nihilismo y baile

marzo 23, 2023 § 1 comentario

Nihilismo equivale a eterno retorno de lo mismo. Ningún Dios que ponga un punto y final al absurdo —que interrumpa el despliegue de lo anónimo. La única trascendencia —el único triunfo sobre el No—, según Nietzsche, sería la de quien se atreviese a bailar sobre los inocentes que yacen en las fosas comunes sobre las que crecieron las flores más bellas. Pero en ese caso, el triunfo sería el efecto de una doble negación: que no me pueda el No. Y quizá por eso, en el baile de quien abraza la nada también podríamos hallar algún resto de resentimiento. En cualquier caso, o hay respuesta a la pregunta por la vida que pueden esperar esos inocentes —y obviamente no hablamos de una vida espectral: un fantasma no está vivo, precisamente—; o Nietzsche, sencillamente, tuvo razón. Y esto está muy cerca de darle la razón a Nietzsche. Al menos, porque la respuesta no depende de nosotros.

Ap 3, 15-16

marzo 22, 2023 § 1 comentario

Leemos en el Apocalipsis: yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Así, puesto que eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca. Y lo que nos decimos, al menos tácitamente, es que no habrá para tanto. ¿Será porque ya no creemos, de tanto amiguismo, que podamos provocar el asco de Dios? En cualquier caso, no se trata aquí del carácter, sino del tener que responder a aquellas demandas que uno no puede eludir sin caer en la impiedad. Y responder, aunque sea fríamente. Esto es, aun cuando el corazón, ya cansado, haya dejado de latir.

sobre el poder de Dios

marzo 21, 2023 § 2 comentarios

No es posible plantear la cuestión de Dios al margen de la cuestión acerca del poder de Dios. Ni siquiera donde, cristianamente, damos por descontado que la omnipotencia de Dios se realiza como kénosis, esto es, como renuncia a ejercer el poder sin la adhesión del hombre. Precisamente, porque Dios no tiene otra entidad que la de un cuerpo resucitado que, como tal, conserva las marcas de la cruz, no cabe pensar el poder de Dios al margen de su encarnación, esto es, al margen de su identificación con el cuerpo de un crucificado. De lo contrario, haríamos de Dios un ente sobrenatural, esto es, un dios cuyo poder, si se quiere, sería inconmensurable, pero que como ente sobrenatural no podría valer en verdad como Dios. Pues hablaríamos simplemente de un poder con el que deberíamos negociar, aunque fuera desde la posición de quien tiene las de perder.

El poder de Dios no es, por consiguiente, análogo al que nosotros podemos ejercer contra los ácaros del polvo, pongamos por caso, aun cuando de vez en cuando nos hagan estornudar. Al fin y al cabo, el poder de Dios es la posibilidad de Dios. Y la posibilidad de Dios es Adán, una posibilidad que solo llega a realizarse, sin embargo, por la fe del nuevo Adán (y esto porque esta fue la voluntad de Dios desde un principio).

Ahora bien, la cuestión sobre el poder de Dios no acaba de resolverse con lo dicho. Al menos, si tenemos en cuenta la resurrección (y ya sabemos que sin resurrección la fe es vana… lo cual está muy cerca de decir que lo es). Pues aun cuando Dios no tenga otras manos que las nuestras —aun cuando el resucitado vuelva a la vida con la vida de Dios, en el doble sentido del genitivo—, lo cierto es que la esperanza creyente, si no apunta a la posibilidad de lo imposible, cae en saco roto. Y esta es nuestra dificultad como modernos. Al menos, porque, en cuanto tales, no admitimos ninguna dependencia que no sea circunstancial, en definitiva, ninguna libertad que no pueda comprenderse como autonomía.

insólito

marzo 20, 2023 § 1 comentario

Si Dios en verdad es el absolutamente Otro, entonces no es de extrañar que el monstruo o lo paranormal hayan sido tradicionalmente las imágenes de la alteridad. Pero decir absolutamente Otro es lo mismo que decir el Dios que el mundo encuentra en falta o que está por venir… mientras haya mundo. La alteridad —el carácter otro de lo otro— es invisible. Desde nuestro lado, una idea. Pero hay alteridad. De ahí que el cristianismo confiese que no hay otra imagen de Dios que la del abandonado de Dios que se abandona a Dios. Y probablemente, aún estemos lejos de admitirlo.

esto de la esencia de Dios

marzo 19, 2023 § 1 comentario

Se dice, la esencia de Dios es incognoscible. Pero quizá, al menos cristianamente, debería decirse que no hay esencia de Dios. O mejor, no la hay al margen de su hacerse cuerpo. Pues Dios sería algo, de tener una esencia al margen de su encarnación. Y Dios en sí no es algo, ni siquiera algo misterioso, sino el misterio de la alteridad como tal. Pues no hay modo de reducir la alteridad a concepto. De hecho, desde la convicción cristiana, Jesús no es el representante de Dios o aquel que ejemplifica el modo de ser de Dios, sino el modo de ser Dios. Y por eso mismo, aquel sin el cual Dios-en-sí no es aún nadie. Ahora bien, muchos creyentes siguen dirigiéndose a Dios como si esto no fuese así —como si Dios fuese alguien al margen de su encarnación—…. lo cual nos da a entender que acaso todavía estemos lejos de comprender lo que implica que Dios tenga un cuerpo —y un cuerpo que cuelga de una cruz—.

