Agustín

julio 30, 2022 § Deja un comentario

Interior intimo meo, dijo Agustín. Y muchos se quedan ahí, dejando a un lado la segunda parte: et superior summo meo. Traducción: lo más íntimo es lo más extraño —lo que no podemos aceptar como propio al ser tan fascinante como repugnante—. Llevamos dentro al leproso que despreciamos, por así decirlo. No hay mayor intimidad que la que nos arroja fuera de nuestra intimidad. Sin embargo, muchos creyentes se dirigen a Dios como si fuera simplemente un padre virtual. Y necesitan que siga siéndolo. Pues si, de repente, se apareciese —si se hiciera carne— difícilmente podrían admitirlo como Dios. Y menos, si los pusiera en cuestión. Su relación con Dios es análoga a la que podrían mantener con un confidente por email, sin saber quién es, ni cuál es su rostro. De ahí que la condición del intimar —o cuando menos, de este intimar— con Dios sea la negación de Dios —de su existencia o incorporación—. Dios no debe hacerse cuerpo, si de lo que se trata es de congeniar con Dios. No es casual que el psicoanalista permanezca detrás de su paciente.

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Imagen de Twitter

Estás comentando usando tu cuenta de Twitter. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s

¿Qué es esto?

Actualmente estás leyendo Agustín en la modificación.

Meta

A %d blogueros les gusta esto: