surreal
junio 1, 2021 § Deja un comentario
La película de Juan Cavestany, Un efecto óptico, es ininteligible. Los protagonistas, una pareja de unos sesenta y pico años —estupendos Carmen Machi y Pepón Nieto— deciden hacer un viaje a Nueva York, con el propósito de recomponerse, por decirlo así, tras la pérdida de su única hija, se supone que tras una violación. Sin embargo, ambos entran en una especie de bucle temporal en el que las repeticiones del viaje no terminan de ser exactamente una repetición: los detalles cambian de tal modo que no es lo mismo. Nada termina de encajar. A veces da la impresión de que no han salido de Burgos —de hecho, no da la impresión. A veces, parece que estén efectivamente en Nueva York, aunque no sin alguna que otra anomalía. Es como si tuviéramos las piezas de un puzle, pero sin un modelo a la vista. La película ya está hecha. Solo que está mal montada, se dice en un momento dado a modo de explicación. Y quizá no pueda montarse porque la muerte de Isabel, su hija, sigue ahí como esa distorsión que impide habitar un mundo y, en definitiva, que haya mundo. El arkhé no sería, pues, un principio de orden, sino todo lo contrario. Es cierto que en una de las repeticiones las cosas parece que se desenvuelven según lo previsible. Sin embargo, no se trata de una solución, sino de un montaje más. Prevalece el caos bajo una apariencia de realidad. Así, la película se mueve entre el drama, la comedia y lo onírico. Podría ser que lo extraño —el movimiento azaroso de los corpúsculos— fuese el fondo mismo de lo real. O por decirlo de otro modo: que todas las posibilidades se dieran al mismo tiempo. Nuestro mundo sería simplemente un montaje entre otros, el único que cabe entender, pero que, desde la irrupción de lo irreparable, deviene precisamente surreal. En cualquier caso, la única constante es el desencaje —la soledad— de los protagonistas. No hay mundo que valga para quien tiene que enfrentarse a la muerte del hijo. Únicamente, un final de los tiempos. O si se prefiere, un reset de dimensiones cósmicas. La creación, sencillamente, está rota.
Deja una respuesta