¿tener fe?
febrero 11, 2023 § Deja un comentario
La fe no se tiene. En cualquier caso, se tiene la creencia religiosa. Y la creencia religiosa, hoy en día, es antes una suposición que una confianza, algo así como el modelo que nos permite cuadrar las piezas de un rompecabezas. La fe es un acto de fe —un paso al frente— ahí donde lo más sensato es negar o retroceder. Así, cuando hablamos de la fe hablamos propiamente del momento de la fe. De ahí que no sea casual que la fe se expresara originariamente como una confesión ante un tribunal romano.
Con todo, nadie puede asegurar desde sí mismo que será capaz de dar un paso al frente donde se le exija darlo. A lo sumo, la fe de a pie, si es honesta, espera poder dar dicho paso… aun cuando, también honestamente, nadie pueda preferirlo: que pase de mí este cáliz. Ahora bien, porque la fe tiene su momento, como también el amor, la fe solo puede ser contada como historia de la fe. De hecho, si somos capaces de dar el paso es porque antes lo dio otro por nosotros. Esto es, en nuestro lugar.
fidelitas
febrero 10, 2023 § Deja un comentario
Óscar Romero, a pesar de su desolación, siguió dando el pan de cada día a los que no tenían pan —esto es, a pesar de que hacía tiempo que había dejado de experimentar a Dios. ¿Lo hizo impulsado tan solo por el sentimiento de compasión? Quizá. Pero ¿qué diría entonces Hume? ¿Que, en el fondo, no hay más que emociones? Sin duda. Pero ¿quién dijo que nuestras emociones fuesen la medida de la verdad —de lo que en verdad acontece y no simplemente pasa? Pues lo cierto es que Óscar Romero, aunque fuera con las muletas del sentimiento, respondió a la acusación de los desfavorecidos sin piedad. Y esta acusación es real, aunque no nos lo parezca. Más aún cuando Óscar Romero no podía ignorar que, tarde o temprano, le esperaban unos cuantos balazos en el pecho.
Hegel, one more time
febrero 9, 2023 § Deja un comentario
Es sabido que, según Hegel, hay que comprender la sustancia como sujeto, esto es, como Yo, por decirlo a lo bruto. Pues solo de este modo cabe hacer justicia al carácter otro de lo real. Ahora bien, esto en principio se encuentra muy cerca de caer en el mito. De ahí que Hegel se decantara por comprender la iniciativa del Espíritu como una dinámica inherente a la lógica del concepto (y aquí el concepto no es estrictamente una definición, sino la expresión de que nada es más real que lo abstracto; al menos porque la alteridad avant la lettre carece de la entidad de lo particular —porque, en definitiva, la alteridad estrictamente tan solo puede ser dicha, por no decir que es un decir). En el fondo, la dinámica del concepto obedece a que la alteridad como tal siempre es su negación de sí. O en hegeliano, el en sí va de la mano, lógicamente, con el para sí. Es lo que la tradición cristiana, ya desde sus inicios, entenderá como la kénosis de lo divino. Al fin y al cabo, en tanto que lo absoluto es la escisión —aquella que da pie, precisamente, a lo histórico— cabe eludir la deriva de la metafísica hacia ontoteología (o por emplear el rotulador grueso, hacía el teísmo, ese resto de lo pueril).
el secreto
febrero 8, 2023 § Deja un comentario
Para la cábala, en general, se trata de descifrar el secreto de Dios. El texto —el mundo— se presenta, por tanto, como cifra. Esto es, el misterio como código. Sin embargo, quizá con respecto a Dios, no haya nada que descodificar, aunque, ciertamente, el misterio de Dios —la irreductible invisibilidad de la alteridad— tarde o temprano nos haga caer del caballo. Y es que de hallar el sentido oculto del mundo, aun nos preguntaríamos si eso es todo. Si hay Dios —que lo hay, aunque no como nos lo imaginamos—, entonces el todo en modo alguno puede ser el todo. La realidad de Dios —una realidad que anda rozando la nada— impide el cierre inmanente de la totalidad (y lo que esto significa es que la división no se da entre los mundos, sino entre los tiempos; pero este es otro asunto). De hecho, la revelación nunca fue una ilustración.
lo más
febrero 7, 2023 § Deja un comentario
¿Qué es lo más? ¿Ser como los que marcan la moda, los índices del éxito, la felicidad? Es lo que muchos se dicen a sí mismos de entrada, aunque también al final. ¿Qué responde el cristianismo? Nada que nos resulte atracativo, seductor. Al menos, no lo fue para el joven rico de la parábola. En definitiva, se trata de la vida que nos dan los que vuelven con vida de la muerte en vida. Por ejemplo, aquella mujer a quienes sus nueve hijos, gaseados en Auschwitz, se le aparecieron en los huérfanos de Israel. Ciertamente, no es algo que podamos preferir. Pero es lo más. En cualquier caso, la fe —la respuesta— tiene su momento (y un momento que no podemos escoger).
sales minerales
febrero 6, 2023 § Deja un comentario
Dice el capellán en su sermón: ¿deberíamos preguntarnos si acaso somos luz? ¿Iluminamos la tierra? ¿Somos su sal? De acuerdo. Sin embargo, creo que andaríamos equivocados si creyéramos que debemos esforzarnos para salar el mundo —o si nos dijéramos ahora voy a iluminarlo. Y no porque el mundo no necesite ninguna sal o luz—al contrario—, sino porque uno no añade salazón a este plato o ilumina la tiniebla porque pretenda salar o iluminar. De ser así no dejaríamos de ser, precisamente, unos iluminados. La luz es, como dicen los psicólogos, un producto lateral. Es lo que sucede mientras andamos ocupados en otro asunto, en nuestro caso apostar por la bondad o saciar los estómagos del hambre. La sal o la luz se darán de paso. Aunque a quienes se sacrifican por los desgraciados no se lo parezca. Ni podrá parecérselo. El sentido del sacrificio no pertenece a quien se sacrifica. De hecho, incluso la verdad de Dios está en manos de Dios.
de los jardines y las simas
febrero 5, 2023 § 1 comentario
Tomar unos vinos con los amigos, ver crecer a tus hijos, el vuelo de los pájaros, un día de Sol… No hay más. Carpe diem, que decía Horacio. ¿Los triunfos? Un error de perspectiva.
