el ateísmo bíblico
marzo 9, 2023 § 3 comentarios
Comprender la sentencia de Nietzsche —Dios ha muerto— significa que nada ni nadie puede ya aparecérsenos o presentarse como divino. Ni siquiera tratándose de un ente inconmensurablemente superior. Pues, de haberlo, no sería más que un ente con el que tendríamos que lidiar. Y ello aun cuando inicialmente su presencia nos estremeciese. Ahora bien, esto ya lo sabíamos desde los tiempos de Moisés. Ningún dios es Dios en verdad. Traducción: lo que nos estremece en realidad —lo que nos obliga a hincar la rodilla— no es el fenómeno paranormal, el cual solo es aparentemente trascendente, sino el retroceso de Dios hacia el futuro del hombre… el cual no es otro que el del mismo Dios. Pues lo que provoca nuestro vértigo, de caer en la cuenta, no es lo gigantesco, sino nuestra congénita orfandad, en definitiva, que Dios no quisiera ser Dios sin la respuesta del hombre a su invocación, la cual tan solo escuchamos a través de la invocación de los abandonados de Dios.
¿Ha leído «Anhelo de justicia» de Horkheimer?, supongo que sí; es muy recomendable.
Un saludo.
Sí que lo es…
La lectura, en este libro, de la entrevista «El anhelo de lo totalmente otro», ha cambiado mi manera de ver ciertas cosas, me ha hecho bien.
Y me parece que ahora entiendo algo de tu pensamiento y lucha: si estuviera relacionado con lo que Horkheimer dice alli, no podría entonces dejar de estar de acuerdo contigo.