omnisciente
abril 17, 2023 § 2 comentarios
¿Un Dios omnisciente y omnipotente? No, gracias. Pues no sería Dios, sino en cualquier caso un ente superior —o inconmensurablemente superior, si se prefiere—, en definitiva, un dios-espectador que procedería ex machina. Un dios-espectador es un Dios sin alteridad. Y nada existe —o mejor dicho, nadie— que no se encuentre expuesto al exceso de la alteridad. Podría ser que, efectivamente, hubiera un ente superior. Ahora bien, sin alteridad —y aquí hay que tener presente que Adán es el otro-de-sí de Dios— ese dios simplemente sería, pero no existiría. Como las focas, aunque en un plano espectral. En este sentido, hay más omnipotencia en el Dios que renuncia a la omnipotencia con la intención de llegar a la existencia —y una existencia corporal— que en el ente que, desde las gradas, no ve más que hormigas.
la modificación 
de esos momentos, cuando lees el artículo, que te gustaría darle la vuelta a todo, y ponerlo del revés
no hay forma; lo que es, es lo que es:
si Dios no tiene la capacidad de ser diferente y relacionarse con otros seres, entonces no existe
y, la verdadera omnipotencia de Dios se encuentra en su decisión de renunciar a su poder absoluto y convertirse en un ser que puede existir en el mundo real
Podemos hablar de alteridad en distintos sentidos, como el que se refiere a la propia actividad mental de la persona: se hace objeto a sí mismo cuando conoce que conoce algo.
Respecto a Dios, su acto creador es donación y, querámoslo o no, dependemos solamente de este acto creacional; parecería que la alteridad absoluta de Dios respecto a su criatura empieza a carecer de sentido: podemos pensar que nuestra esencia es donación. Hay relación de dependencia ontológica fundada en el acto creacional. La consideración judía de Dios como lo absolutamente otro debería ser puesta en duda.