principio de inercia
septiembre 25, 2020 § 1 comentario
“Cada vez veo menos claro esto de Dios…” dice quien se deja llevar por los tiempos. Normal. Esto es lo que tiene una fe-suposición: que no aguanta el cambio de mentalidad. Sin embargo, el asunto es bien distinto para quien ha visto un gesto de perdón en medio del horror. Por su testimonio, la fe es, antes que una hipótesis, una esperanza. Cabe esperar lo mejor, aun cuando no podamos ni siquiera imaginar el cómo. Aquí el punto de partida es un quién —un cuerpo palpable—. Sin embargo, con el paso de los días puede incluso que nos dé igual. La fidelidad no está garantizada ni siquiera para el testigo. Algo parecido le ocurrió al cristianismo cuando la parusía, que se anunciaba inminente, tardó más de lo debido. A partir de ese momento, Dios comienza su fuga hacia los recovecos del alma. Y de ahí a prescindir de Dios media un paso. Aunque hayamos tardado unos cuantos siglos en darlo. Con todo, si lo de Dios es verdadero —y aquí por verdadero no hemos de entender la frase verdadera—, lo que perdimos al perder a Dios, sobre todo como la principal cuestión de la existencia, es la posibilidad de la verdad. O lo que viene a ser lo mismo, la impugnación del mundo.
Buenas tardes,
pienso que detrás de la frase inicial está el hecho de vislumbrar que el mundo es horrible. Pero esto, lejos de desembocar en el nihilismo, para el creyente ha de ser la razón de la esperanza en la misericordia de Dios. Mantener la fe no es fácil, pero nadie nos dijo que lo fuera.
Iñaki