confío
febrero 17, 2021 § 3 comentarios
Fe es confianza, antes que supuesto. Pero ¿confiar en qué o en quién? ¿En la ayuda de Dios? Sin duda, esta es la confianza más espontánea: que al final todo termine bien. No obstante, viendo como Dios trata a sus elegidos, ¿acaso no estamos hablando de una esperanza sin expectativa —de un final sine die—? Como sabemos, el cristiano cree en la resurrección de los muertos, una especie de día D de dimensiones cósmicas. Al menos, sobre el papel. Pero ¿acaso entre los relatos del resucitado y los finales ex machina de las tragedias griegas no hay un aire de familia? ¿No estaremos hablando de un happy end a la Hollywood, de esos finales que resultan tan consoladores porque, al meternos en la película, entramos en un estado de suspensión de credibilidad? Únicamente hace falta que entendamos la fe en la resurrección como la fantasía de unos iluminados —o como si fuera una variante de las resurrecciones de algunos dioses paganos— para que el cristianismo se convierta en una brutal ironía. Pues decir que la solución pasa por que los muertos resuciten está muy cerca de decir que no hay solución. No debería extrañarnos que muchos, hoy en día, prefieran las cartas astrales o las dietas milagrosas. Y es que puestos a elegir entre resucitados y un cierto saber es obvio que elegiremos lo segundo. Aunque lo que subyazca sea el mismo clamor, la misma desesperación de siempre.
¿Respondería algo así como: La confianza es en el cumplimiento de la promesa; la resurrección de los muertos, la forma, concreta pero simbólica, que tomó esa promesa de cumplimiento de promesa en los años próximos al cambio de era. La coherencia entre símbolos es interna a la opción sentido/sin sentido, y solo se muestra, parcial y fugazmente, cuando esa opción llega a ser auténtica opción vital. Algunos símbolos pueden llegar a perder su fuerza simbólica con el tiempo y con el espacio; su verificación/autentificación será necesariamente externa a las condiciones espacio-tiempo. Los indicios/índices que quizá lleguen, aquí y ahora, de las otras caras del Dios judeo-cristiano, han de pasar por la prueba de fuego del Dios del séptimo día para poder decir con verdad «que bien sé yo…»?
Seguramente parezcan puros juegos de lenguaje, pero ¿aquí y ahora tenemos otro medio de pensarlo y expresarlo?
Tener fe en Dios, ¿en quién si no…?
¿Cómo trata Dios a sus elegidos?
La fe es para los sencillos y en la sencillez debe uno dejarse guiar y pedir más fe. Parece que se está hablando de la fe como algo de fabricación humana: pero es un don de Dios.
Todo lo demás, ¿está de más? En lo esencial opino que sí, porque se utiliza el asunto religioso como pretexto para un ejercicio intelectual original e interesante.
Se podría pensar en el encuentro con los saduceos de Jesús y relacionarlo con el Antiguo Testamento. Dios en un Dios de vivos, no de muertos. Es el Dios de Abraham, Isaac y Jacob. Y Jesús es el cumplimiento, con su Sufrimiento, Muerte y Resurrección de la expectativa veterotestamentaria.