Aneto
abril 21, 2023 § Deja un comentario
Una experiencia fundamental no llega a ser, precisamente, fundamental mientras no nos adhiramos a ella. Esto es, hasta que no respondemos con un fiat incondicional a la conmoción que dicha experiencia supone —al hecho de que nos desplace fuera del hogar. Pues, al fin y al cabo, no hay experiencia fundamental que no vaya de la mano de la aparición, de la interrupción de la continuidad del tiempo, aquella que nivela cuanto toca. De no haber fiat, fácilmente nos convertimos en espectadores de nosotros mismos (y por extensión, en reos de lo impersonal, de lo que se dice o se hace). Y de ahí a decirnos que no fue para tanto —o incluso a tachar dicha experiencia de delirio— media un paso.
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