pareceres
julio 28, 2022 § Deja un comentario
Es un lugar común admitir, dentro de ciertos márgenes, que las diferentes visiones del mundo se encuentran en el mismo plano. Todas tienen algo que aportar —suele decirse. En esto se basa, precisamente, la tolerancia demócratica. Sin embargo, de la pluralidad de pareceres no se desprende, lógicamente, que todas valgan por igual. Este sería el caso si no hubiera nada que ver. Pero, en principio, hay algo que ver. Así, podríamos decir que una foto de un clavo de la torre Effiel, aun cuando sea, sin duda una perspectiva de la torre Effiel, no vale para enviarla como postal. La visión que tiene un niño de cuanto le rodea no es la misma —no puede serlo— que la de un adulto. Al menos, porque no hay visión que no vaya adherida a un cierto saber. No es la misma la visión del experto que la de quien ignora de que se trata: la del ignorante es, sencillamente, demasiado parcial.
Ahora bien, si lo pensamos bien caeremos en la cuenta de que lo que hay que ver no es, como tal, visible. Por volver al ejemplo de la torre Effiel, cualquier foto que podamos hacer será siempre una foto —una apariencia—, aun cuando tenga sentido decir que hay fotos que serán más completas que otras. Y aquí completo implica desde una cierta distancia. Pero es indiscutible que ninguna foto, por muy completa que sea, será una foto de la torre Effiel, sino siempre una perspectiva. La torre Effiel —lo que, en definitiva, hay que ver— solo es accesible a la razón. Esto es, matemáticamente. De ahí que los antiguos griegos —los inventores de la teoría— creyeran que solo el ejercicio de la razón nos permite trascender los límites de lo que nos parece. Y aquí, como por ejemplo en la esgrima o la carpintería, también hay que tener oficio.
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