § 1 comentario
Tomar unos vinos con los amigos, ver crecer a tus hijos, el vuelo de los pájaros, un día de Sol… No hay más. Carpe diem, que decía Horacio. ¿Los triunfos? Un error de perspectiva.
¿Para qué, entonces, la Biblia? ¿Para decirnos que la muerte no es un final? Sí que lo fue para los patriarcas de Israel (y de ahí su sentido del don o de la gracia). De hecho, a los bendecidos, les basta con disfrutar del presente. La pregunta es, por tanto, otra: ¿qué vida pueden esperar los condenados por el mundo? La suerte, ¿solo para sus verdugos? El problema es que la respuesta —una resurrección— es increíble, por imposible. Quienes creen en ella como quien no quiere la cosa, probablemente aún no hayan sopesado el alcance de su creencia. En todo caso, creerán que creen. Por eso, o los evangelios son una brutal ironía —pues resulta irónico ofrecer una solución inconcebible—; o el creyente debería aceptar sinceramente que la fe supone un entregarse a la posibilidad de un Dios imposible —de un Dios que ningún mundo puede admitir. Y ello en nombre de un acto de bondad donde no hubo más que oscuridad y horror.
El comentari matisa bé ‘una resurrecció’, perquè una cosa deu ser creure en un déu impossible i una altra cosa que resuscitem amb totes les ungles llargues i els granets.