¿Para qué, entonces, la Biblia? ¿Para decirnos que la muerte no es un final? Sí que lo fue para los patriarcas de Israel (y de ahí su sentido del don o de la gracia). De hecho, a los bendecidos, les basta con disfrutar del presente. La pregunta es, por tanto, otra: ¿qué vida pueden esperar los condenados por el mundo? La suerte, ¿solo para sus verdugos? El problema es que la respuesta —una resurrección— es increíble, por imposible. Quienes creen en ella como quien no quiere la cosa, probablemente aún no hayan sopesado el alcance de su creencia. En todo caso, creerán que creen. Por eso, o los evangelios son una brutal ironía —pues resulta irónico ofrecer una solución inconcebible—; o el creyente debería aceptar sinceramente que la fe supone un entregarse a la posibilidad de un Dios imposible —de un Dios que ningún mundo puede admitir. Y ello en nombre de un acto de bondad donde no hubo más que oscuridad y horror.
de narcisos
febrero 4, 2023 § Deja un comentario
El narcisismo se apoya en la gran mentira: creer que somos alguien. Por eso vamos por ahí como si tuviéramos un motivo del que enorgullecernos. Por eso duele que los demás descubran nuestra tara. Narciso no puede soportar su desnudez. De ahí que viva de su éxito, ese malentendido. Ya lo dijo Qohelet: todo es vanidad (y la vanidad es alimentarse de viento). Y así podemos morir demasiado pronto. Esto es, sin habernos dado cuenta de que todo comienza con la muerte de uno mismo para sí mismo.
algo o alguien: un ejercicio de lógica
febrero 3, 2023 § Deja un comentario
Si Dios es algo, entonces no es Dios, sino un arjé —una cosa última o fundamental. Y con respecto a un arjé no cabe la fe, sino en cualquier caso el chute emocional, la conexión, la evidencia. Pero si Dios es alguien, entonces, en sí mismo, no es nadie (aún). Pues el yo difiere continuamente del cuerpo con el que, sin embargo, se identifica. Y esto es Biblia. El nihilismo —sea ateo o budista— se decanta por la cosa última (aun cuando en el caso del budismo se trate de la nada). No hay más. La Biblia, en cambio, apuesta por un Dios personal (y aquí da en el clavo de la existencia, al menos porque existir significa estar expuestos a la poderosa impotencia del nadie). Ahora bien, el carácter personal de Dios no es el que religiosamente imaginamos: como si hablásemos de un humano superior (y espectral). Dios es persona porque no es aún nadie sin su cuerpo —sin la fe, la entrega de ese cuerpo. Y esto es cristianismo.
el giro
febrero 2, 2023 § Deja un comentario
De estar en el centro, a orbitar alrededor. El hallazgo de Copérnico se vivió como humillación: estamos en la periferia; no contamos. Pero ¿acaso no fue esta la experiencia más espontánea de la trascendencia? ¿Acaso no fue la del mismo Job? El que acabásemos, como Agustín, intimando con Dios —aunque Agustín se cuido de añadir et superior summo meo— ¿no fue el principio del fin? Quizá hayamos olvidado que Marcos puso en labios de Jesús la palabra Abbá —la que expresa la mayor intimidad con el Padre—, no mientras anduvo por Galilea, sino en Getsemaní. Los mulsumanes ¿se equivocan cuando creen que la mayor proximidad con Alá tiene lugar cuando clavan su rostro contra el suelo? Cierta devoción ¿acaso no suprimirá nuestro estar expuestos al misterio?
mariposas
febrero 1, 2023 § Deja un comentario
Cuanto menos te aprecies a ti misma, más dispuesta estarás a salir con cualquiera —con el primero que te haga un poco de caso. Sin embargo, creerás que es alguien extraordinario. Al menos, en un primer momento. Es lo que tiene querer resolver cuanto antes el asunto del tener. Que no se diga que tú no vales para este juego. Aun cuando el juego que realmente estás jugando no es el que te imaginas.
pensar y vivir
enero 31, 2023 § 1 comentario
Pienso, luego soy, dijo Descartes. Y aquí topó con su primera certeza. Sin embargo, lo habitual es constatar que cuando uno piensa, se queda en suspenso. Este es, sin duda, un asunto distinto al de Descartes. Pero una cosa no quita la otra. Y es que donde caemos en la cuenta no podemos seguir tratando —o comerciando— con aquello que nos traemos entre manos. Al menos, porque el caer en la cuenta supone captar lo excepcional del momento. De hecho, de cualquier momento. Y no hay etiquetas que valgan para la excepción. Aquí la pregunta es si acaso no vivimos más cuando, lejos de dejarnos arrastrar por la vida, nos situamos en la distancia de quienes se asombran. Aunque no podamos permanecer ahí.
no es oro cuanto reluce
enero 30, 2023 § Deja un comentario
De un sermón dominicial: “el pobre no es el que no tiene ni un duro, sino aquel que deposita su confianza solo en Dios”. ¿Aún ahí? Es cierto que la pobreza, de por sí, no nos hace creyentes. Pero, sin duda, nos coloca en la situación de la fe. Pues solo como aquellos que no cuentan cabe confiar solo en Dios. ¿Acaso no se nos dijo lo difícil que es que un rico entre el Reino? La cuestión, sin embargo, es cómo Dios satisface nuestra confianza. Pues, visto lo visto, no lo hace como en principio nos gustaría.
al fin y al cabo, esto va del Alien
enero 29, 2023 § Deja un comentario
O bien lo divino se integra en el mundo como el poder que genera cuanto es; o bien Dios es, como tal, el alien absoluto (y solo como absolutamente otro merece el nombre de Dios). En el primer caso, no hay diferencia entre Dios y un arjé. Y nadie se encuentra expuesto a un arjé. Ciertamente, nuestra salud espiritual puede depender de que sintonicemos con la buena vibración. Pero no esta la dependencia de la que nos hablan los testimonios bíblicos. En el segundo caso, sin embargo, Dios trasciende la totalidad como el Dios que retrocedió más allá de los tiempos por el desafío del primer hombre. Y retrocedió hasta el punto de no ser nadie-aún sin el fiat del hombre. De ahí que la redención afecte no solo al hombre, sino también a Dios. En el primer caso, Dios permanece oculto por debajo del ruido y la furia como el tesoro que debe ser desenterrado. En el segundo, la invisibilidad de Dios en sí —la invisibilidad del Padre— es eterna. Y debe serlo, tratándose del Dios que no admite otra imagen que la del hombre de Dios que se entregó a Dios habiendo sido abandonado por Dios. Y aquí quien dice imagen dice esencia. Es obvio que no hablamos exactamente de lo mismo.
patologías de la creencia
enero 26, 2023 § Deja un comentario
Que seamos tolerantes —y mejor que lo seamos— supone que no podemos tomarnos del todo en serio nuestras creencias fundamentales. En cualquier caso, creeremos que creemos (y aquí paz y después gloria). De hecho, quienes se las toman en serio suelen pasar por fundamentalistas. Por ejemplo, los antiabortistas que dinamitan las clínicas donde se practican abortos. O aquellos que creen seriamente que serán juzgados al final de los tiempos conforme a Mt 25 —y que, por eso mismo, les tiemblan las piernas. Su obsesión ¿acaso no nos parecería patológica?
Sin embargo, puede que esto haya sido así desde que hay humanidad. Pues aunque sepamos que vamos a morir, tampoco viviríamos si llevásemos a flor de piel la posibilidad de que nos diera un ictus en cualquier instante. En el día a día, nos decantamos por el no n’hi ha per tant. Todo a su debido tiempo, como decía Qohelet. De ahí que, y con respecto a la fe, lo decisivo sea, precisamente, el momento en el que se nos exigirá dar un paso al frente. Durante el mientras tanto, prevalece el hasta cierto punto.
resumiendo
enero 25, 2023 § Deja un comentario
Decimos: el Padre es aún-nadie sin el Hijo. De acuerdo. Pero ¿en qué sentido decimos que es? Evidentemente no estamos hablando de un ente que sufra una crisis de identidad. El Padre es no siendo aún. Hablamos, por tanto, del Padre como el absoluto porvenir de Dios. En este sentido, el Padre es su porvenir, al fin y al cabo, su invocación del hombre. La convicción bíblica es que dependemos del Padre en tanto que dependemos de su invocación, aun cuando vivamos como si no. Ahora bien, esta dependencia no es unidireccional. Pues lo que está en juego en la respuesta del hombre, no es solo su destino, sino también el de Dios. Es lo que tiene un Dios que, desde un principio, quiso depender del hombre que depende de Dios.
En este sentido, no es casual que su presencia sea, bíblicamente, la de la promesa de Dios (en el doble sentido del genitivo). Como tampoco lo es que cristianamente se proclame que no hay otro Padre que el que soporta el Hijo sobre sus espaldas. De ahí que el Padre, como tal, sea un misterio —y un misterio que no admite representación. Pues se trata, en cuanto absolutamente otro, de lo que no puede reducirse a imagen o concepto. Donde hay reducción, hay idolatría. De hecho, cristianamente no hay otra imagen del Padre que la del Hijo que fue elevado a la altura de una cruz. Por eso mismo, la experiencia humana del Padre no es del Padre, sino de lo que se desprende de su extrema trascendencia, a saber, el don —la gracia— y la Ley, un tener que responder. Por no hablar de experimentar su cuerpo.
confi
enero 24, 2023 § Deja un comentario
¿La fe? Una ciega confianza en aquel que nos sacó del pozo. Por tanto, no hablamos de la suposición. La fe, a diferencia de la mera creencia, parte de la redención. Ahora bien, quien nos sacó del pozo no es un héroe, sino un cualquiera, aquel que despreciamos hasta colgarlo de un madero, en definitiva, un maldito de Dios. Y quizá por eso mismo, no hablamos de lo extraordinario, sino de lo imposible, de lo que no cabe integrar en ningún puzle, en última instancia, de la novedad que divide los tiempos históricos en un antes y un después.
cabalismos
enero 23, 2023 § Deja un comentario
El eje central de la cábala consiste en la reparación de la divinidad mediante la ejecución humana de los mandamientos.
Moshé Idel
IA
enero 22, 2023 § Deja un comentario
El hijo de la mona superó a la mona. El hijo del hombre —Hal 9000—superará al hombre. El aprendiz de brujo no puede doblegar los espíritus que convoca. Sin embargo, la superación no tendrá lugar, o no solo, por la vía del superlativo —más fuerza, más poder de cálculo…—, sino por la de la delegación. Donde la máquina se encargó de las tareas pesadas perdimos peso muscular. Del mismo modo, donde el algoritmo se encargue de pensar por nosotros —y de pensar lo sumamente complejo— veremos como disminuye nuestro coeficiente intelectual (o cuando menos el promedio). Y es que la inteligencia no se desarrolla si no la ponemos a trabajar. Por tanto, la cuestión quizá no sea si la Matrix de turno será capaz de simular a la perfección el pensamiento o incluso de crear belleza. Pues es obvio que ya es capaz. Ni siquiera si llegará a ser consciente. Al menos, porque, como sabemos desde Descartes, la conciencia del otro es siempre supuesta (y por eso, en el caso de que ya no pudiéramos distinguir entre el animal consciente y su réplica, el asunto dejaría de tener importancia: nadie se pregunta si Yoda es consciente; lo da por hecho). De hecho, tampoco sabremos si el replicante se siente realmente culpable ante los que no cuentan para nadie… en el caso de que pueda simular dicho sentimiento. La cuestión es, como decíamos, si este progreso no supondrá que nuestra inteligencia vuelva a ser la de los simios. Y si acaso Matrix no llegará a la conclusión de que lo conveniente sea tratarnos como tales. Ciertamente, caben unas cuantas preguntas más. ¿Tendrán derechos los algoritmos? Y de no tenerlos, ¿podrán ganárselos, esto es, conquistarlos? ¿Podremos admitirlos como hijos de Dios?
Con todo, quizá dé un poco igual que el algoritmo pueda escribir una obra como Ser y Tiempo. En cualquier caso, lo decisivo será que podamos seguir escribiéndola nosotros. O algunos de los nuestros.
Israel y la imposibilidad de la ontología
enero 21, 2023 § Deja un comentario
Decir es juzgar —decantarse por uno de los lados de la ambigüedad de lo presente. Pues cuanto es en concreto es mezcla. Así, por ejemplo, no todo en el amor es entrega o sacrificio. También hay voluntad de dominio. Que se nos presente como lo uno o lo otro es cuestión de proporción. Pero, desde fuera, cuesta acertar con las medidas. Al fin y al cabo, lo que sabemos es que no terminamos de saber. Sin embargo, necesitamos juzgar, hacer como que sabemos. Al menos, porque no podemos soportar demasiada ambigüedad. De ahí la pregunta acerca de lo que es más allá o por debajo de la crosta, oscilante, de las apariencias. Así fácilmente decimos que el abrazo de una madre es, sin duda, amor. Que también se trate de otra cosa quedará, como el polvo, bajo la alfombra. En esto consiste estar presos de la opinión, de lo que se dice, el tópico: en que creemos haber dado en el clavo. Ciertamente, el profesional de la metafísica ofrecerá un juicio más sofisticado, diciendo, por seguir con nuestro ejemplo, que en el abrazo de una madre se hace presente el amor que, en cuanto tal, trasciende a quienes lo representan. Pero ello no quita que sea se trate de algo distinto a pronunciar un veredicto. En realidad, su estrategia es semejante a la del prestigitador: salva las apariencias desplazando al territorio de lo invisible aquello de lo que se trata. De este modo, podemos seguir con nuestros asuntos contentándonos con el como si.
En cambio, la convicción de Israel es que el juicio no nos pertenece. Su pregunta no fue qué es, sino qué acabará siendo, de qué lado se decantará cuanto nos traemos entre manos. Mientras tanto, obediencia, esto es, fidelidad a la voz que se desprende de la extrema trascendencia de Dios. No se trata, por tanto, de la pureza, sino del tener que responder a una demanda, seamos putas o sacerdotes. Nadie puede decir de sí mismo que está justificado ante Dios. No es casual que Israel no produjera metafísicos, sino profetas. De ahí que, para Israel, la revelación —el desvelamiento— no apunte a lo subyacente, sino al porvenir, un porvenir que, en tanto que resuelve la ambivalencia de lo presente, no puede comprenderse como una posibilidad del mundo. Al fin y al cabo, hablamos del porvenir de Dios, en el doble sentido del genitivo. Todo se encuentra sub iudice. Y se encuentra sub iudice porque Dios decidió dar un paso atrás más allá de los tiempos —fuera del todo— para que fuera posible lo que no es Dios. Ahora bien, dado que el mundo fue creado de la nada, esto es, dado que el mundo es el envés del anonadamiento de Dios, la nada es la imposible posibilidad del mundo. La aniquilación es el horizonte de cuanto es. Y por ello el juicio nos alcanza. Al menos, porque Dios es el Dios que no quiso aparecer como Dios sin la fe del hombre. En la respuesta del hombre a la invocación de Dios no solo está en juego el destino del hombre, sino el de Dios mismo. Por eso no hay teología que no se conciba, en última instancia, como una teodramática.
de los como si
enero 20, 2023 § Deja un comentario
Decía Heidegger que los poetas fundan el mundo. Está claro. Y es que la metáfora no es un modo de decir, brillante en el mejor de los casos, sino un modo de hacer. El poeta crea la realidad diciéndola o, siendo más precisos, llevando a la palabra lo que aún no es —y no es porque aún no ha sido llevado, precisamente, a la palabra. A lo sumo, antes de la palabra, un ruido de fondo. Así, cuando el poeta dice, por ejemplo, que de lo que se trata es de dominar a la bestia que llevamos dentro, no dice algo de la bestia, sino que la crea de la nada —y la crea como quien ve lo que hay. Casi como Dios mismo, aunque quizá de forma menos imperativa. A partir de ese momento ya no podremos comprendernos de otro modo.
Ciertamente, la bestia estuvo antes ahí, correnteando por la selva. Y por eso mismo, fue suficiente con nombrarla. Una bestia es una bestia. Pero con los nombres no vamos muy lejos. Los monos también pueden utilizar post-it. En cualquier caso, el ilustrado riega fuera de tiesto cuando considera el imaginario simbólico como fantasía o superstición. Quien dijera que, de hecho, no hay ninguna bestia en nuestro interior, sino únicamente hormonas, lo que nos estaría diciendo, más bien, es que no sabe leer. Pues aunque sea obvio que, de hecho, no hay una bestia, la hay en realidad (aun cuando esta distinción entre los hechos y lo real haya dejado de ser actualmente una obviedad). Al menos, porque para dirigirnos hacia lo real debemos ir más allá de la cantidad —de lo medible. Mejor dicho, tenemos que exponernos. Y difícilmente nos expondremos donde, desde la grada del espectador, nos limitamos a medir.
En este sentido, puede que teólogos los de la analogia entis no anduvieran tan errados. Sobre todo, si tenemos en cuenta que siempre añadían aquello de mayor es la desemejanza. Otro asunto es que el creyente de a pie se olvidase de esto último. Pero una cosa no quita la otra.
la bestia
enero 19, 2023 § Deja un comentario
Hallarse ante el poder que puede aniquilarte: esta es la experiencia mas elemental de lo divino (aunque también, junto a ella, la de la admiración). La vida seguirá sin ti. Tú no cuentas para un dios: Baal te ignora o desprecia. El descrédito de la religión va de suyo con el creerse alguien. Y esto es, sin duda, una ingenuidad. Sin embargo, por encima de Baal, hay el único verdadero, aquel que por situarse más allá del todo, posee la entidad del desaparecido (y por eso mismo, de aquel que está por venir). El todo —y Baal pertenece al todo— pende del hilo de la aparición de Dios como el que es, a saber, un nadie. Pues donde nadie se hace presente —y se hace presente como oscuridad y silencio absolutos—, todo queda reducido a nada. Ahora bien, solo en nombre del nadie podemos permanecer en pie frente a Baal —y de paso, caer en la cuenta de que únicamente nos tenemos los unos a los otros.
stricto sensu
enero 18, 2023 § Deja un comentario
Ninguna modelo admite que sea bella (aunque pueda reconocerlo objetivamente). Jesús murió sin poseer el significado de su entrega. Esto es, no dijo de sí mismo que fuese Dios hecho carne. Kafka ordenó quemar su obra. Nadie posee lo que representa. Pues si lo representa es porque su yo ha sido desplazado por la representación hasta rozar, precisamente, el nadie. Adriana Lima no está a la altura de la Adriana Lima de las portadas. De ahí que la frase nadie posee lo que representa pueda leerse en positivo: quien posee el sentido —quien lo soporta— es, en definitiva, un nadie.
Ahora bien, y aterrizando en el plano teológico, lo que confiesa el cristianismo es que el crucificado no quedó desplazado por Dios. De ahí que no represente a Dios, sino que lo encarne. El crucificado es el cuerpo de Dios. Y lo es porque, sin ese cuerpo, Dios no quiso ser alguien. En este sentido, podríamos decir que Dios, en sí mismo, es esta voluntad. Al fin y al cabo, Jesús de Nazaret no fue un representante de Dios porque de Dios no hay nada que representar. Sin embargo, es igualmente cierto que el crucificado, al margen de su abandonarse a Dios donde fue abandonado por Dios, no es más que un cadáver. Quizá la perijóresis de la que hablaban los antiguos Padres se entienda mejor donde tenemos en cuenta que la relación de mútua implicación entre las personas de la Trinidad tiene lugar entre quienes no son aún nadie sin el otro.
fenomenología básica
enero 17, 2023 § Deja un comentario
Hay haber. Esto es lo primero. Sin embargo, es sabido que, a partir de Descartes, lo primero en el orden de la reflexión no es el haber de las cosas, sino el haber del pienso, aun cuando luego la idea de Dios le obligue a reconocer la primacía de una exterioridad ilimitada —en definitiva, de un puro haber— en el orden ontológico. Ahora bien, la suspensión de la certidumbre espontánea acerca del haber que lleva a cabo la duda hiperbólica no deja de ser un truco retórico, en el mejor de los casos, y una falacia lógica, en el peor. Pues dicha suspensión presupone lo que terminará concluyendo, a saber, el carácter fundamental del cogito. De ahí que sea racionalmente legítimo, si no obligatorio, comenzar con la pregunta sobre la consistencia del haber: ¿en qué consiste el haber —o si se prefiere, el aparecer— en cuanto tal?Descartes, una vez llega a la certeza del cogito, tendría que haber caído en la cuenta —es un decir— de la primacía de la pregunta por el haber. Y es que lo primero, ni siquiera en el orden del pensar, salvo que aquí el pensar no sea mucho más que un ejercicio de rétorica, en modo alguno puede ser el cogito… si la conclusión del uso metódico de la duda es, precisamente, el haber del cogito. Al fin y al cabo, la certeza del cogito consiste en el aparecer indiscutible de la res cogitans a la conciencia como el soporte de la corriente del pensamiento (y por eso mismo como aquello que le confiere unidad, al menos porque lo que unifica el flujo de la representaciones mentales es que son mías). No es causal que Spinoza, un cartesiano que corrige a Descartes, inicie su Ethica more geometrico con la afirmación de que hay Dios (y aquí no estamos hablando, como es obvio, del Dios que el creyente invoca, sino de Dios como el nombre de la totalidad). Como tampoco lo es que Hegel comience su Lógica reflexionando sobre el concepto de ser… aunque sostenga que debemos pensarlo como sujeto y no como sustancia. En realidad, la operación hegeliana podríamos entenderla como un intento de resolver el problema del cogito. Al menos, porque el hecho de pensarse como el que piensa implica, aunque sea oscuramente, la exterioridad de lo que piensa. O dicho de otro modo, si la certeza de sí a la que apunta la afirmación existo mientras pienso solo puede ser intuida —y aquí intuir significa ver con los ojos de la mente—, entonces, y teniendo presente que la intuición apunta a un enfrente, no hay razón para que no quepa dudar de ella.
fe y confesión
enero 17, 2023 § Deja un comentario
La fe, antes que una creencia, es un acto de fe. Es decir, una confesión. Ahora bien, la confesión creyente, originariamente, no tenía lugar en los confesionarios, sino ante un tribunal romano. Poca broma. O César o el crucificado —o Mundo o Dios—. Y como no cuesta imaginar, optar por el crucificado era aceptar una condena a muerte. Pero ¿cómo Lázaro podrá escupir sobre el rostro de aquel que, siendo de carne y hueso, le levantó de entre los muertos en nombre de Dios? No es causal que los gnósticos no tuvieran mártires entre sus filas. Pues al gnóstico —y al neognóstico de hoy en día— le basta con un saber para salvarse. Donde olvidamos el carácter confesional de la fe, nos queda la suposición. Y es obvio que una suposición, por muy gratificante que sea, siempre puede ponerse en duda. Esto no significa que la inquietud por la verdad no importe. Significa que la verdad cristiana o es una verdad hecha cuerpo o no es, sencillamente, verdadera. Como Dios mismo.
