creación y actos del habla
julio 29, 2022 § Deja un comentario
Como es sabido, Dios creó el mundo por medio de un acto del habla. Y Dios dijo: hágase la luz —y hubo luz—. Como si el poder original fuese el de la palabra, aquel capaz de crear desde la nada. Un acto del habla es aquel por el que la palabra constituye el hecho al que aparentemente remite: como cuando el jefe —esto es, no cualquiera— dice: la reunión ha terminado… y por eso mismo la reunión termina. Incluso teniendo una franja horaria asignada, la reunión no acaba mientras el jefe no lo diga. Sencillamente, nadie se levanta antes.
¿Qué se nos está diciendo aquí? Por un lado, que nada es —nada es visto, nada aparece— hasta que no es dicho. Si vemos el alma como un mar es porque Homero lo dijo primero. Por otro lado, aunque relacionado con esto último, decir la reunión ha terminado —si puedes decirlo— significa la reunión debe terminar ahora. El imperativo recorre cuanto acontece. No hay presente que no apunte a un debe ser así. Pero para entenderlo hay que partir, precisamente, de la nada. Pues solo en relación con una nada de fondo algo se revela, precisamente, como algo —y de ahí la pregunta por qué algo en vez de nada—, lo cual implica que cuanto es se afirma frente a la eterna posibilidad de su aniquilación.
Así, pongamos por caso, no quieres a una mujer hasta que no lo declaras —hasta que no le dices contigo hasta el final—. En principio, creemos que el compromiso expresa el amor que sentimos por debajo. Pero no es así. Ciertamente, por debajo hierven sentimientos. Pero esto son contradictorios y variables. Si digo te quiero y, por eso, te prometo que estaré contigo hasta el fin del mundo… es porque sé que, de aquí un tiempo, podría sentir lo contrario. Incluso en el caso del amor parental hay promesa, aunque implícita. Pues basta con imaginar que tu hija cambia de sexo para caer en la cuenta de que los sentimientos podrían ser perfectamente otros.
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