sobre el poder de Dios (2)
marzo 26, 2023 § Deja un comentario
Según Bonhoeffer, la religión parte de la omnipotencia de Dios frente a la la impotencia del hombre; en cambio, el cristianismo parte de la impotencia de Dios que se revela en la cruz. En el cristianismo, no tiene cabida, por tanto, el deus ex machina de la religión. De acuerdo.
Sin embargo, ¿cómo entender esto? A mí me parece que solo en la línea de lo que en su momento escribiera Etty Hillesum, a saber, que Dios no tiene otras manos que las nuestras. O por decirlo en clave trinitaria, que el Padre no es aún nadie sin el cuerpo del Hijo. Ahora bien, si en la impotencia de Dios, la que se ofrece como silencio en Getsemaní, no hay ningún resto de poder, entonces la resurrección carece de correlato objetivo, por así decirlo, pasando a ser un modo de hablar de la identidad entre el Padre y el Hijo (pues el crucificado vuelve a la vida con la vida de Dios en el doble sentido del genitivo). Y donde los relatos de la resurrección devienen un modo de hablar del que hoy podríamos prescindir —y acaso deberíamos—, entonces vale aquello de Pablo: que sin resurrección la fe es palabrería.
Ciertamente, el poder de Dios es la posibilidad de Dios. Y la posibilidad de Dios es el hombre de Dios y, en definitiva, el resucitado. Pero es innegable que los testigos de la resurrección no la entendieron como un modo de hablar, sino como el resultado de la acción de Dios. ¿Una acción ex machina? Eso parece, aun cuando añadamos que esta fue posible por el abandonarse a Dios del abandonado de Dios (como si la entrega del crucificado activase el poder de Dios). Y esta quizá sea nuestra dificultad: que como hijos modernos de Adán difícilmente admitimos un poder ante el que arrodillarnos. Es lo que tiene que actualmente ya no haya padres, sino progenitores.
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