lux

octubre 27, 2020 § Deja un comentario

La lucidez se opone a la ingenuidad como la luz a la tiniebla. En este sentido, la ingenuidad es dependencia, esclavitud, al fin y al cabo, un permanecer sometidos a lo impersonal —a lo que se dice, se hace, se nos exige… Ahora bien, esto significa, si tenemos en cuenta la tensión dialéctica que media entre los opuestos, que la ingenuidad, más que lo contrario de la lucidez, es su horizonte —aquello a lo que la lucidez tiende—. O mejor, aquello que el lúcido intenta recuperar. Como dijera Kierkegaard, de lo que se trata es de alcanzar una segunda infancia. Pues no hay camino existencial que no sea un camino de vuelta.

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