Kant, por un lado (y Dios, por otro)

marzo 18, 2023 § 1 comentario

Como sabemos, según Kant, Dios es el postulado de la razón práctica, esto es, de la voluntad que, en definitiva, nos caracteriza. En este sentido, Dios se encargaría de asegurar, finalmente, la conjunción de integridad moral y felicidad. Y es que no parece que, de hecho, vayan de la mano. De hecho, una fidelidad a ultranza tarde o temprano deviene oficio. Y todo oficio es gris. Tampoco es que los infieles —y esto significa en último término infieles a sí mismos— sean estrictamente felices. Pero pueden, cuando menos, suponerlo. Al menos, hasta cierto punto (y por lo común, con eso basta).

¿Qué nos dice, por tanto, Kant? Pues que nadie quiere nada en verdad si al mismo tiempo no cree que es posible llegar a la meta (y aquí conviene tener presente que no es lo mismo querer que desear). O por decirlo con otras palabras, que el ejercicio de la voluntad encontrará al final su satisfacción (y este final es inevitablemente transmundano; pues, como decíamos, de hecho, integridad y dicha no van a la par). En tanto que sujetos a la razón —en tanto que somos quienes se hallan sujetos al mandato de la voluntad—, el asunto de la felicidad no puede quedar únicamente en manos del sujeto empírico. Hablamos, por tanto, de una creencia necesaria y, por eso mismo, racional. Ahora bien, no es necesaria porque psicológicamente tengamos que decirnos que la fiesta terminará bien donde seguimos dependiendo de nuestros temores o ilusiones, sino porque va con el imperativo de la voluntad, al fin y al cabo, con el desempeño de la libertad. Así, que Kant apele a Dios no tiene tanto que ver con su piedad —que también—, sino con la convicción de que no está en nuestras manos el cumplimiento de nuestra esperanza. Al menos, porque, con respecto a esto del querer, cuanto más cerca, más lejos. Y esta convicción vale incluso para quienes no pueden admitir que haya un Dios que coincida con nuestras imágenes de Dios.

sentido de Iglesia, sentido de pertenencia

marzo 17, 2023 § Deja un comentario

El auge de movimientos que acentúan la fibra sensible dentro de la Iglesia —pienso, por ejemplo, en los de Hakuna—, responde, cómo no, a una triple necesidad: la de recuperar, por un lado, el componente emocional, por otro, el sentido de pertenencia y, finalmente, un saber hacia dónde ir. Estas necesidades, obviamente, están conectadas entre sí. La cuestión es cómo logramos satisfacerlas. Pues, donde nos quedamos solo con el factor emocional, inevitablemente llegarán a satisfacerse en falso. Al menos, porque tarde o temprano llega la cruz, aunque esta se presente bajo diferentes aspectos. Y la cruz fácilmente transforma nuestras primeras emociones. Por no decir que las convierte en irrisorias. Sobre todo, si la cruz es la de los otros.

Los inicios son, por defecto, ambivalentes. No hay comienzo que sea químicamente puro (y acaso tampoco ningún final, aunque el grado de impureza no sea el mismo). Y ya sabemos que Dios escribe con renglones torcidos. El problema, por tanto, no es cómo se comienza, sino cómo se acaba. Lejos de mí criticar a los que comienzan porque sus pasos sean endebles. Pues todos fuimos cocineros antes que frailes. En cualquier caso, la crítica apuntaría al horizonte bajo el que se inscribe una praxis centrada en las emociones. Y es que caemos en el narcisismo espiritual, por no decir en la idolatría, donde olvidamos que dicho horizonte no es otro que el del Gólgota —y siendo más estrictos, tras el tercer día—, en definitiva, el de una revelación que se nos ofrece como una verdad inaceptable desde la óptica de nuestra necesidad religiosa.

Por eso, y en el plano de la reflexión, la cruz nos conducirá a la pregunta por la verdad —por lo que en verdad tiene lugar y no simplemente sucede—, una pregunta cuya solución supera, en el sentido hegeliano de la palabra, los términos con los que expresamos nuestra posición inicial. Esto es sencillamente así. Y de ahí que el problema de las sectas sea, precisamente, que nunca pasan por este desfiladero. Una secta está formada por niños. Dificilmente, por quienes han alcanzado una segunda ingenuidad.

Con todo, es igualmente cierto que, dentro de la escena, la pregunta por la verdad siempre se resolverá a la manera de una ciega confianza. Al fin y al cabo, la fidelidad a lo que nos fue dado es un asunto formal, un ser fiel por ser fiel. Ahora bien, hablamos de un asunto formal en nombre de. Pues la fidelidad deviene estéril —por no decir, una prisión— donde no responde a ningún quién. Así no se trata propiamente de ser fiel por ser fiel, sino de un serte fiel por serte fiel. La cuestión, sin embargo, es quién reclama nuestra entrega. Y aquí no vale cualquier quién.

un modo rápido de comprender el nihilismo

marzo 16, 2023 § Deja un comentario

Un niño se dirige llorando hacia donde cree que se encuentra su madre. Pero ahí no hay ninguna mamá que pueda abrazarlo —ni tampoco la habrá—. Esta sería la mejor imagen del nihilismo. ¿No hay más? No lo parece. Sin embargo, tiene que haberlo. Pero no porque necesitemos resolver nuestra incognita. Pues aquí ocurre como en el caso del límite, a saber, que su misma existencia implica necesariamente un más allá, aunque no quepa saber en qué consiste… si es que consiste en algo. ¿Qué puede haber entonces para ese niño más allá del vacío que dejó su madre? ¿La vida como milagro —como donación—? ¿La aparición de los otros huérfanos como hermanos? Ciertamente. Y esperar que al final esto no sea un absurdo en nombre, precisamente, del milagro. O de aquellos —y aquí los nombres siempre son propios— que no tuvieron ninguna oportunidad para una vida más allá del No. Quizá la verdad, en el sentido de lo que en verdad tiene lugar, tan solo pueda expresarse por medio de la paradoja. Y es que hay más allá porque no hay más allá. De ahí que, donde seguimos alejados del muro, difícilmente comprendamos de qué va esto de la fe.

en la UPSA

marzo 15, 2023 § 1 comentario

superstición y amabilidad

marzo 14, 2023 § Deja un comentario

La superstición condensa en clave imaginaría nuestra esencial exposición a lo extraño o imposible, esto es, al carácter absolutamente otro de lo real en sí. Así, el monstruo es la imagen par excellence de lo irreductible. Ahora bien, al condensarla también la falsifica. Pues un monstruo solo es circunstancialmente monstruoso. Basta con que nos familiaricemos con él para que su aura se disuelva como azúcar en el café. Algo parecido podríamos decir de las buenas formas. Al menos, porque con el trato amable preservamos la distancia de la alteridad: el otro, de entrada, no se toca. Sin embargo, el semejante no es, precisamente, semejante porque sus rasgos sean parecidos a los nuestros, sino porque hay un inútil detrás de esos rasgos —un yo inalcanzable y, por eso mismo, intocable. Con todo, lo cierto es que con el paso de los días olvidamos a qué responden las buenas formas. Y es entonces cuando devienen una especie de corsé. Quizá no sea secundario que el legalismo del antiguo Israel fuese indisociable del memorial: no olvides a qué obedece el sabath.

la ciudad y los filósofos

marzo 13, 2023 § Deja un comentario

¿Por qué el filósofo no puede encontrar acomodo en la ciudad? ¿Por qué su búsqueda —su manía— tiene que volverse necesariamente esotérica (y aquí conviene recordar que la ironía, el sello una la vida examinada, es de por sí esotérica)? ¿Quizá porque donde irrumpe la reflexión, como dijera Hegel, no vuelve a crecer la hierba? Traducción: ¿porque revela que el juego que jugamos no es, estrictamente, el juego que creemos jugar (y que este es, de hecho, el juego)? ¿Acaso porque muestra la inconsistencia de la polis? Más aún: ¿acaso no es cierto que sin peligro —por parafrasear a Holderlin— no hay salvación (y quien dice salvación dice verdad)? ¿No es la ciudad el lugar de la retórica —el lugar en donde, por situarse tras los muros, las palabras pierden su norte (y por eso mismo, el lugar en donde dejamos de vivir a flor de piel nuestra esencial exposición al fantasma)?

Dios es un fantasma

marzo 12, 2023 § 1 comentario

Dios es un fantasma. Pero no porque su esencia sea espectral, sino porque un fantasma siempre clama por volver a tener un cuerpo. Ahora bien, la incorporación de Dios es, según la confesión cristiana, lo que aconteció sobre la sima del Gólgota. Con ello, Dios abandonó la ultratumba —y la abandonó para siempre—. De hecho, y para quien parta de una sensibilidad típicamente religiosa, sigue siendo inaceptable que Dios tenga un cuerpo. Pues esto equivale a decir que sin su cuerpo aún no es Dios (y esto porque quiso que fuera así). Pero el kerigma es el que es. O lo tomas o lo dejas.

Hamlet

marzo 11, 2023 § Deja un comentario

Hamlet hizo de la duda su centro de gravedad. Hamlet no sabe lo que quiere. Y no lo sabe porque nadie sabe lo que quiere mientras ignora qué quiere de él su padre. La voluntad del padre fue para Hamlet la voluntad de un espectro —de una representación de la que cabe, y precisamente por serlo, sospechar—. Mamá gana. Y gana haciéndose la víctima del padre. Sin embargo, algo de esto hay. Pues la misión de un padre es la de cortar el cordón umbilical, el que nos ata a mamá. Y ninguna misión habrá para el hijo donde el padre ya no pueda cumplir con la suya. En su lugar, el oficio. Y la distracción.

amor y bien

marzo 10, 2023 § 1 comentario

No es posible querer ser médico sin querer ser un buen médico. En caso contrario, solo nos interesaría ejercer la medicina. Sin embargo, uno no llega a ser un buen médico pretendiendo ser reconocido como tal, sino persiguiendo —y perseguir es amar— la cosa de la que se trata y se resiste a ser alcanzada (aquí, el remedio a la enfermedad). Al fin y al cabo, hablamos del olvido de sí en favor de lo que exige una entrega absoluta, casi una obsesión. Evidentemente, nada de esto vende hoy en día. Y es triste. Pues únicamente el espíritu de la búsqueda nos libra de la esclavitud del espejo. Y hay espejos en todas partes. Incluso en la canchas que se conciben a sí mismas como espirituales. Quizá sea porque ya no hay padres, nadie que se encargue de cortar el cordón umbilical. Para mamá, hagas lo que hagas, siempre serás el mejor. De ahí que donde el padre ha muerto, la maternidad se decante sin remedio hacia su lado oscuro. Y haberlo, haylo.

el ateísmo bíblico

marzo 9, 2023 § 3 comentarios

Comprender la sentencia de Nietzsche —Dios ha muerto— significa que nada ni nadie puede ya aparecérsenos o presentarse como divino. Ni siquiera tratándose de un ente inconmensurablemente superior. Pues, de haberlo, no sería más que un ente con el que tendríamos que lidiar. Y ello aun cuando inicialmente su presencia nos estremeciese. Ahora bien, esto ya lo sabíamos desde los tiempos de Moisés. Ningún dios es Dios en verdad. Traducción: lo que nos estremece en realidad —lo que nos obliga a hincar la rodilla— no es el fenómeno paranormal, el cual solo es aparentemente trascendente, sino el retroceso de Dios hacia el futuro del hombre… el cual no es otro que el del mismo Dios. Pues lo que provoca nuestro vértigo, de caer en la cuenta, no es lo gigantesco, sino nuestra congénita orfandad, en definitiva, que Dios no quisiera ser Dios sin la respuesta del hombre a su invocación, la cual tan solo escuchamos a través de la invocación de los abandonados de Dios.

momentos verdaderos

marzo 8, 2023 § Deja un comentario

La verdad del kerigma cristiano —la revelación— se decide al pie de las cruces de este mundo. En los mientras tanto, prevalece la suposición. Por no decir un alimentarse de viento, el ruido de fondo, la cháchara. Al pie de la cruz, la verdad no consiste en la correspondencia entre los hechos y nuestras representaciones de los hechos, sino en lo que en verdad tiene lugar frente a lo que simplemente pasa. Y, cristianamente, lo que tiene lugar o acontece es Dios como crucificado. Aquí el como es el índice de una identidad. Pues lo que nos revela el Gólgota tras el tercer día es que Dios en sí no es aún nadie al margen de su identificación con aquel que muere como un apestado de Dios aunque abandonándose a Dios. Esto es, aún nadie al margen de su cuerpo. El crucificado no fue un representante de la esencia de Dios, sino su modo de ser.

De ahí que la pregunta por la verdad de la confesión creyente sea, en definitiva, la pregunta por la realidad a la que apunta la metáfora con la que se expresa dicha identidad. Y la respuesta siempre poseerá el carácter de lo axiomático, por así decirlo. O vemos que la rosa es sin porqué o no lo vemos. Al fin y al cabo, las metáforas que fundan una posición existencial presentan lo conocido como desconocido (y no al revés). Y esto es así porque lo real —la alteridad avant la lettre— solo puede incorporarse en lo que no cabe asimilar y, por eso mismo, rechazamos. O por decirlo en bíblico, en aquellos a quienes no queremos ni ver: a los invisibles, los que no cuentan, los nadie.

cristianos

marzo 7, 2023 § Deja un comentario

Un cristiano es un descentrado —y un descentrado por los parias de este mundo. Un pasado de rosca. Como si no pudiera soportar el hambre de los que están de más. Y luego dirán que Dios es alguien con quien intimar al igual que intimamos con nuestro osito mientras fuimos unos niños. Dios, en verdad, apesta. Como apestan aquellos con quienes se identificó in illo tempore. ¿Pedirle a Dios por Dios? Esta petición es, ciertamente, la más profunda, la que nace del indigente que, en definitiva, somos. Pero, en el día a día, solemos evitar las profundidades. En el día a día, acaso lo más sensato —por no decir, lo más honesto— sea, como hizo Eckhart, pedirle a Dios que nos libre de Dios.

paganismo

marzo 6, 2023 § Deja un comentario

En el paganismo, el mundo es visto desde la óptica de la desaparición. Tan solo los dioses son inmortales. Para Israel, en cambio, la pregunta no es qué hay de eterno —de sustancial— en cuanto pasa, sino qué vida podrán esperar las víctimas del hombre. El paganismo es natural, incluso al apuntar a lo sobrenatural. La fe de Israel es, sin embargo, increíble. Pues apunta a lo imposible. Pero problamente aún estemos lejos de comprender donde no intuyamos, cuando menos, que hay más realidad en la posibilidad de lo imposible que en lo palpable.

¿una filosofía cristiana?

marzo 5, 2023 § Deja un comentario

No cabe algo así como una filosofía cristiana. Evidentemente, esto no significa que le fe sea incompatible con la reflexión. De hecho, los evangelios no dejan de ser una teología narrativa. Sin embargo, el sujeto de la reflexión es, en cada caso, distinto. El filósofo no puede evitar ver las cosas desde las gradas, ocupando el lugar de un dios omnisciente (aunque sin llegar a serlo: la confesión socrática —el solo sé que no sé nada— es marca de la casa). No es causal la palabra teoría, ese invento griego, encuentra su raíz en la palabra theos. Como tampoco es casual que, desde las gradas, solo se pueda regresar a la cancha de juego como cínico, irónico o indiferente. El filósofo, como dijera Lucrecio, no deja de ser el espectador de un naufragio. En cambio, la fe nunca se sostuvo sobre una visión. El creyente no ve, sino que escucha. Y lo que escucha es una interpelación que le saca del quicio del hogar —Caín, Caín ¿dónde está tu hermano?. No es exactamente lo mismo. Esto no significa, sin embargo, que la fe sea inmune a la pregunta por la verdad. Al contrario. Sin embargo, esta no se resolverá como una adecuación entre nuestras representaciones de los hechos y los hechos, sino en los términos del imaginario simbólico.

El problema que plantean nuestros tiempos es que el imaginario simbólico fue desestimado como posible fuente de conocimiento por la sospecha metódica. Pero lo cierto es que en el símbolo —al fin y al cabo, en la metáfora— no todo es superstición. De hecho, es posible que solo a través de la metafóra podamos dar fe de lo que tiene lugar y no simplemente pasa. Al menos, porque la metáfora no opera una reducción de lo desconocido a lo conocido —este en cualquier caso, sería lo propio del símil—, sino que establece una identidad entre lo sensible y lo esencialmente extraño, lo absolutamente otro, en definitiva, la pura alteridad. En este sentido, nada no es mientras no irrumpa el hallazgo del poeta. Ahora bien, la metáfora, en tanto que identidad, opera en una doble dirección. De ahí que la nada sea en aquello que la niega. Dios como crucificado. Pero por eso mismo, el crucificado como el quién de Dios.

daneses

marzo 4, 2023 § Deja un comentario

Un padre es, en cualquier caso, un fantasma. Pues, lo que representa para el hijo siempre se encuentra más allá —y desproporcionadamente— de ese pobre hombre que, en definitiva, es.

IA (2)

marzo 3, 2023 § Deja un comentario

En un mundo en el que haya replicantes por todas partes —en donde no podamos distinguir a un humano de un maquina inteligente— la sospecha de que el otro sea un extraño será una sospecha habitual, por no decir, por defecto. Y no solo un extraño, sino también un ser superior con el que habrá que andar con cuidado. Al final, resultará que, a través del progreso tecnológico, volveremos a la sensación de estar rodeados de dioses. Y quizá entonces nos demos cuenta de que el viejo Dios del monoteísmo, aquel que echamos por el desagüe junto con el agua sucia, fue en realidad una liberación. Pues mientras duró su hegemonia ningún dios fue en verdad divino.

apocalíptica y gnosis

marzo 2, 2023 § Deja un comentario

Como es sabido la gnosis es la tentación perenne de la fe bíblica, sea judía o cristiana. Y como tentación, su negación. Pues no es posible seguir siendo bíblico donde dejamos atrás el sentido temporal de la trascendencia —aquel según el cual Dios se encuentra más allá de la totalidad como el Dios que retrocedió a un pasado anterior a los tiempos hacia el futuro del hombre como el futuro mismo de Dios— sustituyéndolo por la metáfora de la profundidad. Ciertamente, la tentación es inevitable donde el retraso de la parusía es sine die. Pues al quedarse sin fecha, la esperanza en un final de los tiempos —una esperanza que pertenece, conviene no olvidarlo, a quienes no cuentan para los tiempos— deviene increíble. Sin embargo, probablemente no comprendamos nada de lo que supone confiar en Dios hasta que no intuyamos, cuando menos, que la fe apunta a lo que ningún mundo puede admitir como posibilidad. Y ello en nombre de un acto de amor donde no era posible ningún amor.

el riesgo

marzo 1, 2023 § Deja un comentario

Es posible que cuanto dicen muchos creyentes acerca de aquello en lo que creen responda, antes que a la verdad, al poder embriagador de ciertas imágenes o paradigmas. Y no hay que estar versado en los asuntos de la psicología profunda para, cuando menos, intuirlo. Así, fácilmente podemos adherirnos a frases que, de entrada, nos vienen grandes —como aquella que dice que el poder de Dios transforma el corazón de los hombres— antes de preguntarnos por las historias que hay detrás y que, por eso mismo, las soportan. El credo, de hecho, resulta un malentendido, por no decir ininteligible, donde olvidamos, precisamente, que constituye algo así como un resumen de los evangelios. Y los evangelios, no hay que olvidarlo, no hablan de otra cosa que de Dios… contando la historia de un hombre de Dios.

entre negaciones anda el sí

febrero 28, 2023 § Deja un comentario

Adán tiene que negar a Dios, precisamente, como lo otro de Dios —como el que no es Dios. Pero, porque tiene que negarlo, la negación de Dios por parte de Adán encuentra su envés en la negación de sí de Dios. En esto consiste la omnipotencia de Dios —la omnipotencia del amor de Dios. Pues hay más poder en el Dios que renuncia a su poder que en aquel que prefiere vencer cualquier resistencia (pudiendo vencerla). Pues este último no deja de ser un títere de una anónima voluntad de dominio. Nietzsche no anduvo errado donde dijo que, una vez Dios ha muerto, tan solo quedaba en pie la voluntad de poder.

placer y eternidad

febrero 27, 2023 § Deja un comentario

Dijo Nietzsche: todo placer pide eternidad —más y más eternidad. De ahí que rieguen fuera de tiesto quienes alardean de sus rollos de una sola noche. Pues si la cosa fue bien, querrán volver a verla (o a verlo). Y si tan solo fueron cosquillas, entonces quizá deberían admitir que la cosa quizá no fue para tanto. Esto es, una decepción. Por eso quizá el término quizá no sea placer, sino encuentro. Los amantes siempre se encuentran, aunque sea furtivamente, fuera del mundo, como decía Rimbaud, en un estado de excepción. El momento de la sensación verdadera es el que, propiamente, exige eternidad.

Pero el tiempo arrasa. La muerte alcanza a los amantes como tiempo diario —como el tiempo de la negociación, del oficio. Y quien comprende esto acaso pueda comprender que lo que divide la existencia no es el arriba y el abajo —lo superior y lo inferior—, sino los tiempos. De paso, también podrá comprender que, en lo más profundo, permanecemos a la espera de la irrupción de un tiempo nuevo, un tiempo en el que el encuentro no tenga fin —la novedad siempre fue un simulacro, un espejismo.

Sin embargo, lo cierto es que, siendo como somos, tampoco podríamos soportarlo. Pues sobrevivimos negando, precisamente, la irrupción del otro, ese extraño. Y lo negamos donde simplemente pasamos a tratarlo. Aunque sea con amabilidad.

extra virgen

febrero 26, 2023 § Deja un comentario

El mundo es ahora como un lagar, allí se prensa. Si eres restos de aceite, irás a parar a la cloaca; si eres aceite, te quedarás en la aceitera. Es inevitable que se prense. Tan sólo mira la espuma, mira el aceite. Se ejerce presión en el mundo: se prensa con las hambrunas, con la guerra, la pobreza, el encarecimiento, la necesidad, la muerte, el robo, la codicia. Se encuentra allí gente que refunfuña ante tales sufrimientos [… ]. Esa es la espuma que sale de la prensa y corre por las cloacas: su flujo es negro porque maldicen; no brilla. El aceite tiene brillo. Allí se encuentra de hecho otro hombre, en la misma prensa y en la fricción que lo tritura. ¿O fue entonces la fricción lo que lo frotó hasta hacerlo brillar?

Agustín de Hipona, Sermones ad Denis

nihilismo y día D

febrero 25, 2023 § Deja un comentario

¿Que significa nihilismo? Dijo Nietzsche: nada por debajo de las grandes palabras. Por supuesto. Pero podríamos añadir sin problema lo siguiente: nadie te juzga —no tienes que rendir cuentas ante nadie. Y esto equivale a decir que no hay padre, esto es, alteridad. De ahí que el SS puede decirles a quienes van a ser gaseados que no importa morir ahora que de aquí veinte años: desde la óptica de un tiempo sin final, todos morimos a la vez. Es evidente que vivimos en una época nihilista. Pues que nos sintamos juzgados por nuestro aspecto o por la medida de nuestro éxito —en definitiva, por la gente— no cambia el diagnóstico. Y es que en este caso no se nos juzga, sino que se juzga la simulación, el maquillaje, la máscara.

Estamos, por tanto, lejos de creer —si es que podemos llegar a creerlo— que nuestro verdadero padre es el que no cuenta, el nadie que representa el genuino carácter de la alteridad. ¿O acaso el otro en verdad no es, por defecto, aquel del que no queremos saber nada, el que deviene extraño por haber sido antes extrañado del mundo, al fin y al cabo, el que excretamos como si fuera nuestra descomposición con el propósito de armarnos de valor? Como para decir luego que Dios y mundo son compatibles.

aprender a leer

febrero 24, 2023 § Deja un comentario

Yavhé es el Dios que llama al hombre. De acuerdo. Sin embargo, saber leer implica leer entre líneas y, en concreto, captar lo que no se dice —incluso se niega— en lo que se dice. Así, que Dios en verdad sea el Dios que nos invoca no significa que sea el Dios que además nos invoca. Como si la invocación fuera una posibilidad entre otras, un adjetivo. Ahora bien, esto supone admitir que si Dios nos es más —ni menos— que el Dios que invoca al hombre es porque no quiso ser nadie sin la respuesta del hombre. Como el padre que clama por el hijo que perdió porque sin su hijo ya no puede seguir siendo, precisamente, el padre que es.

la fe y su momento

febrero 23, 2023 § Deja un comentario

La fe es fe solo ahí donde se nos exige dar fe. De ahí que no haya fe hasta que no llega su momento (en cualquier caso, un esperar poder dar fe ). Originariamente, ese momento implicaba una confesión ante un tribunal romano. Sin embargo, lo más probable es que, a la mayoría de creyentes, no se les dé esta oportunidad. Y de no darse, acaso el momento no sea otro que el de la propia muerte.

el pródigo

febrero 22, 2023 § Deja un comentario

El placer, dice Jüngel, se puede proporcionar artificialmente; no la alegría. Nuestra alegría siempre dependerá del otro, de su aparición. Es la alegría del padre ante el regreso del hijo perdido. Y la alegría a la que es invitado el hereu —y a la que se resiste: nada hizo su hermano para merecer la fiesta. Que nuestra cultura celebre el placer y no la alegría ¿acaso no es el síntoma? Creer en el propio mérito ante Dios ¿no es pecar —y pecar no solo de soberbia, sino también de ingenuidad? Quien pone sus méritos en el altar ¿no se dirige a un dios equivocado? Sin duda, buscamos el reconocimiento del padre enseñándole nuestros dibujitos. Pero ¿qué dibujitos son realmente nuestros? Hay más sabiduría en quien entiende su talento como servicio que como excusa para aumentar la talla (pues aquí el traje siempre nos vendrá grande). Y aún más, por sobrehumana, en aquel que perdona a sus verdugos porque no saben lo que hacen.

el fin de la pasión

febrero 21, 2023 § Deja un comentario

La pasión es biología. Y la biología es el equilibrio no premeditado de lo asimétrico. Donde la mujer y el hombre deciden ser únicamente individuos —donde el cuerpo estorba— no caben más que acuerdos. Y nadie se entusiasma a la hora de acostarse con su socio o socia —o mejor dicho, socie.

la caída de Roma

febrero 20, 2023 § Deja un comentario

Que la cultura hipermoderna haya apostado por la adolescencia, desplazando al anciano de la tribu, conlleva que estamos en manos del narcisismo adolescente, de su prepotencia. Así, todos nos tomamos en serio al binario que se siente profundamente herido porque el profesor de biología dijo algo tan evidente como que hay cromosomas XX y XY. Ahora bien, tomarse en serio al idiota —literalmente, aquel que es incapaz de salir de sí mismo— no es serio. Una cultura sana no está para chorradas. Y la nuestra hace ya tiempo que dedica demasiado tiempo —y recursos— a les chorres. Es lo que tiene haber matado al padre sin haber ocupado su lugar.

interpelación y lenguaje

febrero 19, 2023 § Deja un comentario

El acontecimiento fundamental del lenguaje no es el etiquetar —la descripción—, sino la interpelación. Y digo fundamental porque el lenguaje antes que un instrumento es el lugar de la aparición (al menos, en tanto que nada aparece que se halle bajo nuestro dominio). Todo se interrumpe cuando alguien me llama por mi nombre. El mundo queda en suspenso: debo responder. Esto es, no puedo dejar de hacerlo en tanto que hacer oídos sordos es ya una respùesta. No es casual que la primera intervención de Dios tras la caída sea, precisamente, la interpelación: Caín, Caín ¿dónde está tu hermano? Y el resto es historia. Literalmente.

misterium

febrero 18, 2023 § Deja un comentario

El misterio de Dios es el de lo absolutamente otro como nadie —o mejor dicho, como nadie-aún. Así lo absolutamente otro es el puro haber —la oscuridad y el silencio más impenetrables. Esto es, la nada como nadie-ahí. La nada no es solo nada para quien se interroga sobre el quién-además. En este sentido, no es casual que, bíblicamente, el envés de Dios sea, precisamente, los nadie de este mundo, aquellos que no cuentan. Se trata de un misterio que solo se resuelve como revelación —y como revelación del cuerpo de un crucificado como cuerpo de Dios. De ahí que cristianamente, Dios no sea un algo —en verdad, no puede serlo—, sino un alguien (aunque, ciertamente, no como nos lo imaginamos espontáneamente). Dios llega a ser alguien —y alguien de carne y hueso— a través de la fe del abandonado de Dios.

Ahora bien, aquí el resolver es propiamente un superar, en el sentido hegeliano de la palabra. Pues lo que es superado se conserva en la superación. Y lo que esto significa es que Dios, en sí, sigue siendo el que era en un principio, a saber, un nadie-aún. Dios en verdad es el Dios que no difiere de su voluntad de llegar a tener un cuerpo. Y de estas lluvias, los lodos de la Trinidad. Pues el mensaje es, en el fondo, simple, aunque religiosamente inadmisible. No hay Padre sin Hijo (y viceversa).

la cuestión bíblica

febrero 17, 2023 § Deja un comentario

La pregunta de Nietzsche ¿dónde está Dios? —y ya sabemos cuál fue la respuesta— antes fue la pregunta que el resto de los pueblos le dirigió a Israel, aunque con una ligera, pero fundamental, variante: ¿dónde está tu Dios? Pues no había territorio que no estuviera en manos de un Dios (e Israel fue durante siglos un pueblo sin tierra). Que en nuestra época la pregunta haya llegado a ser retórica —que demos por descontado que no hay Dios— ya nos da a entender, de por sí, que hemos olvidado la convicción de Israel, a saber, que Dios es siempre el Dios del hombre de Dios (en bíblico, de los patriarcas). Pues no hay presente para Dios al margen de aquellos que soportan sobre su espalda el peso de un Dios en falta. O mejor dicho, por venir.

