creer sin creer
abril 23, 2021 § 3 comentarios
¿Qué es la desolación para el creyente —qué fue Getsemaní para el enviado? Pues que ya no se siente ninguna presencia. En su lugar, la nada, el vacío, el tanto da. ¿Es posible seguir creyendo en esa situación? ¿De qué estaríamos hablando? ¿Acaso de un creer sin creencia —de un confiar sin que haya ninguna emoción de por medio? ¿De un esperar sin expectativa? La cuestión es en nombre de qué o, mejor dicho, de quién. Y diría que aquí tan solo cabe una respuesta: en nombre de lo que fue —o se nos dio—; en nombre de su regreso.
Esperar a pesar de todo…
No perdamos el tiempo, como tantos en el pasado han hecho, con consideraciones sobre el segundo advenimiento. Es otra de las argucias que ha empleado el teólogo para apartar el foco de donde debiera estar: en la responsabilidad individual aquí y ahora para el crecimiento responsable de la propia dignidad, la que cada uno debe edificar a lo largo de su vida.
Interpretación interesada, manipulación de las masas, excitación del temor del débil e incitación al sometimiento irracional son las grandes tentaciones en las que ha sucumbido el teólogo al poner el foco en el retorno del mesías. Craso error que busca dirigir vidas y eludir un enfrentamiento sano y sencillo de la persona con sus obligaciones éticas.
Jesús nos habló para cambiar nuestras vidas aquí y ahora. Por amor al prójimo.
Otros han enredado para someter voluntades construyendo una perspectiva de amenazas y condenas. Qué pena.
En este punto permitidme dar un consejo: leer a cualquier Doctor de la Iglesia. Leer con mente abierta lo que estas personas nos han dicho, por si pudieran enseñarnos algo e ir descubriendo si están o no sostenidos por el Evangelio. Pero sobretodo, leer de principio a fin los Evangelios y meditar las palabras de Nuestro Señor: algunas nos parecerán muy duras, otras llenas de esperanza. Él es nuestro Salvador, y eso tiene que ver con algo que nos espera en función de cómo utilicemos la libertad de nuestra existencia.