sin padre
enero 16, 2023 § 1 comentario
Que nacemos como los que tenemos que negar a Dios es algo obvio para quien se sale de la tópica religiosa. En esto consiste, nuestro orgullo o soberbia: que no quisimos tener padre (la Modernidad, en este sentido, sería la máxima expresión de esta voluntad). Pues un padre es aquel que decide nuesto valor, aquel que, en definitiva, nos juzga. Y quien dice juicio, dice la posibilidad de la humillación. Sin embargo, el hallazgo bíblico consiste en caer en la cuenta de que el verdadero padre es aquel que nos juzga desde su vaciamiento (y por eso mismo, nos libera del creer en nuestra importancia). Y dado que el juicio de Dios se manifiesta, según Israel, a través de la demanda de quienes no cuentan para nadie, no hay otro padre que el que cuelga de una cruz.
de la trinidad
enero 15, 2023 § Deja un comentario
Tres niñas salvadoreñas, de 12, 9 y 2 años, fueron rescatadas por la policía mexicana cuando intentaban cruzar el río Bravo. Ningún adulto con ellas. Basta imaginar el porqué para, cuando menos, intuir por donden van los tiros del peccata mundi. La historia de estas tres niñas, sin duda, nos conmueve. Pero, en realidad, no nos importan. No sea que le perdamos la pista a los coletazos del vídeo de Shakira.
oficio y fidelidad
enero 14, 2023 § Deja un comentario
Se nos dijo: no pases de largo ante quien no tiene el pan de cada día. De acuerdo. Pero ¿qué sucede? Que somos cuerpo. Y lo que esto significa es que en la frontera también terminamos pasando de largo, haciendo de la entrega un oficio. Ningún cuerpo soporta el delirio del alma. Sin embargo, el oficio no supone necesariamente una traición —un rechinar de dientes—. También puede presentarse como fidelidad. Pues, al fin y al cabo, la fidelidad se realiza en las formas. Y ello en nombre de lo que nos fue dado en su momento. Esto es, en nombre de la gracia. Resulta ingenuo suponer que nuestro corazón bomberará la sangre siempre con la misma fuerza. No es casual que la shemà comience con aquello de recuerda Israel.
Is 45,7 y la cuestión de la teodicea
enero 13, 2023 § Deja un comentario
Gershom Scholem expresó en su momento la dificultad que experimentaba con Is 45, 7: Yo soy el que ha creado la luz y las tinieblas; yo soy el que hace la paz y crea la adversidad. Normal. ¿Cómo Yavhé, un Dios de vivos y no de muertos, puede provocar la desgracia? Estamos, como es obvio, ante la cuestión de la teodicea. Sin embargo, me atrevería a decir, que esta cuestión solo se plantea donde permanecemos atados a una concepción religiosa de Dios, esto es, donde nos imaginamos a Dios a la manera de un titiritero espectral. O en su defecto, como si fuera algo así como una energía positiva (y aquí el mal obedecería a que nos terminamos de encontrar el enchufe).
En cualquier caso, los tiros bíblicos no van por ahí. Dios es, ciertamente, el misterio que abraza el mundo. Y no porque sea un ente misterioso que no llegamos a captar porque carecemos de las antenas adecuadas —al igual que nosotros seríamos un misterio para las chinches—, sino porque la trascendencia de Dios responde al vacío de una alteridad avant la lettre. O por decirlo en cristiano, Dios en verdad, desde la caída hasta el Gólgota, es el Dios que tuvo pendiente su modo de ser. De ahí que la confesión cristiana proclame a Jesús como el quien de Dios y no solo como su heraldo (y esto no deja las cosas de Dios como estaban). En este sentido, la luz y la tiniebla —la bendición y la desgracia— serían las dos caras del retroceso de Dios hacia el futuro del hombre (y de paso, de Dios mismo). Como absolutamente otro, Dios en sí mismo es el aún nadie. O en trinitario, el Padre no es aún nadie sin el Hijo (y viceversa). Es lo que tiene un Dios que, desde un principio, quiso depender del hombre que depende de Dios.
de la kenosis
enero 12, 2023 § Deja un comentario
La kenosis —el autovaciamiento de Dios— no es un atributo de Dios: es Dios en cuanto tal. Y esto equivale a decir que Dios es amor, la voluntad de no ser sin lo otro de sí, esto es, sin aquel que, precisamente como otro de Dios —y por tanto, como el que difere de Dios—, de entrada tendrá que negarlo de entrada. De ahí que hablar de la kenosi como algo que se predica de Dios sea un modo de hablar. Y de ahí también que la realidad de Dios sea la de la historia de la reconciliación. Otro asunto es que nos resulte difícil admitirlo —es decir, vivir conforme a esta verdad—. Pues religiosamente es innegable que preferimos un dios-ya-hecho, un dios que no dependa del hombre que depende de Dios.
Charles
enero 11, 2023 § Deja un comentario
El camino de Charles de Foucauld fue un camino de despojamiento, en paralelo, podríamos decir, a la kenosis divina. Como escribe Pablo d’Ors, fue a encontrarse con los pobres y se encontró —aún más— con su propia pobreza. Desde fuera, podemos tener la impresión de que esta negación de sí es patológica: como si, en el fondo, se tratara de una pulsión autodestructiva, una pulsión que, según Freud, está presente en cada uno de nosotros (y de ahí quizá que la espiritualidad de Foucauld resulte tan atractiva para muchos). Y es posible que algo de esto haya (y si lo hay, entonces la ascesis incluye un notable desprecio de sí). Otros eligieron el alcohol o la heroina. Y si únicamente hubiese pulsión, el otro Charles —Bukowski— sería el negativo fotográfico de Foucauld. Lo dicho: aparentemente hablamos de una vía enfermiza. ¿Quién en su sano juicio propondría a sus hijos el modelo de vida de Charles de Foucauld? ¿Acaso no estamos propiamente ante un ejemplo de muerte en vida? ¿Se trata simplemente de localizar nuestro sepulcro? ¿Es que el primer mandato de Dios no fue el de engendrar?