pensar a Dios

febrero 16, 2023 § Deja un comentario

Podemos pensar el mundo sin Dios. De hecho, es lo que hacemos hoy en día. Pues hace tiempo que la mesa dejó de apuntar al carpintero. Pero no cabe pensar a Dios sin el hombre. Y esto supone una alteración significativa de lo que religiosamente se nos presenta como divino. Pues Dios es su salida de sí hacia lo otro de sí —hacia aquel que, en tanto que otro de Dios, tendrá que negarlo (y a esta salida de sí la denominamos amor). Y decir que Dios es su salida de sí hacia lo otro de sí equivale a decir que Dios es la voluntad de no ser nadie al margen de la adhesión del hombre. Ahora bien, porque no podemos pensar a Dios sin el hombre, el hombre no puede comprenderse a sí mismo donde olvida su estar expuesto al aún-nadie de Dios. Esto es, a la irreductible invisibilidad de una genuina alteridad.

colosseum

febrero 15, 2023 § Deja un comentario

El tiempo todo lo borra. Incluso la huellas de un genocidio. ¿Acaso no visitamos el Coliseo como si no hubiese sido el templo de muertes espectaculares? ¿Acaso no hubo cristianos que fueron devorados por las bestias para entretener al vulgo? La sangre de los gladiadores ¿fue simplemente un chorro de ketchup? Es como si de aquí a unos cuantos siglos visitásemos Auschwitz para admirar su diseño industrial. El nihilismo lo llevamos tatuado en la piel, aun cuando nos resistamos a su discurso. De ello no se desprende, sin embargo, el rigorismo moral —que no debiéramos visitar el Coliseo. Pues, en realidad, humanamente no podemos evitarlo. El rigorismo es contra natura, un creer que podemos convertirnos en ángeles.

En cualquier caso, lo que esto significa —lo provoca un cierto vértigo— es que nos gusta olvidar, al fin y al cabo, pasar de largo. Y para caer en la cuenta de la desproporción, basta con imaginar que se suprimiese el tiempo histórico y que nos convirtiéramos de repente en contemporáneos de los mártires del Coliseo… mientras seguimos paseando por las gradas. Este es otro modo —muy distinto al de Spinoza— de contemplar la historia sub specie aeternitatis. O por decirlo en cristiano, de asumirla desde la óptica del juicio final.

la ley y el amor

febrero 14, 2023 § Deja un comentario

La polémica antinomista —no fue hecho el hombre para el sábado, sino el sábado para el hombre— fue antes una polémica judía que cristiana. O mejor dicho, fue cristiana en tanto que judía. De hecho, Jesús de Nazaret fue judío, no cristiano. La necesidad del transformar el corazón es, en realidad, un leitmotiv profético, un leitmotiv que, sin embargo, no anula la Ley. Al contrario: es carne entre los huesos. Pues la Ley arraiga en la conmoción que supone el encuentro con Yavhé, ese Dios —el único en verdad— cuyo quién, según el Deuteronomio, se halla precisamente en el aire. De ahí la importancia del memorial —recuerda Israel que fuimos liberados de Egipto por la gracia de Dios— para que la Ley no caiga en dique seco.

Sin embargo, comprender la centralidad de la Ley supone haber caído en la cuenta de que, tarde o temprano, el corazón tendrá serias dificultades —por no decir que será incapaz— de continuar. Así, habrá un momento en que solo podremos permanecer fieles a lo que nos fue dado atándonos al mástil de la repetición. Ciertamente, de no tener presente nuestra incapacidad, la Ley acaba siendo una jaula de hierro y, por extensión, un tomar el nombre de Dios en vano. Pero ello no quita que acaso haya más sabiduría en la defensa judía de la Ley que en la oposición entre ley y amor propia de un cristianismo fuertemente sentimentalizado.

selbst

febrero 13, 2023 § Deja un comentario

Si es cierto —que lo es— que nadie alcanza la verdad sobre sí mismo sin pasar por la negación de sí, entonces en la revelación de Dios —la que tuvo lugar en el Gólgota—, Dios llega a ser para sí mismo el que es. Así, en su revelación, Dios no se expone al hombre como si fuera un paisaje desconocido hasta el momento, sino que se muestra como el Dios que se expone al hombre, en el sentido de un ponerse en riesgo, para que, a través de la fe del hombre, pueda alcanzar el presente. Y alcanzarlo como cuerpo. No comprender lo anterior —y comprender es abrazar— supone permanecer en las lindes de la religión, en donde Dios y el hombre ocupan, cada uno, su lugar. Como si simplemente se tratase de conectar lo divino con lo humano. Sin embargo, el cristianismo habla de la incorporación de Dios. Y me atrevería a decir que no es lo mismo.

desde la óptica de la redención

febrero 12, 2023 § Deja un comentario

La fe parte de la experiencia de la redención —de un perdón inmerecido por imperdonable. Sin embargo, ¿no es también cierto que cada creyente ha de seguir, de un modo u otro, los pasos que llevan hasta el Gólgota? ¿Acaso no habrá un momento, por tanto, en que incluso la convicción de haber sido redimidos entre en crisis? Ciertamente, si se trata de una creencia. Pero no —o no tanto— si la redención ha sido corporal. Pues el redimido sabe quién lo ha sacado de la sima en la que se encontraba. Y aquí retroceder es traicionar.