Sin embargo, cuando el punto de partida, aunque se ubique en medio del trayecto, no se encuentra en uno mismo —en la oscura necesidad de negarse—, sino en los que no tuvieron que autodestruirse porque el mundo ya se encargó de destruirlos antes —cuando lo primero es un no poder soportar que vivan como perros—, el asunto adquiere otro tinte. Pues ser alguien frente a los nadie es homicidio. Al fin y al cabo, los rasgos de carácter del alma, incluyendo los más oscuros, ceden ante la irrupción de quien te coloca en la posición de quien debe responder a su demanda. Me trevería a decir que tan solo dicha irrupción nos descentra en verdad (y en este sentido, nos libra de nostros mismos). El resto, un mientras tanto. Esto es, entretenimiento. Y ya se sabe que lo que nos entretiene es la ficción.
¿por qué una revelación?
enero 10, 2023 § Deja un comentario
El budismo habla de iluminación mientras que el cristianismo, de revelación. ¿Hablan de lo mismo? No exactamente. Pues aunque en ambos se trate de un caer en la cuenta, la revelación apunta a lo inadmisible desde una óptica meramente humana, a saber, que no haya otro Dios que el crucificado. Y aquí vale lo que decía Richard Feynman con respecto a la mecánica cuántica: que si la entendemos es que aún no la hemos entendido. Así, podemos aceptar que el ego sea una ficción —que no hay otro horizonte que la vacuidad—, pero difícilmente lo que confiesa un cristiano al pie de la cruz. Pues lo primero nos impulsa a prácticar la ascesis de sí con el objetivo de alcanzar la plenitud. En cambio, el envés de la confesión cristiana es un tener que responder a la demanda, en el doble sentido de la palabra, que se desprende de un perdón inmerecido (y nadie, por lo común, prefiere responder). La bondad que emana el monje budista es una bondad, me atrevería a decir, que nace de dentro (y tras una conveniente purificación). Sin embargo, la bondad de la que somos capaces, según el cristianismo, es el efecto de una iniciativa exterior. A pesar del aire de familia, no parece que las coordenadas sean idénticas.
del asombro y la sospecha
enero 9, 2023 § 1 comentario
Que haya fuego. Que haya lluvia. Que crezca la hierba. El imperativo de Dios es el envés de nuestro asombro. Y lo es, no porque Dios proceda a la manera de un demiurgo, sino porque la nada —el retroceso de Dios hasta devenir el aún-nadie— es el fondo inescrutable de cuanto es (y por eso mismo podemos hablar de creación). Como nos recuerda el poeta, la rosa es sin porqué. Toda presencia es un acontecimiento para quien conserva una capacidad para el asombro, en definitiva, lo mejor de su infancia.
Así, en modo alguno será casual que, donde la sospecha sustituye al asombro como actitud fundamental —y esto es lo que significa el advenimiento de la Modernidad—, difícilmente podremos comprender nuestra existencia como la de aquellos que se encuentran expuestos a una genuina trascendencia. Y esto probablemente sea un error. Aun cuando suponga a la vez una cierta liberación. Pues el asombro va, inevitablemente, con unas cuantas dosis de temor.
de la vocación religiosa
enero 8, 2023 § Deja un comentario
Dices que no lo dejas por Dios —porque sientes que Dios te pide continuar. Pero esto no tiene nada que ver con Dios, sino contigo —con la película que te gusta. También puede que no lo dejes por la buena gente de la parroquia. De acuerdo. Pero para este viaje puede que las alforjas sean muy pesadas. Basta con que aparezca una chica maja —una que no sea del montón— para que tus argumentos cambien. Aun cuando quizá sería suficiente con que recordaras una de las moralejas de Dogville, la que apunta, precisamente, a la buena gente. Otro asunto es que sigas porque no puedes dejar en la estacada a los sin techo —a quienes, siendo despreciados, se han convertido en tus hermanos. En ese caso, seguirías, ciertamente, por Dios, esto es, en su nombre o lugar. Aunque probablemente sin Dios mediante. Sea como sea, lo cierto es que siempre nos movemos entre sombras. Difícilmente, desde lo último o verdadero. Al menos, hasta el instante en el que se nos reclamará una fe.
de dónde se parte
enero 7, 2023 § Deja un comentario
No sabemos quién es Dios al margen de Jesús. Como tampoco sabemos quién es Jesús donde prescindimos de su estar expuesto a un Dios que, en sí mismo, aún no fue nadie hasta el Gólgota. Otro asunto es que procedamos como si esto no fuera cristianamente así. Pero que vivamos nuestra creencia religiosa como si no hubiera habido encarnación no quita que, en verdad, no partimos de Dios para comprender a Jesús —como si Jesús fuese la ejemplificación de nuestra idea de Dios—, sino que partimos de un Jesús crucificado para topar con Dios. Y esto, obviamente, no deja las cosas de Dios tal y como estaban. De ahí que la confesión creyente no derive propiamente de una iluminación, sino de una revelación. No es lo mismo. Porque el velo del templo se partió en dos pudimos descubrir que tras él no se ocultaba ningún ente gigantesco, sino el pellejo del que pasó como enviado de Dios colgando de un poste. Tampoco pudo ser de otro modo, teniendo en cuenta que la revelación acontece donde cualquier idea de Dios o figura de lo divino se muestra como un trampantojo. Por no decir como vanidad.
vivificación
enero 6, 2023 § Deja un comentario
Dice Pablo: “El Espíritu de la resurrección que vivifica nuestros cuerpos mortales…” (Rom 8,11). ¿Que hay detrás de esta afirmación? Diría que una capacidad para el asombro que nosotros, mujeres y hombres modernos, hemos sepultado bajo capas de sospecha. Pues es asombroso que un cuerpo viva —o que deje de vivir en un momento dado—. Así, la visión más espontánea de las cosas es que tiene haber un poder que anime la carne, un poder sin el cual el cuerpo es materia inerte. En tanto que no podemos poseerlo, este poder nos supera. Y de ahí que los antiguos experimentasen ese poder como divino. No estamos ante una superstición, sino ante una percepción natural. La Biblia añade, aunque tardíamente, la fe en la resurrección de los muertos. Y esto no resulta secundario, tratándose de una fe que apunta a un Dios que se identifica con los que murieron injustamente antes de tiempo. Por eso mismo, la esperanza de quien da por descontado que, tras morir, Dios nos está esperando en los cielos —esto es, quien supone que el alma es inmortal— en modo alguno es bíblica. En cualquier caso, pagana. Pues, de no haber resurrección, la muerte gana. Y si la muerte gana, gana el verdugo, la injusticia, el genocidio. Ahora bien, la resurrección de los muertos es un imposible, algo que en absoluto puede entenderse como una posibilidad del mundo. Sin embargo, quien no cree en la imposible posibilidad de Dios en nombre de no cree, sino que, a lo sumo, imagina.
la piedad contra el misterio (y 2)
enero 5, 2023 § Deja un comentario
Teniendo en cuenta que estamos bastante lejos del entusiasmo visceral que provocó la resurrección del Mesías, la espiritualidad cristiana tiene que optar hoy en día entre o bien convertirse en una variante de la espiritualidad en general —con lo que renunciaría de facto a la confesión originaria—; o bien, endurecerse, por así decriro. Y lo que esta segunda opción significa es que, si quiere conservar el sello de la revelación, el creyente tiene que admitir de una vez por todas que el Dios que se revela en la cruz es un Dios cuyo en sí no admite otra personificación —otra entidad— que la del cuerpo que fue elevado, en el sentido de Juan, a la altura de una cruz.
De ahí que quien se dirige a Dios como si este tuviera otro rostro que el de Jesús de Nazaret —esto es, como si, en su encarnación, Dios se hubiera limitado a adoptar el aspecto de Jesús o, si se prefiere, como si Jesús no fuese más, aunque tampoco menos, que un heraldo de Dios— falte a la verdad que se nos reveló en el Gólgota. Pues el hallazgo cristiano consiste, precisamente, en hacer del predicador de Dios —del Mesías— el predicado de Dios, en definitiva, su quién. Ahora bien, de ser cierto esto último —y cristianamente lo es—, entonces la piedad tiene más que ver con cumplir con la voluntad de Dios —la que se desprende de su continuo más allá— que con el diálogo íntimo con el dios que se presenta a la conciencia como una variante del amigo invisible de la infancia. Pues quien cumple con dicha voluntad tarde o temprano deberá cumplirla sin Dios mediante, esto es, como si no hubiera Dios… mientras permanece a la espera del acontecimiento final. Dicho de otro modo, una espiritualidad que pretenda ser cristiana o se realiza como una espiritualidad del mientras tanto, o me atrevería a decir que no es cristiana, sino acaso religiosa, aunque con motivos cristianos. Al fin y al cabo, el misterio de Dios tiene que ver con la eterna invisibilidad del aún-nadie-en-sí —y, por extensión, con el imposible triunfo de la bondad—. Así, seguimos regando fuera de tiesto donde entendemos el misterio de Dios como si se tratara de la ininteligibilidad de un ente inconmensurablemente superior. Pues esta ininteligibilidad hablaría antes de nosotros —de nuestra limitación— que de Dios en realidad.
nadie es profeta en su tierra
enero 4, 2023 § Deja un comentario
Franz Jäggestäter —el austriaco que fue condenado a muerte porque, con motivo de su fe, se negó a prestar juramento al Fürher— probablemente fuese, como campesino que era, un hombre rudo. Sin embargo, en la película de Terrence Malick, Una vida oculta, no da esta impresión. Más bien, la contraria. Pero, de haber tratado con él, fácilmente hubiéramos creído que su fidelidad responde más a un carácter tozudo que a su fe. De hecho, sus amigos y familiares no acabaron de entender su empecinamiento. Al menos, en la película de Malick. Ciertamente, todo es mezcla —y más si hablamos de los asuntos del alma—. Como también es cierto que, de cerca, antes percibimos la deformidad de nuestros semejantes —el polvo bajo la alfombra— que su brillo. Pero nadie dijo que fuéramos puros —que el alma pudiera prescindir del cuerpo (y es sabido que el cuerpo siempre acumula suciedad)—. El heroísmo de Franz es debido a que permaneció fiel a pesar de su obcecación (y no —o no solo— porque fuese un obcecado). Y es que los rasgos del carácter no bastan para hacer frente a los heraldos de Ha-Satán. En vez del no es más que tozudez, un es más– De ahí la necesidad del poeta —y Malick, sin duda, lo es—. Cuando menos, porque únicamente el poeta es capaz de ver la belleza que sobrevive a la podredumbre. Quizá los antiguos no andaran tan equivocados al creer que, al fin y al cabo, somos lo que encarnamos de lo alto. Aunque sea cojeando.
la piedad contra el misterio
enero 3, 2023 § 1 comentario
Si nos tomamos en serio del misterio de Dios, entonces el horizonte es el no saber —y no un no terminar de saber. Paralelamente, si nos tomamos en serio la encarnación de Dios —esto es, que no hay otro Dios que el que fue crucificado—, entonces no podemos dirigirnos al Padre como si fuese alguien con independencia del Hijo. Según la confesión cristiana, los cielos no están en los cielos, sino al final de los tiempos. Como decía K. Rahner, incluso en los cielos, Dios seguiría siendo un misterio. De topar con Dios, no toparíamos con Dios, sino con su cuerpo. Ergo, qué hacéis mirando al cielo(Hch 1,11).
Así, con respecto a Dios nada que decir… más allá de que hay Dios porque hubo —y siguen habiendo— quienes se abandonaron a Dios sin Dios mediante, siendo, no obstante, fieles a su voluntad. Y difícilmente puede ser de otro modo, si Dios, como tal, es el misterio del mundo, por emplear la fórmula de E Jüngel. Que la fe del cristiano sea la fe de Jesús significa que no cabe algo así como una relación con Dios al margen del encuentro con el crucificado —y por extensión con los crucificados con los que se identifica. De ahí que haya ciertas formas de piedad que, sin mala intención, probablemente tomen el nombre de Dios en vano… al prescinidir de la Encarnación, confundiendo, así, al Dios que se revela en la cruz con el que se imagina quien sustituye al padre de su infancia por uno acaso más poderoso, por espectral.